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www.medjugorje.ws » Eco de Maria Reina de la Paz » Eco de Maria Reina de la Paz 153 (Septiembre-Ottobre 2000)

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Eco di Maria
Regina della Pace

Español 153

 


Mensaje del 25 de julio de 2000

"Queridos hijos, no olvidéis que estáis sobre la tierra en camino hacia la eternidad y que vuestra morada está en los cielos. Por eso, hijos, estad abiertos al amor de Dios y dejad el egoísmo y el pecado. Que vuestra alegría sea únicamente el descubrir a Dios en la oración cotidiana. Por eso, aprovechad este tiempo y orad, orad, orad: Dios está cerca de vosotros en la oración y a través de la oración. Gracias por haber respondido a mi llamada."

 

En camino con María hacia la eternidad

La invitación de María tiene todo el sabor y la frescura del agua de manantial; es algo que todos sabemos, y sin embargo tiene para nosotros la novedad de las cosas olvidadas por largo tiempo; tiene el sabor y la sustancia del pan auténtico que con su aroma natural desplaza cualquier sofisticación y devuelve el gusto por las cosas sencillas y esenciales. No olvidéis que estáis sobre la tierra en camino hacia la eternidad; deberíamos saberlo, pero lo hemos olvidado y lo recordamos sólo ocasionalmente.

¡Cuántas cosas cambiarían en el mundo si se universalizase la conciencia de la vida como camino hacia la eternidad! ¡Cuántas preocupaciones desaparecerían si tuviéramos los ojos fijos en el Cielo, donde está nuestra morada, y no en la tierra que nos acoge sólo por un tiempo más o menos breve (2 Cor 4, 17-18)! Muchos atropellos, violencias, injusticias, muchos abusos, escándalos, delitos, sea a nivel personal, social o incluso planetario, tienen sus raíces en una concepción de la vida limitada a esta tierra. Al mismo tiempo, esta concepción crea falsos ídolos y les inmola, en el sentido real de la palabra, vidas humanas, particularmente de jóvenes y de niños. Pero no se trata aquí sólo de comparar distintos modos de vida; se trata de recordar, y es algo mucho más importante, que somos verdaderamente hijos de Dios, que nuestra filiación fue adquirida a un precio altísimo, imposible para persona o nación alguna en el mundo: la muerte en cruz de Jesús, nuestro Señor y nuestro Dios.

No podemos, especialmente nosotros que con el bautismo hemos muerto y resucitado en Cristo, olvidar esta realidad, no podemos vivir ignorándola (Col 3, 1-3). Nuestra pertenencia a Dios, en Cristo Jesús, es una realidad que se puede experimentar si estamos abiertos al amor de Dios, es decir, si dejamos que su amor nos alcance, nos invada, nos penetre y si luego dejamos el egoísmo y el pecado que nos hacen impermeables a este amor. ¡Cuántas veces nos ha recomendado María que nos abramos, que nos abandonemos al amor de Dios! No hay verdadera conversión si no está fundamentada en el amor que Dios tiene por cada uno de nosotros y en nuestra consecuente apertura a su acción de gracia. Que vuestro gozo sea únicamente descubrir a Dios en la oración cotidiana, exhorta María; es el gozo de quien realmente entra en comunión, en contacto con Dios, de quien en la oración no recita fórmulas sino que habla con Dios, se pone en su presencia y lo experimenta. Descubrir a Dios es posible porque nos lo dice María; sólo hay que seguir sus enseñanzas fielmente. Pero hay más: que nuestra alegría sea únicamente descubrir a Dios; este adverbio indica ciertamente la exclusividad de la relación con Dios; nuestro Dios es un Dios celoso (Ex 20, 5b) y nos quiere totalmente para él; pero esta exclusividad no mortifica sino que satisface nuestras necesidades (Mt 6, 33). Descubrir a Dios en la oración cotidiana, esto es vivir día a día en su presencia, reposarse en Él, liberarse del pesado yugo del mundo para asumir el suyo que es suave y ligero (Mt 11, 28-30), y hacerlo habitualmente, cotidianamente, no sólo en ocasiones o circunstancias especiales. Cada momento de nuestra jornada debe estar integrado en la oración, debe tomar forma, sustancia y significado de esta relación íntima y constante con el Creador; entonces hasta la más pequeña de nuestras actividades asume valor de eternidad y trae fruto. Por lo tanto, utilizad este tiempo y orad, orad, orad; el tiempo vivido en la oración nunca es malgastado, más bien está empleado de la mejor de las maneras, es tiempo muy productivo; y de hecho Dios está cerca de vosotros en la oración y a través de la oración; es decir, la oración es lugar y medio del encuentro con Dios; ¿qué otra cosa mejor podríamos buscar, preguntar o desear? Creados a imagen de Dios (Gen 1,27) estamos llamados a realizar en nosotros esta imagen; en esto consiste el camino hacia la eternidad, esto da sentido a nuestra vida, consolación a nuestro sufrimiento, esperanza a nuestra humanidad. Debemos recorrer este camino e invitar a ello a quien está cerca nuestro; María siempre nos pide vivir sus mensajes y en el pasado también nos ha pedido que los difundamos. Debemos testimoniar con la vida, incluso antes que con las palabras, que caminar en la presencia de Dios es posible en cualquier situación, en cualquier circunstancia, en cualquier ambiente; que ir por este camino es lo más fascinante que se puede experimentar en el mundo, es promoción humana auténtica, es paz, es gozo, es salvación ya en este mundo, es experiencia de Cielo en la tierra. **

 

 

Mensaje del 25 de agosto de 2000:

"Queridos hijos, deseo compartir con vosotros mi gozo. En mi Corazón Inmaculado siento que son muchos los que se han acercado a mí y llevan de manera especial en sus corazones la victoria de mi Corazón Inmaculado orando y convirtiéndose. Deseo agradeceros y estimularos a trabajar más por Dios y su Reino con el amor y la fuerza del Espíritu Santo. Yo estoy con vosotros y os bendigo con mi bendición materna. Gracias por haber respondido a mi llamada".

En el Corazón Inmaculado de María

María desea compartir con nosotros su gozo que nace del hecho que muchos se han acercado a ella hasta dejar triunfar en sus corazones a Su Corazón Inmaculado. Todos nosotros, ya sea los que estamos cerca de ella, ya sea los que aún están un poco alejados, estamos invitados a gozar con Ella, a compartir la alegría de la Madre que siente en su Corazón la presencia de tantos hijos. Y verdaderamente, es para todos, próximos y lejanos, motivo de gran alegría saber que el Corazón Inmaculado de María triunfa en el corazón de los hombres, porque esta conciencia da alas a nuestra esperanza. El sacrificio de Cristo no es vano, el mundo se salva en Él por medio de María.

María viene para conducirnos en ese camino de oración y de conversión que es propio de los hijos de Dios. No es una enseñanza que María nos ofrezca desde lejos, no sería suficiente… Ella nos abre el camino: es el camino del abandono confiado y total, el camino de la fe incondicional. Es el camino que abre a la victoria de su Corazón Inmaculado en nuestros corazones para que su Fiat sea también el nuestro, verdadero y humilde.

Todos podemos seguir este camino; no hay que tener una inteligencia o cultura especiales; lo que hace falta es una voluntad correctamente orientada, una determinación sincera y una buena dosis de humildad. Debemos, como tantas veces nos ha recomendado María, decidirnos por Dios, es decir, realizar esa elección existencial que consiste en poner a Dios en el primer lugar en nuestra vida y orientarlo todo a Él; esto es fácil de decir pero muy difícil de realizar en lo concreto de la vida. Así, ocurre que nosotros mientras proclamamos nuestra fe en Él, fundamos nuestras elecciones en la fe en el hombre. Mientras declaramos su señorío en el mundo, lo encerramos en nuestros esquemas, lo aprisionamos en nuestras convicciones, lo sometemos a nuestros gustos y a nuestros intereses, lo usamos para afirmar nuestras ideas o nuestros principios. Hacemos esto todas las veces que remitimos a Él para juzgar a nuestros hermanos, todas las veces que proyectamos en Dios y divulgamos en su Nombre ideas, convicciones, certezas.

Cada día, más bien cada momento, sea cual sea nuestro papel en la sociedad, tenemos ocasión de verificar si nuestra voluntad está abierta a servir o más bien a dominar a Dios. Experimentamos continuamente lo difícil que es ponerse a la escucha incondicional de Dios, cómo a menudo nuestra humanidad ocupa todos los espacios llenando tiempos y lugares que, mucho más fructíferamente, deberían estar reservados exclusivamente para el Señor. Es una dificultad propia del hombre de la que debemos tomar nota sin infravalorarla, pero tampoco valorándola en exceso, para que podamos alcanzar en el Espíritu Santo la fuerza y el amor para trabajar más por Dios y por su Reino, tal como María nos estimula a hacerlo.

Acojamos el deseo de María de compartir con nosotros su gozo; aprendamos a gozar de la alegría de María, aprendamos a recorrer en sintonía con Ella nuestras jornadas, y descubriremos lo insípidas que son las alegrías del mundo frente a esa alegría que la Virgen nos ofrece: una alegría que se llama Jesús.

