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www.medjugorje.ws » Eco de Maria Reina de la Paz » Eco de Maria Reina de la Paz 199 (Majo-Junio 2008)

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Mensaje de María del 25 de marzo de 2008:
“Queridos hijos: os invito a trabajar
en la conversión personal. Todavía estáis
lejos del encuentro con Dios en vuestro
corazón. Por eso, pasad el mayor tiempo
posible en oración y en adoración a Jesús
en el Santísimo Sacramento del altar,
para que Él os cambie y ponga en vues-
tros corazones una fe viva y el deseo de la
vida eterna. Todo es pasajero, hijitos, sólo
Dios permanece. Yo estoy con vosotros y
os exhorto con amor. ¡Gracias por haber
respondido a mi llamada!”
Dios en el corazón
Mi alma añora, desfallece por los atrios
del Señor; mi corazón y mi carne se alegran
por el Dios vivo.
Estas afirmaciones del
Salmo 83 (84) deberían estar en boca de
todo cristiano; no son simples palabras sino
expresión de un anhelo, de un estremeci-
miento, que recorre y agita a la persona ente-
ra, en alma y cuerpo. Nuestra relación con
Dios no puede limitarse a una relación for-
mal, que no comprometa a todo el ser desde
lo más profundo de su alma y de sus entra-
ñas. Dios no es el taumaturgo al que acudir
en caso de necesidad. Dios es la vida, nues-
tra vida, y sin Él no podemos vivir, aunque
pensemos a veces lo contrario.
¡Queridos hijos! Os invito a trabajar
en la conversión personal, nos dice María.
Conversión es cambiar de referencia, es
poner en el centro a Dios, es dirigirse hacia
Él y orientarlo todo a Él; es, ante todo,
acción de la persona, del individuo, o sea
conversión personal. La responsabilidad
que conlleva es también personal y no pode-
mos eludirla. La Madre nos invita a traba-
jar en la conversión personal;
no es una
petición simple, es una llamada afligida,
preocupada, urgente y vital. Aún en vuestro
corazón, estáis lejos del encuentro con
Dios,
nos dice María, y cada uno, laico o
consagrado, debe interrogarse a sí mismo
con seriedad extrema. No se trata de alimen-
tar un sentimiento bueno, no es aceptar una
obligación; tampoco es suficiente el respeto
formal del magisterio de la Iglesia; no basta
tampoco con argumentar el mal que no se ha
cometido, ni el bien realizado. Se trata de
interrogarse sobre el encuentro con Dios en
nuestro corazón.
María afirma que estamos
todavía lejos de ese encuentro, y el Suyo no
es sólo un reproche sino una ayuda concreta
para abrir los ojos y el corazón, para no
engañarnos, para que no sigamos equivocán-
donos, aunque sea en buena fe.
Por eso, pasad el mayor tiempo posi-
ble en oración y en adoración a Jesús en el
Santísimo Sacramento del altar, para que
Él os cambie y ponga en vuestros corazo-
nes una fe viva y el deseo de la vida eter-
na.
Este es el remedio, la via maestra para el
encuentro. No podemos alcanzar a Dios si
no es por Jesús y no somos nosotros quienes
cumplimos esa acción sino que es siempre y
únicamente Jesús quien lo hace; sólo debe-
mos dejarLe actuar en nosotros, desear Su
acción en nosotros, abandonarnos a Él, para
que nuestra comunión con Él, a la que
hemos sido llamados por el Padre, sea ple-
na(cfr. 1 Cor 1,9). La Palabra de Dios y la
vida sacramental son canales esenciales para
la comunión con Cristo, pero su eficacia
puede verse comprometida por nuestra
indisponibilidad, por nuestro cerramiento al
Amor. Sin
una fe viva, sin el deseo de la
vida eterna, corremos el riesgo de hacer
estéril el Amor de Dios y desvirtuar la Cruz
de Cristo
(cfr 1 Cor 1,17).
