Mensaje, 25 de septiembre de 1986


¡Queridos hijos! Los invito a ayudar a todos con su paz, para que al verla, comiencen a buscarla. Ustedes, queridos hijos, viven en la paz y no pueden comprender lo que significa no tenerla. Por tanto, los invito a ayudar con su oración y con sus vidas a que cualquier mal que haya en la gente sea destruido y a que el engao, del que Satanás se sirve, sea descubierto. Oren para que la verdad prevalezca en todos los corazones. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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