El Corazón Inmaculado está dispuesto a acogernos para que su victoria sea la nuestra, para que en el mundo triunfe la Luz. La noche está avanzada, el día se acerca (Rm 13,12); ¿no vislumbramos aún el alba del día que no muere, el Día eterno de Cristo? Sin embargo los signos son ya tantos que la esperanza es obligada, y por tanto la alegría. María realmente está conduciendo el mundo a Dios: por medio de María se inició la salvación del mundo, también por medio de María debe tener su cumplimiento (S. Luis Mª Grignon de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a María, 49). Dejémosle a Ella, que siempre está con nosotros, el cuidado de prepararnos para el nuevo día, dejemos que sea su bendición materna la que nos revista del Señor Jesucristo (Rm 13,14).

Nuccio

 

 

 

María en el díalogo ecuménico de las Iglesias

(Continúa del Eco 152)

Otra cuestión problemática, al menos desde la perspectiva de las Iglesias reformadas, es la referente a la particular participación (cooperación) de María en la obra de la Redención hasta el punto de atribuirle el título de "corredentora". Las objeciones de los protestantes se fundan en la afirmación fundamental e irrenunciable de la Reforma según la que el hombre es salvado por la gracia a través de la fe en Cristo, el único Salvador, independientemente de las obras. Se desconfía por tanto del término corredentora por introducir un ulterior elemento de igualdad entre María y el Hijo.

El Magisterio católico pos-conciliar abandonó el uso del término "corredención" pero no el de "cooperación" que sin embargo necesita una explicación adecuada: no pretende significar de ningún modo que María podría añadir una ganancia, ni mínima, a la obra de Cristo. Nuestra salvación es en su ciento por cien obra de Dios por medio de Cristo en el Espíritu. Al lado de los salvados, María interviene en virtud de la gracia de la salvación que ha recibido como todos los otros creyentes.

Finalmente, el último aspecto controvertido es el relativo al culto dirigido a María. El Segundo Concilio de Nicea (787) distinguió la veneración a los santos (dulia) de la adoración (latria) debida solamente a Dios. El recorrido fundamental del culto cristiano es el que va al Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo. El destinatario del culto siempre es Dios. El camino más directo es el del Hijo para llegar al Padre.

Mientras que en la Iglesia ortodoxa y anglicana - que junto a la católica conservan el culto a María y a los santos - el problema no se plantea, en las iglesias reformadas el contencioso permanece espinoso. Según la doctrina católica, la invocación a María es una oración transmitida a Dios que sólo puede escucharla: la intercesión de los santos es la expresión de comunión, de solidaridad entre los creyentes, entre la Iglesia triunfante del cielo y la que aún milita sobre la tierra.

Los protestantes en cambio rechazan cualquier oración de intercesión dirigida a María y a los santos. El protestantismo pasó de la sobriedad inicial a un abandono progresivo. Esta evolución fue causada tanto por el intento teológico de resaltar el papel de Cristo único Salvador y mediador, como por una cierta reacción contra algunas devociones exageradas difundidas en la piedad católica. De hecho, en el pasado, varios teólogos católicos, apoyando una desordenada piedad popular, habían utilizado expresiones de exagerada devoción hacia María ("cuarta persona de la Trinidad", "una persona divina") que la identificaban con una diosa. En realidad la oración oficial católica (la litúrgica), se mantuvo siempre discreta y por eso alguna vez el Magisterio tuvo que intervenir para frenar las aberraciones del culto popular. También el Concilio Vaticano II pidió a los teólogos y a los predicadores que se "abstuvieran de cualquier falsa exageración así como de una excesiva estrechez de mente" (Lumen Gentium 67).

El mismo Concilio, al final de una discusión, insertó el texto sobre María no en un documento dedicado exclusivamente a la Madre del Señor, sino en el interior de la Constitución sobre la Iglesia "Lumen Gentium"; esto significa que de una mariología que corría el riesgo de ser autónoma (por encima de la Iglesia) se pasó a una doctrina mariana integrada en la Iglesia y al servicio de ésta. María está dentro de la Iglesia, y no por encima de ella, está asociada a los otros fieles, si bien en una situación particular. La reacción protestante, que se tradujo primero en actitudes irónicas y luego en silencio, no respeta la postura que los reformadores dieron a María en la economía de la salvación. Hoy hay algunas voces protestantes que reivindican una valoración correcta de María en la teología reformada y reconocen la legitimidad de venerar, es decir amar y honrar a la Virgen María e imitar su ejemplo. Sin embargo, como no le reconocen (ni a ella ni a los santos) un papel de intercesión, son contrarios a invocarla.

Al final de esta panorámica sobre las problemáticas conectadas al papel de María en el camino ecuménico, nos preguntamos si las diferencias expuestas son verdaderamente un obstáculo hacia la unidad y de qué modo se pueda eliminar este obstáculo.

Nos preguntamos si por una auténtica y visible unidad de la Iglesia nosotros los católicos deberemos "renunciar" o mejor releer en una clave de interpretación distinta, lo que hemos adquirido como verdad de fe respecto a María y, al mismo tiempo, qué es lo que los hermanos de las otras confesiones protestantes tendrían que aceptar e integrar en su fe.

La respuesta pasa por dos precisiones.

Ante todo el objetivo del diálogo ecuménico no es el de eliminar todas las divergencias, sino conseguir que las que permanezcan sean legítimas ( es decir, que estén en consonancia con la Revelación cristiana) y tolerables. Unidad no significa necesariamente uniformidad: es posible una unidad en la diversidad. Claramente, cada Iglesia está llamada a alguna forma de conversión. La otra precisión formulada por el Concilio Vaticano II es que existe una "jerarquía de las verdades": algunas afirmaciones son centrales y pertenecen al núcleo mismo de la fe. No todos los dogmas de fe están en el mismo plano, algunos han sido recibidos en el Símbolo de la fe ( el Credo, el Símbolo apostólico), la humanidad y la divinidad de Cristo, la Santísima Trinidad, la divina maternidad de María, etc… Otros están subordinados y son fruto de una evolución tardía. Esto, que no ha constituido un problema de fe durante diecinueve siglos, no puede ahora ser valorado como una cuestión separadora. Se puede quizás aplicar en este ámbito el principio enunciado tantas veces por el cardenal J. Ratzinger respecto al primado romano: que Roma no debe exigir de las Iglesias hermanas más de lo que ha sido formulado y vivido en el transcurso del primer milenio cuando la Iglesia estaba unida. Así, la Iglesia católica no haría de la aceptación de los dogmas marianos una condición indispensable para la plena comunión entre las Iglesias. Pediría únicamente que se respetase el contenido de los dogmas, que no se los juzgase contrarios al Evangelio y a la fe, sino que se los considerase como consecuencias legítimas de una larga reflexión teológica coherente con la Revelación.

La conclusión que se impone es que también la unidad es un don que hay que pedir al Señor con la oración y es un camino que se recorre lentamente con los pequeños pasos del testimonio cotidiano. Un compromiso que nos obliga a hacer en nuestras familias, en las parroquias, en los movimientos religiosos, pasos de auténtica conversión superando las desavenencias, las rivalidades, los pequeños odios, las pequeñas luchas por los pequeños poderes. Es también un camino de tolerancia, de transigencia respecto de opiniones distintas que no hacen mella en lo esencial. Nosotros creemos, como dice el Apóstol, que la Iglesia es un cuerpo sobre el que repercuten misteriosamente las acciones de cada miembro individual, en el bien y en el mal. En la Iglesia no hay comparsas inútiles, cada uno a su manera es protagonista, quizás sin saberlo y sin quererlo.

Mirco

 

 

 

CRÓNICAS DEL JUBILEO

El jubileo de los presos:

"Vengo a deciros que Dios os ama"

El Evangelio de Lucas explica que al inicio de su vida pública, Jesús, habiendo entrado en la sinagoga de Nazaret, se levantó para leer como era su costumbre y le entregaron el rollo del Profeta Isaías; lo abrió y leyó: "El Espíritu del Señor está sobre mí; porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor." (Lc 4, 16-19). Luego añadió: "Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy." (Lc 4, 21)

El domingo 9 de julio el S. Padre, en este año de gracia que es el Gran Jubileo, quiso (como sucesor de Pedro y vicario de Cristo), renovar la esperanza a los presos llevándoles el alegre anuncio del amor de Dios hacia los pobres y los que sufren: Vengo a deciros que Dios os ama.
En este anuncio está todo el gran deseo del Papa de recuperar, a la luz del amor de Dios, esa dignidad humana a veces sofocada en la cárcel con su vida dura e infeliz. La libertad más alta que cada hombre debería recuperar es la libertad de los hijos de Dios; libertad que nace justamente de la dignidad de esta llamada. Es el pecado el que aleja al hombre de Dios, por esto el S. Padre invitó a sus amigos detenidos a liberarse ante todo de esta forma de esclavitud en la que el espíritu está encadenado y de encaminarse luego con todas las fuerzas hacia una vida nueva en el encuentro con Cristo.
En la celebración estaban presentes también las autoridades políticas a las que Juan Pablo II invitó a adoptar medidas adecuadas para reducir las penurias de los prisioneros y exhortó a no excluir eventuales actos de clemencia.

 

¡Jóvenes… mi joya y mi corona!