La vida eterna no es sólo la vida después
de la muerte sino que es la vida en Cristo, y
por consiguiente es vida que debe comenzar
ya en este mundo. El que come mi carne y
bebe mi sangre tiene la vida eterna, y yo le
resucitaré el último día
(Jn 6,54); pero cui-
dado, porque quien come el pan y bebe el
cáliz del Señor indignamente , será reo del
cuerpo y de la sangre del Señor
(1 Cor
11,27). Todo es pasajero, hijos, sólo Dios
es eterno.
Dejemos ya de buscar esas miga-
jas para sobrevivir, a menudo ilusorias y efí-
meras. Dejemos ya de pastar con los cerdos
y de desear su comida (cfr. Lc 15,15-16);
nuestro alimento es Jesucristo. Anclemos
nuestra vida en la de Cristo y permanecere-
mos con Él y en Él para la eternidad.
Nuccio Quattrocchi
Mensaje de María del 25 de abril de 2008:
“¡Queridos hijos! También hoy os
invito a todos a crecer en el amor de Dios,
como una flor que siente los rayos cálidos
de la primavera. Del mismo modo voso-
tros, hijitos, creced en el amor de Dios y
llevadlo a todos aquellos que están aleja-
dos de Dios. Buscad la voluntad de Dios y
haced el bien a aquellos que Dios ha pues-
to en vuestro camino y sed luz y ale-
gría.¡Gracias por haber respondido a mi
llamada!”
Creced en el amor de Dios
Todas las flores sienten los rayos cáli-
dos de la primavera, crecen, brotan y pun-
tualmente se repite el milagro de la naturale-
za que renace. Pero el hombre no es tan
receptivo al calor del amor de Dios, no se
abre a este Amor. Vive bajo la ilusión de no
necesitarlo, de poder florecer bajo otro sol.
María también hoy nos invita a todos a
crecer en el amor de Dios como una flor
que siente los rayos cálidos de la primave-
ra.
Pero muy distinto es el crecimiento al que
individuos y naciones aspiran hoy día. Todas
las fuerzas están dirigidas a acrecentar el bie-
nestar económico. Pero si bien este es un
objetivo lícito para la mayor parte de la
humanidad, allí donde falten o no sean sufi-
cientes los alimentos y recursos de primera
necesidad, surgirá el escándalo, que grita
venganza ante Dios, contemplando como se
incrementa la riqueza de los países más ricos,
y se malgastan los recursos dañando además
la vida misma de nuestro planeta.
Maria habla, llama, exhorta, solicita,
invita; pero ¿Quién es el que La escucha? Sin
embargo, llegará el día en que el Hijo del
hombre se revele
(Lc 17,30) y se derribará el
castillo de falsedad en el que nos hemos
atrincherado. Y si no se acortasen aquellos
días, nadie se salvaría; mas por amor de los
elegidos se acortarán los días aquellos
(Mt
24,22). He aquí a María que se prodiga para
aumentar el número de los elegidos y, a pesar
de lo que parece, es bien cierto que en el
mundo cada vez encontramos más almas
bellas, transformadas por Su Amor, manteni-
das por Su gracia. Aún no son tan numerosas
como para revestir de luz y alegría nuestras
ciudades pero no son tan pocas como para no
encontrarlas por la calle. Son flores de Amor
cultivadas por Ella y regaladas al mundo para
que brote la esperanza y crezca el deseo de
volver al Padre. Una de estas flores tiene un
nombre, Toni, y una fecha de nacimiento,
10.07.98. Ha florecido deprisa y el 1 de abril
de este año ha sido trasplantado al jardín del
Padre, tras una terrible enfermedad que
María ha transformado en acto de comunión
con Cristo y con la Iglesia. Buscad la volun-
tad de Dios y haced el bien a aquellos que
Dios ha puesto en vuestro camino y sed luz
y alegría.
