Mensaje, 3 de julio de 1986


 
¡Queridos hijos" Hoy los invito a todos a la oración. Sin la oración, queridos hijos, ustedes no pueden sentir a Dios ni a Mí, ni las gracias que Yo les doy. Por tanto, los invito a que cada una de sus jornadas comience y termine con la oración. Queridos hijos, Yo quisiera guiarlos día a día cada vez más a la oración, pero ustedes no pueden crecer porque no lo desean. Los invito, queridos hijos, a dar siempre el primer lugar a la oración. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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