Es el grito festivo del Santo Padre frente a una marea de brazos alzados, las de los 2 millones de jóvenes reunidos en Roma del 15 al 20 de agosto de 160 países del mundo (30 de los cuales actualmente oprimidos por la guerra), con ocasión de la XV Jornada mundial de la juventud (JMJ). Jóvenes que lo aclaman con entusiasmo incontenible en la inmensa explanada de Tor Vergata, en los alrededores de Roma; reunidos en torno a "su Papa", los jóvenes se parecen a aquella multitud de hombres y mujeres sedientos de la Palabra de verdad y necesitados de un pastor, que se reunía en Galilea en torno al Maestro, Jesús de Nazaret. Y la Palabra misma, el Verbo del Padre, se hizo visible también en estas jornadas romanas en las que se ha reflexionado sobre el tema "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1, 14). Una presencia invocada por todos los que han recorrido tanto camino para llegar a la ciudad de Pedro (muchos incluso a pie).

Jóvenes, ¿qué habéis venido a buscar? - exhortó el Santo Padre en su discurso de acogida en la plaza de S. Pedro - o mejor, ¿A quién habéis venido a buscar?… La respuesta no puede ser más que una: ¡habéis venido a buscar a Jesucristo! A Jesucristo que, sin embargo, primero os busca a vosotros. Celebrar el Jubileo no tiene otro significado que el de celebrar y encontrar a Jesús, el Emanuel. Los chicos son conscientes de esto, lo habían deseado en los años preparatorios al Gran Jubileo y ahora, llegados a la meta, lo cantan en voz alta en el himno oficial de esta JMJ: "Estamos aquí, bajo la misma luz, bajo su cruz, cantando a una sola voz: Emanuel…"

"Vino a su casa, pero los suyos no la acogieron (la Palabra)" (Jn 1,10), continúa el prólogo de Juan: Queridísimos, ¿estáis vosotros entre los que han acogido a Cristo? Vuestra presencia aquí es ya una respuesta. Habéis venido a Roma para acoger en vosotros la potencia de vida que está en él…Hoy, en primer lugar, quiero deciros que creo firmemente en Cristo Jesús nuestro Señor. Sí, yo creo, y hago mías las palabras del apóstol Pablo: "Esta vida de la carne, yo la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me ha amado y se ha entregado por mí" (Gál 2, 20). Son palabras fuertes, provocadoras pero al mismo tiempo alentadoras: palabras que invitan a una radicalidad en la respuesta pero que también abren perspectivas futuras de esperanza y de bien para quien se deja guiar por el Buen Pastor. El Papa en estos días ha tocado muchas veces el tema de la fe, implicándose personalmente en el diálogo y acercándose a la criatura frágil que, con dificultad, vive en el mundo de hoy su adhesión al Verbo encarnado. Mi fe, como la de Pedro y como la de cada uno de vosotros, no es únicamente obra mía, adhesión mía a la verdad de Cristo y de la Iglesia - anima el Santo Padre - sino que es esencialmente y ante todo obra del Espíritu Santo, don de su gracia. El Señor me da, como os da a vosotros, su Espíritu para hacernos decir "Creo", utilizándonos luego para testimoniarlo en cada rincón de la tierra.
El camino de la fe pasa por todo lo que vivimos. Dios obra en las circunstancias concretas y personales de cada uno de nosotros: a través de ellas, a veces de manera verdaderamente misteriosa, se presenta a nosotros el Verbo "hecho carne", que ha venido a habitar entre nosotros… Por tanto, nunca penséis que sois desconocidos a sus ojos, como simples números de una masa anónima. Cada uno de vosotros es precioso para Cristo, Él os conoce personalmente y os ama tiernamente, incluso cuando uno no se da cuenta de ello.

Tiene razón el Papa y los jóvenes tuvieron ocasión de experimentarlo en esta semana en la que vivieron "hacinados", alguna vez incluso inmersos en una masa de gente oceánica: sí, cada uno de ellos es conocido personalmente, en sus sentimientos, en los deseos, en las ambiciones, en lo secreto de su corazón. Muchas caras y sin embargo todas únicas en el corazón de Cristo.

Y entonces viene a propósito la pregunta que el santo Padre les dirigió durante la Vigilia de oración en Tor Vergata: "Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?" (Mt 16, 15). Jesús plantea esta pregunta a sus discípuos y Simón Pedro contesta: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo." ¿Cuál es el significado de este diálogo? ¿Por qué Jesús quiere saber qué piensan de Él sus discípulos? Jesús quiere que los discípulos se den cuenta de lo que está escondido en sus mentes y en sus corazones, y que expresen su convicción.

Este acontecimiento nos introduce en cierto sentido en el "laboratorio de la fe". Allí se desvela el misterio del inicio y de la maduración de la fe. Primero está la gracia de la revelación: un íntimo, un inexpresable darse de Dios al hombre; después, sigue la llamada a dar una respuesta; y, finalmente, está la respuesta del hombre, respuesta que, desde ese momento en adelante, tendrá que dar sentido y forma a toda su vida.

Con estas palabras Juan Pablo II continúa guiando a los jóvenes en la reflexión sobre la fe, don gratuito de la Gracia pero también algo que el hombre debe reelaborar, afinar y hacer suyo, hasta el punto que el Papa llega a definir como "laboratorio de la fe" todas aquellas circunstancias en las que nuestra fe se pone a prueba y de las que al mismo tiempo sale reforzada del encuentro directo con el Dios vivo.
Queridísimos amigos, también hoy creer en Jesús, seguir a Jesús por las huellas de Pedro, de Tomás, de los primeros apóstoles y testimonios, conlleva una toma de postura por Él y no raras veces casi un nuevo martirio: el martirio de quien, hoy como ayer, es llamado a ir a contracorriente para seguir al Maestro divino, para seguir al "Cordero allá donde vaya" (Ap 14,4). No es por casualidad, queridísimos jóvenes, que he querido que durante el Año Santo fuesen recordados en el Coliseo los testigos de la fe del siglo veinte. Y han sido precisamente los mártires, junto con los jóvenes, los protagonistas de este Jubileo. Fueron recordados en el Via Crucis que se hizo en el Coliseo el viernes por la tarde, y luego fueron nombrados en una larga "letanía" en la vigilia del sábado mientras grandes antorchas encendidas simbolizaban su presencia luminosa en un mundo a menudo amenazado por las tinieblas.

Quizás a vosotros no se os pedirá la sangre, pero sí ciertamente la fidelidad a Cristo. Una fidelidad que se ha de vivir en las situaciones de cada día. Estoy pensando en los novios y en su dificultad de vivir, en el mundo de hoy, la pureza antes del matrimonio; en los matrimonios jóvenes y en las pruebas a las que se expone su compromiso de mutua fidelidad; pienso asimismo en las relaciones entre amigos y en la tentación de deslealtad que puede darse entre ellos.
Pienso también en el que ha empezado un camino de especial consagración y en las dificultades que a veces tiene que afrontar para perseverar en su entrega a Dios y a los hermanos. Me refiero igualmente al que quiere vivir relaciones de solidaridad y de amor en un mundo donde únicamente parece valer la lógica del provecho y del interés personal o de grupo.

Asimismo pienso en el que trabaja por la paz y ve nacer y desarrollarse nuevos focos de guerra en diversas partes del mundo; también en quien actúa en favor de la libertad del hombre y lo ve aún esclavo de sí mismo y de los demás; pienso en el que lucha por el amor y el respeto a la vida humana y ha de asistir frecuentemente a atentados contra la misma y contra el respeto que se le debe.
Una larga lista que nos afecta a todos, dificultades objetivas, pero que si se confían a Dios se convierten en una ocasión de vencernos a nosotros mismos y de dar un testimonio vivo de fe a los que nos observan: Queridos jóvenes, ¿es difícil creer en un mundo así? En el año 2000, ¿es difícil creer? Sí, es difícil. No hay que ocultarlo. Es difícil, pero con la ayuda de la gracia es posible, como Jesús dijo a Pedro: "No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mt 16,17).

Los jóvenes no se asustan, no se dejan atemorizar, saben que es la verdad. Por esto expresan con todo su ser el amor hacia este Papa anciano que los ama infinitamente y los comprende en la profundidad de sus existencias. Mientras él pronuncia su discurso, ellos lo interrumpen con aclamaciones, aplausos, cantos, haciendo viva su presencia y transformando el encuentro en un auténtico diálogo, gracias a su iniciativa e inteligencia, como afirmó el mismo Papa. Y él, como si fuese el "abuelo" de todos, se deja festejar divertido, admirado, contemplando aquella inmensa y variopinta multitud, iluminada por la luz de los focos, pero también por un millón de llamitas encendidas. Es una fiesta grande, llena de alegría, que envuelve a todos en el ritmo arrollador del amor.

Y precisamente al ritmo de las "olas" en las que él mismo participa, el Papa añade con fuerza: En vosotros veo a los "centinelas de la mañana" en este amanecer del tercer milenio. A lo largo del siglo que termina, jóvenes como vosotros eran convocados en reuniones masivas para aprender a odiar, eran enviados para combatir los unos contra los otros. Los diversos mesianismos secularizados, que han intentado sustituir la esperanza cristiana, se han revelado después como verdaderos y propios infiernos. Hoy estáis reunidos aquí para afirmar que en el nuevo siglo no os prestaréis a ser instrumentos de violencia y destrucción; defenderéis la paz, incluso a costa de vuestra vida si fuera necesario. No os conformaréis con un mundo en el que otros seres humanos mueren de hambre, son analfabetos, están sin trabajo. Defenderéis la vida en cada momento de su desarrollo terreno; os esforzaréis con todas vuestras energías en hacer que esta tierra sea cada vez más habitable para todos.