Toni ha buscado y ha amado la
voluntad del Padre hasta el punto de no pedir
“Donde está la Iglesia,
allí está el Espíritu de Dios;
donde está el Espíritu de Dios,
allí está la Iglesia
y todas las gracias”
San Ireneo
Mayo – Junio de 2008 - Editado: por Eco di Maria, C.P. 47 - 31037 LORIA (TV) (Italia) - Tel / fax 0423. 470331
A. 24, N° 5-6
; Esd. a. p. art. 2, com. 20/c, leg. 662/96 filiale di MN - Autor. tribun. MN: 8.11.86, ccp 14124226
199
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su sanación, sino hacer Su voluntad, recono-
ciéndola como su único bien,
y así pasando
por el valle de lagrimas, la ha cambiado por
un manantial (cfr. Sal 83 (84)) fuente peren-
ne de bien para aquellos que Dios ha pues-
to en su camino
y de luz y alegría para
todos. Crezcamos en el Amor de Dios.
Todos estamos llamados a esto; por ello
María todavía nos visita. Es un crecimiento
que debe florecer en el amor por cada hom-
bre, ya sea justo o pecador. Un crecimiento
que debe madurar el fruto de la inhabitación
de Cristo en el hombre, única posibilidad de
redención y de salvación para el individuo y
para el mundo. Creced en el amor de Dios
y llevadlo a todos aquellos que están lejos
de Dios.
Llevar el amor de Dios equivale a
llevar a Jesús, Amor encarnado, y nosotros
podemos cumplir ese mandato si Jesús está
vivo en nosotros. En este caso basta con
acercarse, hacerse prójimo, de quien está
lejos de Él, para que Jesús sea tomado y, si
Dios quiere, sea acogido. No hacen falta
grandes discursos, ni sabios razonamientos.
Vale mucho más una sonrisa, un gesto de
solidaridad, de amor sencillo y puro; a tra-
vés de ellos Jesús se comunica; el resto lo
hará Él. Igualmente, buscar la voluntad de
Dios y hacer el bien
es una vez más dejar-
se vivir por Jesús y en Él abrirse a la
Voluntad del Padre y hacer el bien (cfr Rm
12) a aquellos que Dios nos ha puesto en
nuestro camino.
N.Q.
Tenía mucho interés en este viaje. Lo
había esperado y no ahorró energías ni dis-
ponibilidad para que sus días en tierras ame-
ricanas dieran fruto. Fue de casi una sema-
na, del 15 al 20 de abril: un tiempo demasia-
do breve para la inmensidad del territorio y
la variedad de gentes, religiones e institucio-
nes; sin embargo el Papa Benedicto XVI
consiguió expresar su pensamiento a todos,
con una paternal y pastoral atención, deján-
dose llevar por el entusiasmo que vibraba en
los lugares y en los corazones de la gente.
Llevaba un mensaje concreto para todos,
y lo adaptaba a las expectativas de aquellos
que en cada momento lo escuchaban; el men-
saje de la esperanza evangélica. “Cristo, nues-
tra esperanza”, es de hecho el tema de la visi-
ta pastoral; pero muchas son las claves de lec-
tura del viaje apostólico: libertad, verdad, paz,
derechos humanos, que el pontífice ha llevado
a los diversos lugares que lo hospedaron.
E
N EL TEMPLO DEL
B
ÉISBOL
De esperanza habló en el templo del béis-
bol de los Yankees de Nueva York ante 45.000
fieles, en el que se celebró una Misa alternan-
do el inglés, el español y el latín, y que se
dedicó al Espíritu Santo, en recuerdo de
Pentecostés: “La Iglesia en Estados Unidos,
acogiendo en su seno a tantos hijos inmigran-
tes, ha ido creciendo gracias también a los tes-
timonios de fe de los hispanos”, afirmó el
Papa. “Por ello”, añadió, “sólo si permanecéis
unidos a Cristo y entre vosotros, vuestro testi-
monio evangelizador será creíble y se expre-
sará en abundantes frutos de paz y de reconci-
liación en medio de un mundo a menudo mar-
cado por enfrentamientos y divisiones.”
