Mensaje, 25 de septiembre de 1996


¡Queridos hijos! Hoy los invito a ofrecer sus cruces y sus sufrimientos por mis intenciones. Hijitos, yo soy su Madre y deseo ayudarles obteniendo para ustedes la gracia de Dios. Hijitos, ofrezcan sus sufrimientos como un regalo a Dios, a fin de que se conviertan en una hermosísima flor de alegría. Por so, hijitos, oren para que sean capaces de entender que el sufrimiento puede convertirse en alegría y la cruz en camino de alegría. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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