¿Cómo quedar indiferente ante estas consideraciones? Una verdad gritada que arroja luz sobre las crudas realidades del siglo XX, pero que al mismo tiempo ilumina los pasos futuros de los jóvenes a los que el Pontífice confía la misión de construir un mundo mejor, un mundo fundado en Cristo: En realidad, es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es Él quien os espera cuando no os satisface nada de lo que encontráis; es Él la belleza que tanto os atrae; es Él quien os provoca con esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo; es Él quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien os lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande, la voluntad de seguir un ideal, el rechazo a dejaros atrapar por la mediocridad, la valentía de comprometeros con humildad y perseverancia para mejorar vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna. …No tengáis miedo de entregaros a Él. Él os guiará, os dará la fuerza para seguirlo todos los días y en cada situación.
El pueblo de Dios reunido en Roma ha podido experimentar concretamente la verdad de estas palabras viviendo una experiencia de profunda comunión con la Iglesia y los otros jóvenes peregrinos. Una Iglesia que ha mostrado su rostro materno acogiendo durante una semana, en todas las diócesis italianas, a los jóvenes procedentes del extranjero y organizando para ellos encuentros espirituales y recreativos, antes de dirigirse a Roma. Una Iglesia que luego ha instruido a los jóvenes con las catequesis realizadas en las diversas lenguas por 150 obispos y cardenales. Una Iglesia que en el sacramento del perdón mostró el Rostro misericordioso del Padre en la gran extensión del Circo Massimo, donde mil confesionarios acogían los corazones necesitados de reconciliación. Una Iglesia joven que expresó su modernidad organizando numerosísimas iniciativas artísticas, musicales y culturales "para todos los justos". Pero sobre todo, una Iglesia viva, hecha por ellos, los jóvenes, que con continuos happenings han cambiado la fisonomía de una ciudad, transformándola en una gozosa encrucijada de pueblos y culturas.

Estos jóvenes han maravillado por su capacidad de expresar con autenticidad su juventud sin caer en esas manifestaciones exhibicionistas y poco respetuosas que caracterizan a buena parte de la juventud actual. Llamaba la atención su serenidad y tolerancia ante situaciones difíciles: el calor excesivo, las largas caminatas y las largas esperas, las aglomeraciones y los alojamientos "espartanos"… Impresionaba su alegría a pesar de las incomodidades, pero también el respeto por las cosas y hacia los demás, la educación y la capacidad de recogerse en oración, en un silencio profundo y ordenado en el momento oportuno, como cuando recorrieron el trayecto hacia la Puerta Santa, viviendo con emoción ese importante momento de la peregrinación jubilar ( para asimilar el gran flujo de gente tuvieron que abrirse otras dos "puertas santas").

 

"¿También vosotros queréis marcharos?" (Jn 6, 67). La pregunta de Cristo sobrepasa los siglos y llega hasta nosotros, nos interpela personalmente y nos pide una decisión. ¿Cuál es vuestra respuesta? Queridos jóvenes, si estamos aquí hoy es porque nos vemos reflejados en la afirmación del apóstol Pedro: "Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna." Son las palabras del Papa en la homilía de la misa de clausura en el Campus de Tor Vergata (donde los jóvenes habían pasado la noche, durmiendo a la intemperie, uno al lado de otro: ¡una intimidad familiar compuesta de dos millones de personas!). Es importante darse cuenta de que, entre todas las preguntas que surgen en vuestro interior, las decisivas no se refieren al "qué". La pregunta de fondo es "quién": hacia "quién" ir, a "quién" seguir, a "quién" confiar la propia vida…
Toda persona humana es inevitablemente limitada, incluso en el matrimonio más encajado se ha de tener en cuenta una cierta medida de desilusión… Sólo Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios y de María, la Palabra eterna del Padre, que nació hace dos mil años en Belén de Judá, puede satisfacer las aspiraciones más profundas del corazón humano… Y el divino Maestro es accesible personalmente; en efecto, está presente sobre el altar en la realidad de su cuerpo y de su sangre.
No miente el Papa, si los jóvenes han ido a Roma para encontrarlo a Él, al Emanuel, es porque estaban seguros de que lo encontrarían, pero también de reencontrarlo a la vuelta en sus iglesias: Él les esperará sobre cada altar donde se ofrece en sacrificio al Padre. ¡Cristo nos ama y nos ama siempre! Nos ama incluso cuando lo decepcionamos, cuando no correspondemos a lo que espera de nosotros. Celebrar la Eucaristía "comiendo su carne y bebiendo su sangre" significa aceptar la lógica de la cruz y del servicio. Es decir, significa ofrecer la propia disponibilidad para sacrificarse por los otros, como lo hizo Él. Nuestra sociedad tiene una necesidad urgente de este testimonio, lo necesitan más que nunca los jóvenes, a menudo tentados por el espejismo de una vida fácil y cómoda, por la droga y el hedonismo, por encontrarse en la espiral de la desesperación, del sinsentido, de la violencia.

Ésta es nuestra Eucaristía, ésta es la respuesta que Cristo espera de nosotros, de vosotros, jóvenes, al final de vuestro Jubileo. A Jesús no le gustan las medias tintas y no duda en apremiarnos con la pregunta: "¿También vosotros queréis marcharos?".

No, los jóvenes no quieren irse, porque creen en su amigo Jesús, pero creen también en él, el Papa, que no ha rechazado nunca ni trabajos ni sufrimientos para dar testimonio del amor de Cristo a todas las gentes. Como ahora lo testimonia a los jóvenes, con un vigor que hace tiempo no veíamos, un Papa rejuvenecido porque ha sido capaz de estar con los jóvenes.

Queridísimos, al volver a vuestra tierra poned la Eucaristía en el centro de vuestra vida personal…Que la participación en la Eucaristía fructifique, en especial, en un nuevo florecer de vocaciones a la vida religiosa, que asegure la presencia de fuerzas nuevas y generosas en la Iglesia para la gran tarea de la nueva evangelización. Si alguno de vosotros, queridos jóvenes, siente en sí la llamada del Señor a darse totalmente a Él para amarlo "con corazón indiviso", que no se deje paralizar por la duda o el miedo. Que pronuncie con valentía su propio "sí" sin reservas, fiándose de Él que es fiel en todas sus promesas…

Al final de esta celebración eucarística, nuestro pensamiento se dirige a la Virgen María, en cuya fiesta de la Asunción hemos dado inicio a esta decimoquinta Jornada Mundial de la Juventud. Con su presencia afectuosa y materna, María ha guiado estas jornadas romanas de intensa experiencia de fe. A Ella queremos expresarle toda nuestra gratitud por aquel "sí" que dio en el inicio de la "aventura" de la Redención.
Mirándoos a vosotros, vuestros rostros jóvenes, vuestro entusiasmo sincero, quiero expresar, desde lo hondo de mi corazón, mi agradecimiento a Dios por el don de la juventud, que a través de vosotros permanece en la Iglesia y en el mundo. El Papa os acompaña con su afecto y, parafraseando una expresión de Santa Catalina de Siena, os dice: "Si sois lo que tenéis que ser, ¡prenderéis fuego al mundo entero!".

 

 

Entre las lágrimas, una sonrisa

Antonius Hukunala es un joven exseminarista de las Molucas que en esta guerra ha perdido a sus padres y, desde hace tiempo que no tiene noticias de su hermana; junto a los cristianos de Buru fue expulsado de allí por los musulmanes y su casa fue destruida. En una carta al director de un periódico italiano, expresa así su soledad y su dolor por no poder asisitir junto con los jóvenes del mundo entero al encuentro de la juventud con el Papa.

"Hace unos días llegó a Ambou un periodista italiano. Por él supe que en vuestro país se han reunido los jóvenes católicos de todo el mundo para celebrar el Jubileo 2000. Me alegro, nos alegramos nosotros los jóvenes católicos de las Molucas de saber que se está realizando esta bellísima fiesta de la juventud internacional. ¡Qué felices debéis estar! Aunque estamos tan lejos de vuestras sonrisas, queremos haceros saber que también nosotros nos sentimos unidos en el corazón y en las oraciones a los jóvenes del Jubileo 2000.

Yo estoy triste, porque ya no tengo a nadie a mi lado. El único consuelo que me queda está en la oración y en nuestra Madre María que me sostiene y me anima a ir adelante. Espero ardientemente que la guerra, aquí en las Molucas, acabe pronto. Yo no sé cuál será mi destino, mi vida mañana y me pregunto: ¿ es éste mi, nuestro Jubileo de chicos y chicas jóvenes católicos de las Molucas? Sólo me queda una cosa, mientras vivo en mi soledad: la esperanza que nuestro Señor Jesucristo me guíe hacia un futuro mejor y de perdón."

Antonius Hukunala

 

 

"Bienaventurados los que sufren, porque ellos serán consolados" (Mt 5,4)

 

 

NOTICIAS DE LA TIERRA BENDITA

 

Seminario para los sacerdotes

Del 30 de junio al 6 de julio, en las inmediaciones del santuario de la Reina de la Paz en Medj., tuvo lugar el 5º seminario internacional para sacerdotes. Cerca de 300 sacerdotes procedentes de 32 países participaron en los trabajos del seminario sobre el tema : "El sacerdote: el hombre de la Santísima Trinidad y servidor del cuerpo del Señor".