E
N LA
ONU: U
NA
MISIÓN COMÚN
Una asamblea distinta, pero no menos
acogedora, lo esperaba en el palacio de cris-
tal de las Naciones Unidas y a pesar de la
oficialidad del evento, las palabras resona-
ban amigables y fraternas: “Su Santidad, en
muchas maneras, nuestra misión nos une a
la suya”, exclamó Ban Ki-moon, el
Secretario General; “la Organización de las
Naciones Unidas es una institución laica,
formada por 192 estados. Tenemos seis idio-
mas oficiales, pero ninguna religión. A
pesar de ello, si nos pregunta a nosotros que
trabajamos para las Naciones Unidas qué es
lo que nos motiva, muchos responden con
lengua de fe... Misión es precisamente la
palabra que usamos más a menudo en nues-
tro trabajo en el mundo!”
Por su parte, el Santo Padre, entre otras
cosas, recordó a los 3.000 representantes de
los Países del mundo “la responsabilidad de
proteger la dignidad de la persona humana y
sus derechos”.
Los DISCURSOS, sin embargo, fueron
aún más explícitos para los que caminan en
la fe:
En la Catedral a los religiosos: “La
verdadera vida puede ser hallada sólo en la
reconciliación, en la libertad, y en el amor
que son dones gratuitos de Dios. Es este el
mensaje de esperanza que se nos pide que
anunciemos y encarnemos en un mundo en
el que el egocentrismo, la avidez, la violen-
cia y el cinismo tan a menudo parecen aho-
gar el frágil crecimiento de la gracia en el
corazón de la gente”.
En la Sinagoga con los judíos: “Estoy
aquí para expresar a la comunidad judía de
Nueva York mi respeto y mi estima”.
En el encuentro ecuménico, en la Iglesia
de Saint Joseph ante 15 diferentes comuni-
dades: “Debemos ante todo recordar que la
unidad de la Iglesia viene de la perfecta uni-
dad de la Trinidad. Poniendo nuestra con-
fianza sólo en Dios, estoy seguro que llega-
remos a esa unidad de esperanza, de fe y de
amor
que por sí sola puede convencer al
mundo de que Jesucristo es el enviado del
Padre para la salvación de todos”.
A los rectores de las Universidades
católicas: “La plenitud de la verdad abre a un
joven la aventura de la vida... las universida-
des pueden ser instrumentos de esperanza”.
JÓVENES: ¡SED ESTRELLAS-GUÍA!
Pero el discurso más largo y más denso
Benedicto XVI lo dirigió a los 20.000 jóve-
nes que, junto a los seminaristas participaron
en la vigilia en el campo deportivo del
Seminario en Nueva York. El Papa presentó
seis modelos de vida de venerables, beatos,
santos estadounidenses o inmigrantes, unidos
por el amor a Dios y a sus hermanos.
Partiendo de la experiencia de vida de este
grupo tan heterogéneo (pobres y ricos, laicos,
sacerdotes y monjas, la hija de un indio gue-
rrero, un esclavo haitiano...) el Santo Padre
profundizó con los jóvenes en el concepto de
libertad, un valor tan delicado como mal
comprendido y abusado: “La libertad puede
ser malentendida
o mal utilizada de forma
que no nos conduzca a la felicidad que todos
esperamos, sino a un escenario oscuro de
manipulación... Y en lugar de la verdad se
difunde la idea que, dando un valor indiscri-
minado a todo, se asegura la libertad y se
libera la conciencia. Es lo que denominamos
relativismo. Pero ¿qué finalidad tiene una
“libertad” que, ignorando la verdad, persigue
lo falso e injusto?”
Vale la pena detenerse en estas palabras
que constituyen un poco la razón de ser del
pontificado del Papa Ratzinger, quien con
sensibilidad filosófica y teológica nos ayuda a
dar el justo valor a estas palabras que todos
usamos pero que pocos realmente compren-
den: “La verdad no es una imposición. Ni es
simplemente un conjunto de reglas. Es el des-
cubrimiento de Uno que no nos traiciona nun-
ca; de Uno del que nos podemos fiar siempre.
La verdad es una persona: Jesucristo. Es
ésta la razón por la que la auténtica libertad no
es un desentenderse de....Es una elección de
comprometerse con...La luz de Cristo os invi-
ta a ser estrellas-guía para los demás, cami-
nando por el camino de Cristo que es camino
de perdón, de reconciliación, de humildad, de
alegría y de paz.”
U
NA
R
ELACIÓN
P
ERSONAL EN LA
O
RACIÓN
Los jóvenes, que este año se encontrarán
nuevamente con el Pontífice en Sidney, en
ocasión de la JMJ (Jornada Mundial de la
Juventud), han acogido con alegría la invita-
ción: “Lo más importante es que iniciéis una
relación personal con Dios. Esta relación se
expresa en la oración. Dios, en virtud de su
propia naturaleza, habla, escucha y respon-
de.... ¡No tengáis miedo del silencio y de la
tranquilidad, escuchad a Dios, y adoradLe
en la Eucaristía!”.
F
ESTEJADO EN LA
C
ASA
B
LANCA
Precisamente en el día de su 81 cumple-
años el Santo Padre fue huésped de la Casa
Blanca, donde se detuvo a dialogar privada-
mente con el presidente Bush: “Los cumple-
años se celebran normalmente con amigos
íntimos, y por esto toda la Nación se con-
mueve y se honra de que Ud haya elegido
pasar este día con nosotros”, dijo Bush al
festejado. Declaraciones de gratitud le llega-
ron al Pontífice de todas las autoridades del
Estado: “Ud ha traído a nuestro país un men-
saje universal de esperanza y de salvación”,
dijo el vicepresidente Cheney en el discurso
final, “Ha encontrado una nación que se halla
frente a muchos desafíos, un pueblo de pro-
funda fe que afirma que nuestra nación ha
sido fundada según Dios, que persigue Su
finalidad y se somete a Su voluntad”.
Nuestro deseo es que los americanos
sepan vivir coherentemente lo que el Papa
les ha transmitido, y en el espíritu evangéli-
co oponerse con fuerza a la pena de muerte,
en vigor en algunos de sus estados, y que
por desgracia apoya todavía un 60 % de los
católicos americanos!
S.C.
El Papa , mensajero de Esperanza en Estados Unidos
El Papa , mensajero de Esperanza en Estados Unidos
2
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E
L
R
OSTRO
:
FIEL AL
O
RIGINAL
Era el 22 de febrero de 1931 cuando
Jesús, en el silencio de un convento y de un
corazón, hizo resonar su voz para confiar a
una humilde religiosa, entonces desconoci-
da, una petición muy especial.
Así lo explica sor Faustina Kowalska
en su Diario:
“Por la tarde, estando en mi celda, vi al
Señor Jesús vestido con túnica blanca: una
mano alzada para bendecir, mientras la otra
tocaba sobre el pecho la túnica, que ligera-
mente apartada, dejaba salir dos grandes
rayos, uno rojo, el otro pálido. Tras un ins-
tante, Jesús me dijo: “Pinta una imagen
según el modelo que ves, y escribe debajo:
¡Jesús, en Ti confío!
Deseo que esta imagen
sea venerada primero en vuestra capilla, y
después en el mundo entero. Prometo que el
alma que venere esta imagen no morirá.
Prometo además ya en esta tierra, pero
especialmente en la hora de la muerte, la
victoria sobre los enemigos. Yo mismo la
defenderé con mi propia gloria (...)
Leyendo el Diario se puede notar que
durante su vida Sor Faustina oyó en diversas
ocasiones la voz de Jesús, quien a menudo
volvía a hablar de esa imagen solicitada por
Él. “Quiero que la imagen, que pintarás con
el pincel, sea solemnemente bendecida el
primer domingo después de Pascua; este
domingo debe ser la fiesta de la
Misericordia”.
(Diario n. 47-49)
Todo el Diario es una serie de continuas
revelaciones que, acompasando el camino
místico de la santa, llevan a una progresiva
revelación de un plan divino de un calibre
inimaginable. La tragedia de la primera
Guerra Mundial era aún latente para
muchos, con sus devastadores efectos y
nadie, salvo los que se tomaron en serio el
mensaje de Fátima, imaginaba que tras poco
más de una década, la Tierra iba a caer en un
caos aún peor.