Durante seis días los sacerdotes escucharon conferencias, reflexionaron, oraron, celebraron juntos la Eucaristía y fueron a la Colina de las Apariciones y al Krizevac.
El seminario fue organizado y dirigido por el P. Slavko Barbaric y los conferenciantes fueron: Daniel Ange, P. James Manjackal, Rufus Pereira, P. Martin Ramoser, don Cosimo Cavalluzo, sor Elvira Petrozzi y fray Jozo Zovko.

 

Festival de los jóvenes 2000

El Festival internacional de los Jóvenes, ya en su undécima edición, se desarrolló en Medjugorje del 31 de julio al 6 de agosto. Es uno de los grandes momentos de la vida del Santuario y también este año han asistido muchísimos jóvenes - cerca de 20.000 - de 19 países del mundo para dar su tiempo y sus vacaciones a Jesús y a su Madre.

El tema del festival "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros", además de desarrollarse en muchas conferencias, lo pudimos ver señalado unos en los rostros de los otros. ¿Cómo describir la transformación progresiva que se operó en tantos rostros; cómo describir las lágrimas de quien ha cambiado su vida encontrándose ante el Santísimo Sacramento; y cómo explicar los ojos llenos de gozo de los que han experimentado al Dios vivo, la plenitud que buscaban desde hace años? Diciendo sencillamente que María ha conducido a 20.000 de sus hijos a vivir profunda y conscientemente la Misa, la oración, la confesión…
El Festival concluyó con la Santa Misa celebrada en el Krizevac el 6 de agosto, fiesta de la Transfiguración de Jesús. La relación entre el último día del encuentro de oración y la festividad que la Iglesia celebra en aquel día es simbólica pues subraya aún más la transformación de sus corazones jóvenes por obra de María.
Intervinieron muchos testimonios con palabras vivas, inspiradas, y tocaron los corazones: sor Elvira, p. Jozo, p. Slavko, don Cosimo Cavaluzzo, don Primo Martinuzzi, los videntes y muchos otros.
Es imposible referirlos todos. Os proponemos sólo algunos fragmentos de estos testimonios para que puedan hacer como Eco de la voz de consuelo y fortaleza que María hizo resonar en esta semana del Festival, en Medj.

 

Voz que llama…

Ordenado sacerdote la semana anterior en Lourdes, fr. Silouane (Silvano), africano, de la comunidad de las Bienaventuranzas, abrió la primera jornada centrada en el Emanuel, sus palabras fueron un reclamo apremiante a reconocer el amor de Dios a través de su hijo Jesús:
"Hermano mío, hermana mía queridísima, Jesús está aquí y desea tocar tu corazón, déjate alcanzar por su amor. El profeta Malaquías (cap.3) dice que se alzará el Sol de justicia que traerá la sanación con sus rayos; igualmente el Benedictus define a Cristo como Sol de Justicia. Hermano mío, hermana mía, Dios te quiere mucho, quiere tu bien. Jesús es el Sol de Justicia que ha venido a salvarte.
¿Cuál es tu sufrimiento? ¿Te falta amor en el corazón, estás triste, eres esclavo del pecado, enfermo de amor? Jesús escucha el grito que sale de ti y viene a salvarte de tu infelicidad. El Señor conoce tu miseria. El Señor dice a cada uno personalmente: escoge la vida para ser feliz, - para que vivas tú y tu descendencia (Dt 30, 19)."

 

Voz que invita…

De Don Primo, médico desde hace 23 años, psiquiatra y psicoterapeuta desde hace 18, y sacerdote de la Diócesis de Roma desde hace 9 años, llega a los jóvenes la invitación a la decisión, a la apertura al proyecto de Dios: "Quien desde hace años va de santuario en santuario y no toma una decisión para su vida, no da un buen testimonio. S. Juan Bosco dijo que de cada 100 chicos, Dios da la gracia de una consagración a unos 30, pero muchos no responden porque no han alcanzado la libertad de los hijos de Dios."

 

Voz de quien ve…

Durante todos los días del Festival se alternaron en el palco los videntes y compartieron con nosotros su experiencia singular.
Todos pusieron el acento sobre los mensajes principales de la Virgen: oración con el corazón, ayuno miércoles y viernes a pan y agua, S. Misa, confesión mensual, lectura de la Biblia. Dirigieron también a los jóvenes palabras de tono confidencial y son éstas las que queremos compartir.

Jakov: "He crecido y pasado toda la infancia con la Virgen, tenía 10 años cuando comenzaron las apariciones, y fue el día más hermoso de mi vida. El día en que me dijo que a partir de entonces se me aparecería sólo una vez al año fue en cambio el día más triste de mi vida; había crecido con Ella y no sabía que haría sin Ella. Luego comprendí que en la oración la podía ver con los ojos del corazón. Queridos jóvenes, con la oración lo podemos obtener todo. Y estad seguros de que la Virgen os recompensará 100 veces por la elección y el sacrificio de venir aquí a pasar el tiempo de las vacaciones con Ella. Gracias a todos por vuestra respuesta."

Mirjana: "Cuando estoy con la Virgen, para mí no existe nada más, sólo deseo estar con Ella. Sin embargo, la Virgen nos ha dicho a menudo que si tuviésemos que elegir entre Ella y la S. Misa deberíamos elegir siempre la S. Misa. Tampoco ha dicho nunca "orad y yo os daré", sino que dice siempre "orad y Dios os dará a través de mí".

Ivan: "Cuando comenzaron las apariciones tenía 16 años, y entre tantos la Virgen me escogió a mí. No le tenía una devoción particular, ni siquiera sabía que se hubiera aparecido en otros lugares.

Las apariciones han cambiado mi vida. A lo largo de estos 19 años estar en la escuela del amor, de la oración, estar sencillamente con la Madre del Cielo ha sido un don grandísimo pero también una gran responsabilidad. No es sencillo encontrarse con la Virgen y tener que volver a la realidad de este mundo, ver la luz del paraíso y luego estar aquí.

¡Es tan difícil hablar de su ternura, de su rostro! Ella nos ha metido a todos en Su Corazón: comienza siempre los mensajes diciendo "queridos hijos" y tendríais que ver cómo lo dice… Esta tarde, en el encuentro con Ella, os encomendaré a todos vosotros…"

 

Voz de quien apacienta sus corderos

Mons. Robert Rivas, Obispo de St. Vincent nos acompañó con su simpatía durante toda la semana del Festival, confiándonos su experiencia personal de pastor de la Iglesia: S. Vincent en el Caribe - nos explicó - es una pequeña isla de mayoría protestante. Hay únicamente 10.000 católicos. El tema sobre el que nos habló fue la Eucaristía: Jesús pan de vida.

"Cuando tenía 14 años, dijo, comencé a ir a misa todos los días. Hoy hace 29 años que soy sacerdote y 10 que soy Obispo, y os puedo decir que el sacerdote vive de la Eucaristía y la da a los demás: debemos ser pan para los demás. Eucaristía y sacerdocio son un don, la Eucaristía es fuente de amor, de paz, de gracia, exige un cambio radical de la vida.

Vine a Medj. en 1994 y creo firmemente que mi venida no fue casual. Siento que aquí he recibido aquí dos misiones importantes: que lleve la Eucaristía y que dé testimonio de los mensajes. Creo que la Virgen quiere que llevemos a Jesús a sus hijos; nosotros los sacerdotes, los obispos, cuando bajamos del púlpito a menudo somos tímidos, pero ahora es tiempo de hablar, de llevar esta buena nueva de Cristo a todos. Si somos débiles es porque no estamos unidos a Jesús Eucaristía y no lo conocemos. ¡Jóvenes! ¿Cómo podéis nadar a contracorriente, contra esta cultura de muerte, de consumismo? ¡Si sois débiles no podréis! Acoged el Pan de vida, recibid fuerza de la Eucaristía y entonces conseguiréis nadar a contracorriente en este mundo y convertiros en alimento para los demás."

 

Voz de quien ha pasado de las tinieblas a la luz

Los chicos de la comunidad Cenáculo contaron su liberación de la droga, pero sobre todo su redención del pecado, en la jornada del Festival dedicada al tema: La Eucaristía - medicina para las heridas del cuerpo y del alma.

Lo hicieron, como cada año, además de con las palabras, también a través de su espectáculo que explicaba precisamente este paso de las tinieblas a la luz. Representando la historia de la Salvación desde la creación al pecado original, desde el nacimiento de Cristo a su muerte en cruz y la Resurrección, los chicos y las chicas de sor Elvira explicaron su vida, cómo cayeron, cómo luego Jesús entró en su vida, cómo han resurgido.

Gianluca: "Yo era un chico rebelde. Cuando mis padres se divorciaron tenía tanta rabia y odio dentro que en mí se hizo aún más grande el vacío, y juzgaba a mis padres. Busqué la felicidad y el placer fuera de casa. Cuando estaba con los amigos tomaba éxtasis, pensaba que era feliz. Luego, con la heroína toqué el fondo de la desesperación. Busqué ayuda en una comunidad psicoterapéutica basada en discursos de grupo y parecía que iba bien, pero al cabo de poco tiempo volví a ser el de antes. Me ayudó un grupo de oración que estuvo cerca mío con amor, hasta que llegué a la comunidad Cenáculo. Ahora, pasados los años, mi familia ha hecho las paces, se han perdonado. Mi sanación ha sido su sanación. Doy gracias a Dios por el don de una chica que me ha ayudado con su gran fe."