La Misericordia Divina, que todo lo sabe
y todo lo lleva a un fin benévolo, en el mis-
terio de Su Omnipotencia y como siempre
moviéndose en los márgenes del Mundo y
escogiendo las vías más impensables y los
instrumentos más humildes, decide obrar a
través de una imagen.
L
AS DISTINTAS
I
MÁGENES
:
LA
H
ISTORIA
El director espiritual de Santa Faustina,
don Michele Sopocko(1), mandó pintar el
cuadro de Jesús Misericordioso a un artista.
La imagen, realizada con el consejo y la pre-
sencia de Sor Faustina, es conservada en la
actualidad en el Santuario de la Divina
Misericordia (Vilnius, Lituania). Una
segunda imagen fue encargada, tras la muer-
te de la santa polaca, por las religiosas de su
Congregación, a otro pintor. Esta imagen
estaba destinada a la capilla de la casa de
Cracovia, pero en su lugar fue elegida una
segunda imagen pintada como ex-voto por
un tercer pintor. Cabe destacar el hecho de
que la decisión fue tomada por el Arzobispo
de Cracovia, por casualidad allí presente.
Precisamente su sucesor, el Arzobispo Karol
Wojtyla pasaría a ser después el principal
instrumento de confirmación y difusión del
culto a la Divina Misericordia. Dicha ima-
gen es la que luego pasó a ser la tradicional
imagen de Jesús Misericordioso, cuya copia
ha sido bendecida por Juan Pablo II en la
Iglesia del Espíritu Santo en Sassia, el día de
la primera Misa solemne del Domingo de la
Divina Misericordia, el 23 de abril de 1995.
L
AS
V
ÍAS
P
RODIGIOSAS
:
EL
M
ILAGRO
A esta historia, hasta ahora solo expli-
cada en algunos de sus episodios más rele-
vantes, se añaden otros hechos, como las
piezas de un rompecabezas, en un contexto
que aún no se termina de asimilar.
Lia Galdiolo, una iconógrafa de Padua
(Italia) tuvo la intuición de dibujar un icono
de Jesús Misericordioso en tamaño natural,
inspirándose en la visión de Santa Faustina.
La obra fue bendecida por Juan Pablo II en su
visita a la ciudad. En 1990 la imagen se halla
en la “Villa O Santissima”, en la diócesis de
Trento. Es aquí donde durante un encuentro
de oración sucede algo muy importante.
Ugo Festa es un hombre que no llegan-
do aún a los cuarenta años, vive enclavado
en su silla de ruedas debido a una esclerosis
en placas sin esperanza de sanación y afec-
tado por otras graves enfermedades.
Acompañado por una amiga acude el 29 de
abril de 1990 a una audiencia del Santo
Padre. El Papa tras bendecir los 5 iconos de
Jesús Misericordioso que Ugo trajo consigo,
le recomienda encomendarse al Corazón de
Jesús y a la intercesión de de “su” Sor
Faustina. Le recomienda además ir a
Villazzano, donde hay una comunidad de
oración y de estudio formada por cristianos
que reviven el nucleo teológico de toda la
Biblia, centrado en la gran revelación de que
“Dios es Misericordia” (1 Jn 4,8). Ugo
acepta la propuesta y se presenta en la “Villa
O Santissima” en el momento en el que se
desarrolla una semana de evangelización y
espiritualidad, a la que se une participando.
El cuarto día, mientras oraba en la capi-
lla, participa de una experiencia única: la
imagen del Cristo del icono ante el que reza,
revive y le tiende los brazos. Ugo Festa casi
sobrecogido por el miedo, no consigue acep-
tar el gesto de Jesús, que se repite cinco
veces, hasta que Ugo pregunta: “Levántame,
¿eres capaz?”. La imagen del Cristo sale
del icono
por sexta vez, y se le acerca: el
enfermo siente que Jesús le toca y se halla de
repente de pie con los brazos levantados ante
la imagen de Jesús. El 2 de agosto de 1990
Ugo Festa puede caminar de nuevo.
L
A
A
CCIÓN
:
TESTIGO
, M
ISIONERO Y
M
ÁRTIR
Ugo, desde ese momento, no deja de
orar y de agradecer a Dios y el 19 de agosto
se reencuentra con el Papa para explicarle
todo lo que la ha sucedido.
El milagro se inscribe en las actas del
proceso que llevará a Sor Faustina a los
Altares y confirma el enlace misterioso
entre el Santo Padre y la religiosa polaca,
unidos en la misión de dar a conocer al
mundo entero la Misericordia Divina.
La vida de Ugo Festa cambia radical-
mente, hasta el punto de partir como enfer-
mero voluntario para ayudar a la Madre
Teresa en sus misiones de India y África,
dedicando su vida a la asistencia de los más
necesitados, sobre todo los extracomunita-
rios, en su misma casa.
El ultimo sello de esta radical y especta-
cular conversión, el asesinato de Ugo Festa
en su casa de Torrebelvicino, en la provincia
de Vicenza. Los autores fueron precisamente
dos de los muchos extracomunitarios a los
que daba asistencia.
P
UNTO DE LLEGADA
:
¡M
EDJUGORJE
!
Pero la historia de
este icono aún no ha
terminado, porque por
petición del entonces
Arzobispo de Split,
mons. Frane Franic el
cuadro es enviado a
Split en ocasión de una
importante procesión
por la paz, con destino
a Medjugorje.
Seguidamente es
colocado en la Capilla
de la Adoración y lue-
go trasladado a la
Capilla del cementerio
de Surmanci donde permanece hasta la ben-
dición de la nueva Iglesia de Surmanci, que
tuvo lugar el 7 de abril de 2002. El pueblo
de Surmanci se halla en el valle del Neretva,
al otro lado de la Colina de las aparicio-
nes...
todo por pura casualidad, ¿o bien un
claro signo de la indisoluble unión entre la
Misericordia Divina y Aquella que fue ele-
gida por Dios para ser ahora y siempre el
único canal?
“El rayo pálido representa el Agua que justi-
fica a las almas; el rayo rojo representa la
Sangre que es la vida de las almas... Ambos
rayos salieron de lo mas intimo de Mi miseri-
cordia, cuando en la cruz Mi Corazón, ya
agonizante, fue desgarrado por la lanza”.
(Diario n. 299)
A
LGUNAS
A
XPLICACIONES SOBRE
LA
S
IMBOLOGÍA DEL
I
CONO
El Icono representa el gesto de Jesús, que
se hace presente en medio “del lugar donde se
hallaban los discípulos por temor de los judí-
os” (Jn 20,19) Viene el Señor resucitado. Los
signos de la resurrección del Señor son sus
vestiduras resplandecientes, las manos, el
pecho, los pies perforados; las puertas bien
cerradas son, en cambio, el signo del miedo
de los discípulos, de la oscuridad que hay en
sus corazones. Sobre la parte sombreada (la
fe) están escritas palabras reveladas a Sor
Faustina Kowalska: sobre el frente “Jesús, en
Ti confio” y “Mi paz a vosotros”.
Jesús lleva una vestidura blanca y dorada
(significa gloria eterna): viste una túnica lar-
ga (significan Sus obras justas), la espalda
izquierda cubierta por el manto (representa al
peregrino, el Mesías), la derecha lleva la esto-
la de oro (significa que Su misión ha sido
cumplida), los laterales ceñidos por la faja
sacerdotal (El es el único eterno Sacerdote);
el color negro que rodea Su imagen represen-
ta la divina tiniebla, el Misterio de Dios que
se revela al hombre sin extinguirse; el oro
representa la eternidad de Cristo.