Por la mañana, sor Elvira tuvo un gran espacio para su intervención. Todos los jóvenes testimoniaron haberse conmovido mucho con sus palabras explícitas, quizás crudas, pero sobre todo verdaderas y fruto de una experiencia de dos décadas con sus jóvenes.

"La Eucaristía es un Sol vivo y penetrante. El único método que propone la Comunidad Cenáculo es la sanación a través de la Eucaristía. La única sanación de la vida es la Eucaristía; los jóvenes se dejan sanar y liberar a través de la adoración eucarística que los cambia y los transfigura. La adoración hace pasar de las tinieblas a la luz. Recorramos de nuevo con Jesús toda nuestra historia: la Eucaristía nos sanará porque de Jesús Eucaristía viene la sanación. No tenemos elección, debemos dejarnos sanar por Él para convertirnos en testimonios vivos de su vida hoy: Jesús está vivo hoy.

A vosotros padres os digo que no tengáis miedo de hacer rezar a vuestros hijos desde su primera infancia; los jóvenes quieren ver hechos: tienen ojos y quieren ver la coherencia de nuestros gestos, os piden la coherencia y no se escandalizan cuando os reconocéis pecadores, cuando os ven débiles, sino que al contrario reconocerán la verdad si decimos la verdad."

 

Voz de quien desde hace años testimonia la Gospa

Como conclusión de la larga serie de catequesis y de testimonios, tambien el p. Jozo Zovko quiso marcar el corazón de los jóvenes peregrinos a través de sus palabras claras y directas y su oración profunda. He aquí una síntesis de lo que dijo:

"Desde hace veinte años este lugar es el Cenáculo donde María ora y donde millones de personas quieren orar con Ella respondiendo a su llamada. En el Cenáculo se dio el Espíritu Santo pero se instituyó también la Eucaristía. Deseo deciros que no es cierto que la fe está en crisis, en crisis más bien están los apóstoles que ya no saben rezar, los profetas que no saben tener las manos alzadas, los sacerdotes que no saben ya arrodillarse. Queridísimos hermanos y hermanas, gracias por haber respondido a la llamada de María, porque habéis demostrado que es posible vivir juntos, en paz y con gozo.

La Virgen nos enseña cómo convertirnos en hombres nuevos poniendo en nuestro corazón la Eucaristía que es el corazón de la Iglesia. Donde no hay Eucaristía, no hay Iglesia.

La Virgen es el primer tabernáculo. Si se pregunta qué ha hecho la Iglesia en Medj. a lo largo de estos veinte años, la respuesta es que ha orado, ha ayunado, ha celebrado la Eucaristía.

Al principio de las apariciones comenzamos a celebrar la Misa por la tarde, pero la policía vino a protestar pidiéndonos que cerrásemos la Iglesia. Nosotros no la cerramos porque sabíamos que sin la posibilidad de celebrar la Eucaristía aquí hubiera muerto la fe. Por tanto perseveramos y enseguida la Gospa dijo: "Adorad continuamente a mi Hijo" Vosotros, jóvenes, sois el futuro del mundo. El Papa hace años que repite que éste es un tiempo de gracia para superar todas las barreras, los límites y las cerrazones. La Iglesia se renueva nutriéndose de la Eucaristía, la Eucaristía sana al hombre del egoísmo.

Aprende a ser don para los demás: esto es lo que significa la Eucaristía. Existen cinco mil millones de hombres que no conocen a Jesús. Conocen todas las tecnologías pero no hablan de Dios. Por esto existe este Festival de los jóvenes. El profeta pregunta a Dios: "¿a quién enviar?" Y luego responde: "¡Pues mándame a mí!"

Di también tú a Dios: "¡Mándame a mí!" Toma mi vida y entrégala a los que la necesitan! Toma mi corazón para que sea amor en este mundo. Dios, envíame." Éste es el fruto de la Eucaristía. Señor, gracias por este día. Gracias María por estos jóvenes. Bendícenos a todos.

Berni

 

¡Voz a los jóvenes del Festival…!

En comunión de intenciones y de espíritu con el Santo Padre, la Iglesia de Medj. quiso hacer suyo el tema de la Jornada mundial de la juventud que tuvo lugar en Roma: "El Verbo se hizo carne…" y quiso reflexionar sobre el misterio de la encarnación, sobre el milagro de un Dios que se hace hombre y que decide quedarse con el hombre - Emanuel - en la Eucaristía.

S. Juan, en el prólogo de su Evangelio, refiriéndose al Verbo de Dios como la luz que viene a iluminar las tinieblas del mundo, dice: "Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios: a los que creen en su nombre, el cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios." (Jn 1, 12-13) Esta filiación divina ha sido el fruto de la gracia de Medj. durante los días del Festival.

A través de María, Madre del Emanuel y Madre nuestra, los jóvenes abrieron sus corazones a Dios y lo reconocieron como Padre. Los efectos de este encuentro con Dios Padre, que en su Hijo Jesús nos redime y nos hermana, fueron el gozo y la paz que penetraron en sus corazones, un gozo que además de maravillar, podía palparse.

Para que el recuerdo de estos días no quede sólo en el recuento de una crónica, hemos decidido referir las experiencias y los propósitos de algunos jóvenes, de entre 18 y 25 años, como testimonio de las gracias recibidas.

Pierluigi: "Personalmente, la experiencia de la adoración en este festival me ha dado paz, una paz que buscaba en la vida de cada día pero que no lograba encontrar, una paz que dura, que nace del corazón. Durante la adoración comprendí que si abrimos el corazón al Señor, Él entra y nos transforma, sólo hace falta que nosotros tengamos ganas de conocerlo.
Es verdad que aquí en Medj. la paz y la serenidad son distintas a otros lugares, pero es justamente aquí donde está nuestra responsabilidad: debemos trasplantar este oasis, no lo debemos tener sólo en nuestro corazón, debemos llevarlo a los demás, no con imposición sino con amor. La Virgen nos pide que recemos el Rosario cada día, no que realicemos quien sabe qué discursos; Ella nos promete que ya sólo el Rosario puede hacer milagros en nuestra vida."

Paola: "Durante la Comunión lloré mucho porque estaba segura, sentía que Dios estaba en la Eucaristía y que se hacía presente en mí; mi llanto era de gozo, no de tristeza. En Medj. he aprendido a llorar de alegría.

Daniela: "He recibido de esta experiencia más de lo que esperaba; he reencontrado la paz y creo que esto es lo más precioso que me llevo a casa. He encontrado también la alegría que había perdido desde hace algún tiempo y que no lograba recuperar; aquí he comprendido que había perdido la alegría porque había perdido a Jesús."
Muchos jóvenes llegaron a Medj. con el deseo de comprender qué hacer con sus vidas, el milagro más grande ha sido como siempre la transformación del corazón:

Cristina: "Llegué aquí con el deseo de comprender cuál era mi camino, qué tengo que hacer en la vida, y esperaba un signo. Intentaba estar atenta a todas las emociones que experimentaba, esperaba reconocer y experimentar en mí esa emoción que te deja sin aliento cuando encuentras a Jesús en la Eucaristía. Luego comprendí, escuchando los testimonios de los jóvenes de sor Elvira, que el signo que tengo que buscar es el cambio del corazón: aprender a pedir perdón, a no responder si me ofenden, en pocas palabras, a ser humilde. Decidí marcarme unos puntos prácticos a seguir: en primer lugar, bajar la cabeza y dar un signo a mi familia aprendiendo a callar más y escuchar."

Maria Pia: "En este festival me han conmovido las ponencias y los testimonios, y he descubierto que rezaba de forma equivocada. Antes cuando rezaba tendía siempre a pedir a Jesús mientras que ahora he comprendido que antes de pedir lo que sea, debemos liberarnos de nosotros mismos y ofrecer nuestra vida a Dios. A mí esto siempre me ha dado miedo; recuerdo que cuando rezaba el Padre Nuestro no conseguía decir "Hágase tu voluntad", no he conseguido nunca superarme a mí misma para ofrecerme completamente a Dios, porque tenía siempre miedo de que mis proyectos no fuesen los de Dios. Ahora he comprendido que es indispensable liberarnos de nosotros mismos porque, de otra manera, no se avanza en la vida espiritual."
El que se siente hijo de Dios, el que experimenta su amor tierno y paterno no puede llevar en sí rencor o enemistad. Esta verdad fundamental encontró confirmación en la experiencia de algunos jóvenes:

Manuela: "Aquí he experimentado la paz, la serenidad y el perdón. He rezado mucho por este don, y al final he conseguido perdonar."

Maria Fiore: "En Medj. he podido ver cómo cualquier frialdad en las relaciones nos separa del cálido amor de María. He comprendido que la comunión es importante, la que se vive en el amor de Dios; en cambio, si nos quedamos solos, en cambio, nos morimos, incluso espiritualmente."
S. Juan concluye su Prólogo diciendo "De su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia" (Jn 1,16); también nosotros queremos concluir diciendo que en estos días hemos experimentado la plenitud de la vida, hemos experimentado que la Vida se hace carne en cada hombre que la acoge y que da frutos de gozo eterno y de paz profunda a cada corazón que se abre.
María, por su lado, no ha sido sólo una espectadora de estos "milagros", sino que ciertamente ha contribuido con su ofrecimiento a la realización del plan de Dios sobre cada joven presente en el Festival.

Agnese

 

 

La Virgen nos sorprende siempre por su delicadeza, que actúa ayudando a sus hijos a renacer con todo su ser cuando se abandonan a Ella con confianza.

Samuel, un feligrés francés, vino en peregrinación a Medj. el pasado invierno y explica:

"Era homosexual. A pesar de haber recibido en mi infancia una educación católica, mi vida estaba muy apartada de Dios. En París frecuentaba las discotecas más perversas y mi mayor preocupación era aparentar. A los 36 años, durante una estancia de urgencia en el hospital, descubrí que estaba enfermo de sida. En aquel momento me acordé de Dios pero, una vez abandoné el hospital, continué durante tres años buscando al hombre de mi vida… Finalmente, pasando de fracaso en fracaso, de vacío en vacío, comprendí que estaba recorriendo un camino equivocado. Comencé entonces a orientar mi vida hacia Dios; sólo Él podía verdaderamente darme el amor que ansiaba desesperadamente.

Deseaba convertirme y un día cayó entre mis manos un libro sobre Medj.; pude constatar que en aquel lugar todos encuentran una nueva vida y una nueva esperanza. Yo, que como persona era más bien duro, lloré a lágrima viva, estaba conmovido. Fui entonces a Medj. y fui tocado por la intensa presencia de María, mi Madre, que me comunicaba una gran paz interior. Desde ese momento cada día me esfuerzo en cambiar mi corazón y mirar hacia Dios. Me he convertido hace poco, soy todavía muy débil y vulnerable, pero cada día mi corazón desborda de alegría por haber encontrado a mi Creador y a mi Madre. Esta enfermedad que podría haberme matado, Dios la ha utilizado para hacerme renacer.
A todos los que hoy están como yo estaba antes, quiero decirles: ¡Dios existe, Él es la verdad!"

(Del diario de sor Emmanuel)

 

Los viajes de la caridad

* La caridad divina no se cansa nunca de suscitar sentimientos de bondad en los que están abiertos, de corazón, a su acción. Es por esto que Alberto Bonifacio, con voluntarios de distintas partes de Italia que le secundan en sus empresas, continúa la pequeña obra entre las poblaciones golpeadas por el odio y la guerra, a las que llevan, gracias a la ayuda de tantos amigos de Medj., ayudas materiales y… un poco de esperanza.
Seis furgones llenos de "paquetes familiares" viajaron del 19 al 23 de agosto, y entregaron las ayudas en los campos de refugiados de Bosnia (Gracanica), directamente a centenares de viudas musulmanas y a sus hijos. Un dramático estribillo: "Ya no recibimos nada de nadie…" y por ello suplican "¡Venid más a menudo porque no sabemos qué hacer para sobrevivir!"
Alberto nos recuerda que: "Con estas peregrinaciones de caridad, de ayuda a los pobres, cumpliendo con las disposiciones debidas, podemos conseguir cada día la indulgencia plenaria del gran Jubileo. Es un incentivo más para acercarse y participar de los sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía."
Para eventuales contactos y ayudas, dirigirse a: Alberto Bonifacio - Centro informaciones Medjugorje - Via S. Alessandro, 26 - 23855 Pescate (LC) Tel. O341.36 84 87 - fax. 0341. 36 85 87; CCP n.17473224; CCB n.98230/Y Banca Popolare di Lecco - ABI 3104 - CAB 22901.

NB. Las cuentas están a nombre de Alberto Bonifacio.

 

 

En coloquio con Marija Pavlovic

En los mensajes de María, la invitación a testimoniar la alegría

La Virgen nos pide siempre que vivamos los mensajes que nos da. Ella no quiere hacernos dependientes de los mensajes, pero nos llama a ser portadores gozosos de su palabra y nos invita siempre a ser buenos cristianos. La Virgen nos da la oportunidad de venir a Medj. y comenzar una vida nueva; por esto nos eligió hace 19 años y yo deseo, con mi testimonio, ayudaros a entrar en la gracia de Medj.
Cuando la Virgen apareció le preguntamos: "¿Por qué nos has escogido a nosotros?" Ella respondió: "Dios me ha dado la posibilidad de elegir, y os he escogido a vosotros." Como testigo de la Virgen, deseo ayudaros a entrar en esta gracia especialmente mientras vivimos este año jubilar que nos da la Iglesia, que nos da Dios.

P. La Virgen hoy aún está presente aquí, sin embargo, muchos se preguntan: ¿qué hace, por qué se aparece durante tanto tiempo?

R. Yo siempre digo: la Virgen nos ama y por esto está con nosotros y desea guiarnos por un camino concreto, el camino de cada cristiano; no de un cristiano que está muerto, sino de un cristiano que ha resucitado, que vive con Jesús día a día. Una vez un Papa afirmó que si un cristiano no es mariano, no es un buen cristiano; por esto mi deseo es que os enamoréis de la Virgen pensando en aquellos momentos en los que nosotros nos enamoramos de Ella.
Recuerdo que una vez la Virgen me pidió que le ofreciese durante nueve días algunas horas de oración nocturna, íbamos pues a la colina de las apariciones y a las 2,30 Ella aparecía. Durante esos nueve días, nosotros los videntes, junto a otras personas, ofrecimos la novena por las intenciones de la Virgen.
La Virgen aparecía a las 2,30 pero las personas que nos acompañaban y nosotros mismos nos quedábamos en oración de acción de gracias. Como no conocíamos muchas oraciones decidimos rezar cada uno un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria al Padre; así es como pasábamos la noche hasta las 5 o las 6 de la mañana.

Al final de la novena la Virgen apareció muy contenta pero lo más bello fue que junto a Ella estaban muchísimos ángeles, pequeños y grandes. Hemos notado que cuando la Virgen viene con los Ángeles, si está triste, también los ángeles lo están, pero si está contenta, su expresión de alegría es aún más intensa que la de la Virgen. Aquella vez los ángeles estaban muy contentos. En el momento de la aparición, toda la gente que estaba con nosotros vio caer una gran cantidad de estrellas, y así creyeron seriamente en la presencia de María. Al día siguiente, cuando le contamos al párroco lo que había sucedido, ¡nos dijo que el día anterior había sido la festividad de Nuestra Señora de los Ángeles!
A través del relato de esta experiencia deseo proponeros sus mensajes más importantes: la oración, la conversión, el ayuno… La Virgen pide la oración, pero antes de la oración nos pide la conversión; la Virgen nos pide que comencemos a orar a fin de que nuestra vida se convierta en oración. Recuerdo aquella vez en que la Virgen nos había pedido que dedicásemos tres horas a Jesús y nosotros le dijimos: "¿No es demasiado?" La Virgen sonrió y dijo: "Cuando llega un amigo vuestro que os resulta simpático, no miráis el tiempo que pasáis con él." Por ello nos invitó a obrar de manera que Jesús se conviertiese en nuestro mejor amigo.

La Virgen nos invitó a la oración de una manera gradual; la primera oración que hicimos con Ella fue la de los siete Padre Nuestros, Ave María y Gloria con el Credo. Luego poco a poco pidió el Rosario; luego el Rosario completo y finalmente nos pidió que completásemos nuestra oración con la S. Misa.
La Virgen no nos obliga a orar, Ella nos obliga a transformar nuestra vida en oración, desea que vivamos en la oración de forma que nuestra vida se convierta en un continuo encuentro con Dios. La Virgen nos llama a dar un testimonio gozoso con nuestra vida; por esto, cuando hablo intento transmitir el gozo que vivo junto a la Virgen, porque su presencia aquí en Medj. no es un testimonio de castigos o de tristezas, sino un testimonio de gozo y de esperanza. Por esto la Virgen se aparece tanto tiempo. Una vez en un mensaje a la parroquia dijo: "Si es necesario, yo llamaré a la puerta de cada casa, de cada familia."
Yo veo que muchos peregrinos, al volver a sus casas, sienten esta necesidad de conversión; porque si yo mejoro mi vida, mejora la vida y la calidad de mi familia y mejora la vida del mundo; y entonces comenzamos a hacer lo que nos pide la Sagrada Escritura, que seamos luz y sal de la tierra.
La Virgen nos llama de manera especial para que cada uno de nosotros comience con todas sus fuerzas a ser su testimonio gozoso.

Red.

 

 

*Molucas: Aún graves desórdenes en varias zonas de las Molucas; varias casas de católicos en la capital fueron incendiadas por extremistas musulmanes y las tropas gubernamentales presentes permitieron que esto ocurriese. Además, se registraron enfrentamientos en los límites entre los barrios cristianos y los islámicos. No se tienen noticias ciertas sobre lo que pudo determinar estos incidentes.
La intervención sucesiva de las fuerzas de seguridad provocó al menos cuatro muertes y una veintena de heridos. Por otro lado, francotiradores musulmanes atacan cotidianamente las naves de paso en el archipiélago y las comunidades católicas de la isla de Saparua (centro de las Molucas). Las autoridades de Jakarta, finalmente, enviaron 682 soldados a las Molucas con la misión principal de requisar armamento.

* Angola: El obispo de Uije, monseñor Francisco da Mata Mourisca, renovó la disponibilidad de la Iglesia Católica angolana para contribuir al proceso de paz en el atormentado país africano. El prelado anunció que su diócesis, duramente probada por la guerra en un acto entre las fuerzas del gobierno y los rebeldes de la Unita (Unión nacional para la independencia total de Angola), organizará en septiembre una "semana dedicada al movimiento por la paz", una iniciativa que intenta relanzar, a través de la participación popular, el proceso de reconciliación nacional.

 

Dedicado a don Angelo, "Cantor de las glorias de María"

La Asociación "Solidaridad y Ayuda para la Casa Internacional de la Paz", interesada en la creación del Hospital Padre Pío para la acogida y el cuidado de los niños minusválidos y mutilados, en vista de la apertura de su primer núcleo operativo en la parroquia de Medj,. ha querido dedicar a don Angelo Mutti y a su asistencia celeste (junto a la de otros amigos que junto con él y de formas diversas han contribuido a la difusión del proyecto Medjugorje 2000) un sector del edificio, los laboratorios de análisis y diagnóstico. A este propósito, el P. Mannes M. Ghizzardi, asistente religioso de la Asociación y dominicano de Bolzano, recuerda así a don Angelo y su obra:
"Don Angelo entregó los últimos años de su vida de sacerdote para hacer conocer que la Bienaventurada Virgen, manifestándose en Medj., ha venido a ofrecer a todos la infinita misericordia de su Hijo Jesús antes del día de su justicia.
Conocí ocasionalmente a don Angelo en 1985 y nuestro encuentro fue sencillo, fraterno y vivo. Él, ya desde el 21 de noviembre de 1984, llevaba la publicación mensual Eco de Medj., que en su origen era una hoja parroquial con las últimas noticias sobre las gracias que los peregrinos recibían en Medj.
Don Angelo decía: "¡Cuántas bendiciones podrá transmitir una madre como María a los hijos que se someten a Ella y la aman de todo corazón! Pero atesoremos los días de gracia en que se le ha concedido comunicarnos mayormente sus dones, celebrando sus fiestas en pureza de conciencia (confesión), con la Eucaristía y con signos particulares de afecto hacia Ella". Durante los últimos quince años de actividad sacerdotal, don Angelo fue el cantor de las glorias de María. Lo hizo con amor, en el silencio humilde de su estudio escribiendo a máquina y en la oración. A él llegaban cartas de todo el mundo que, si enriquecían su publicación, enriquecían aún más el corazón y la mente de sus millones de lectores. Para mí, cada vez que lo leía era un momento de gracia; saber que María estaba en camino con su pueblo en el mundo, era fuente de gozo.
Al extremo de sus fuerzas y consumado por el mal inexorable, cuando se le preguntaba cómo estaba, respondía con apacible dulzura: "Oigo a los bienaventurados que me llaman".
La noticia de su muerte apareció en el n.150 del Eco; 150 números como las cuentas de un gran Rosario de amor que él rezó hasta el final para la Bienaventurada Virgen María en un periodo de quince años como quince son los misterios del rosario, como las estaciones de un Via Crucis personal".
Don Angelo creyó en la obra de nuestra Asociación, por esto sentíamos el deber particular de expresarle, en la medida de lo posible, reconocimiento y gratitud recordando su memoria a cuantos tendrán oportunidad de llegar al I Núcleo Operativo del nuevo Hospital, dedicándole el sector de los laboratorios de análisis y diagnóstico donde estará permanentemente expuesto un gran retrato fotográfico con la imagen de su rostro.

p. Mannes Ghizzardi OP

 

Eco en Internet: www.eclipse.it/medjugorje
E-mail Abonos: ecodimaria@mclink.it

 

LOS LECTORES ESCRIBEN

P. Lorenzo de Ruanda: "Queridísimos amigos del Eco de María, os agradezco de corazón la asiduidad con la que me enviáis el Eco. Me es muy útil y precioso especialmente para caldear el corazón de mis jóvenes. ¡Al experimentar cuánto los ama la Mamá del cielo, rebosan de alegría! Cada tarde rezamos el Santo Rosario por vosotros. Que la Madre celeste os obtenga de Su Hijo Jesús las gracias más bellas."

Sor María Assunta de Cremona: "Queridísimos, os escribo para agradeceros el Eco de María que continuáis publicando a pesar de la muerte de don Angelo. Rezo a la Virgen para que suscite corazones generosos que sostengan vuestra obra tan preciosa. Os saludo con afecto y rezo por vosotros."

Zaira de Udine: "Os agradezco infinitamente y estoy muy contenta de que la obra fundada por don Angelo continúe, ahora bajo su protección celeste sosteniendo y guiando a los nuevos redactores. Sentimos que don Angelo está más cerca que nunca de cada uno de nosotros."

P. Diego: "… Por don Angelo y aún más por la Reina de la Paz, continuad mandándonos el Eco, porque es un medio óptimo de evangelización."

Giuseppe Bozzo, distribuidor del Eco en Canadá: "Queridos hermanos y hermanas, ¡gracias por el Eco! Sé que os sentís huérfanos, pero hay que tener valentía y confianza en la presencia espiritual de don Angelo entre nosotros. Con su intercesión y la de María, el Eco continuará. Estamos unidos a vosotros en la oración y en el espíritu."

Anna de Molfetta (BA): "Trabajo en una parroquia y leí el Eco por casualidad. Me sorprendió mucho por la riqueza de sus contenidos, por los artículos válidos y legibles que invitan siempre a la oración, y sobre todo por los comentarios mensuales a los mensajes de la Virgen, que leí con mucha atención y que me suscitaron una profunda devoción a María."

Clara de Génova: "Recibo siempre con mucho placer vuestra publicación y lo distribuyo a otros que como yo lo leen encantados."

Anna de Piana Battolla (SP): "Deseo agradeceros infinitamente. Leí por casualidad vuestra publicación en el hospital y me gustó mucho. Me encantaría recibirlo."

Daniela: "Queridos amigos del Eco de María, recibo desde hace tiempo vuestro periódico: es un don de Dios que hay que difundir para que se cumpla su Reino. ¡Qué mejor apostolado que difundir publicaciones que hablen de Él, a través de nuestra Madre! Gracias por la luz que recibimos de la lectura y la meditación de los artículos que lo componen."

 

Queridísimos lectores, os agradecemos de corazón las numerosas cartas de aliento y de confianza renovada para la continuación del Eco.

Damos las gracias también a todos aquellos nos indican errores eventuales e imprecisiones (de las que nos excusamos), una ayuda preciosa que favorece la calidad de nuestro periódico.

La Redacción.

Roma espera a la Virgen de Fátima

"¡Seas bendita, en este Año Santo, por encima de toda criatura, tú, Sierva del Señor, que obedeciste a la llamada divina del modo más pleno! ¡Seas saludada, tú, que estás enteramente unida a la consagración redentora de tu Hijo! Ilumina especialmente a los pueblos de los que esperas nuestra consagración y nuestra confianza. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo para la gran familia humana del mundo contemporáneo" (J.P. II 1981)
La venerada estatua de la Virgen de Fátima ha sido "invitada" a Roma por el Santo Padre. Su llegada está prevista para el sábado 7 de octubre (Fiesta de la Virgen del Rosario). En esta ocasión tendrá lugar en la plaza de San Pedro la celebración del S. Rosario en presencia de todos los Obispos congregados para su Jubileo. Al día siguiente, domingo 8, Juan Pablo II celebrará la Eucaristía y pronunciará el acto de consagración a María del nuevo milenio.
¡Qué gran don de gracia poder estar presente! Venid con vuestras familias a honrar a la Virgen de Fátima. De este modo haréis una peregrinación a Fátima…¡pero yendo a Roma! Recemos ya desde ahora para acompañar una de las iniciativas más bellas del Gran Jubileo. Mons. P.M. Hnilica

 

* Rogamos cortesmente a todos los que reciben el Eco de María por paquete postal que estén atentos y lo recojan pronto para evitar gasto de tiempo y de dinero. Gracias por vuestra colaboración.

* Distribuidor de la Edición italiana en Suiza: Nora Kunzli - Via Caressaa, CH - 6862 Rancate. Tel. 091 - 6463469

Ingresos: Banca Raiffeisen - Eco di Medjugorje Ch - 6862 Rancate. C.C. 69-1079-0

* El Eco de María en las principales lenguas se encuentra en Medj., en los comercios Miriam y Shalom a la derecha y delante de la Iglesia, y en Ain Karim, la última tienda de la Galería bajo el Hotel Internacional, frente a la casa parroquial.

El Eco de María es gratuito y vive sólo de donaciones, que se pueden enviar al nuevo número de c.c.p. 14124226, o mediante un cheque a nombre de Eco di Maria, cuenta corriente nº 68068/0: Banca Agricola Mantovana, Ag.4, Frassino, Mantova, coordenadas CAB 11504, ABI 5024. ¡Gracias a tu contribución el Eco podrá continuar su misión en el mundo!

Tendemos la mano con confianza a nuestros lectores adjuntando el boletín para facilitar el donativo (atención al nuevo número de c.c.p.: 14124226).

Tendemos la mano con confianza para pedir la oración de todos. Nos sentimos como niños, abandonados en las manos del Señor, a pesar de las dificultades.

Tendemos la mano a la intercesión de don Angelo que ahora ya puede gozar de la sonrisa de María.

Que Dios nos bendiga

Don Alberto

Villanova M., 14 de septiembre de 2000