La mano izquierda indica Su Misericordia
que brota de su pecho traspasado, la derecha
Su Resurrección al tercer día, y expresada en
los tres dedos unidos, mientras el índice y el
medio indican las dos naturalezas, humana y
divina, de Jesús.Sobre la frente lleva un “tau”,
símbolo de la vida, signo destinado a todo el
que se adhiere a Él. El triángulo dentro del cua-
drado de la puerta está formado por rayos que
expresan el don del Espíritu Santo. La punta
hacia arriba significa nuestra ascensión con
Cristo, o sea nuestra transfiguración en Él, a la
que estamos llamados por Voluntad del Padre.
Los Rostros
de la Misericordia
de Andrea Coffa
3
Eco 199
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Sigamos contemplando las alabanzas
que hallamos en las Letanías “Lauretanas” y
pongamos la atención en el :
ARCA DE LA ALIANZA
Esta letanía contiene dos términos muy
queridos en el Antiguo Testamento: alianza
y arca. No hay otro pueblo en la tierra con el
que la Divinidad haya estipulado un pacto
que lo proclamara elegido y heredero de
bendición. El arca era el signo de esta “pre-
sencia” potente y elegida por Dios, era el
signo grande que salvaguardaba al pueblo
que luchaba para conquistar la tierra prome-
tida. Era entre todas la más santa, custodia-
da y venerada, era el corazón del pueblo de
Israel.
María seguramente, en cuanto persona,
es más importante que un arca, que a pesar
de su material valioso, es sólo un objeto, una
señal, un contenedor sin corazón. Maria ha
sabido dar todo su corazón inmaculado a
Dios, hasta el punto de ser escogida como
morada, arca, del autor de la nueva y eterna
alianza: Cristo Jesús.
La Virgen es pues para el nuevo pueblo
el “tabernáculo” viviente donde el Hijo de
Dios se encarna para entrar en la historia.
Ahora esta tarea la ha heredado la Iglesia, de
la que María es imagen.
Dentro de las arcas, en las familias, se
custodiaba el pan, elemento que crea comu-
nión y funda la familia, la Virgen María cus-
todiando en su seno a Cristo, Pan bajado del
Cielo, es también cofre que custodia, medita
en su corazón cada palabra del Señor y al
mismo tiempo la da a sus hijos.
PUERTA DEL CIELO
El titulo de “puerta” lleva nuestra aten-
ción al momento dramático para toda la
humanidad, en el que, a causa del pecado
original, se cerraron para Adán y Eva las
puertas del paraíso terrenal. Puertas custo-
diadas por un Querubín con una espada de
fuego.
Ahora con la redención obrada por
Cristo, esa puerta cerrada se ha reabierto
para entrar no ya en un jardín terrenal sino
en el corazón mismo de Dios.
Maria concibiendo en su seno purísimo
al Hijo del Altísimo, que invocamos como
“Llave de David”, es la puerta real por la que
ha pasado el gran Rey y por la que pasa la
humanidad redimida para entrar en presen-
cia de Dios. Seguramente la puerta tiene un
papel fundamental y entrar por ella es garan-
tía de ser acogidos y no ser tratados como
ladrones. Y es bello pasar por una puerta
adornada porque nos hace sentir esperados y
acogidos.
ESTRELLA DE LA MAÑANA
A María no le podía faltar este título, ya
sea por la belleza de la estrella como por lo
El grano de trigo
También una vida normal, basada en las cosas que todos hacen, puede ser vivida de
manera santa. Así le pasó a Amedeo, esposo y padre de cinco hijos. Cierto es que era una
persona muy capaz y estimada. Pero esto es poco. Tal vez, mucho más importante en su
vida, fue su amor por su esposa, por la familia y por los demás, amor que se alimentaba de
una gran disponibilidad para perdonar todo a todos; amor que vivía de una gran confianza
en María y en Jesús, en Jesús abandonado, a quien confiaba toda su vida.
Pero el mal que le minó estando aún en plenitud de fuerzas y que lo acompañó durante
casi treinta años, fue ocasión de una gracia especial. Tras repetidas operaciones quirúrgicas
de cerebro, vivió una situación de sufrimiento siempre más aceptada. Supo acoger la gracia
que esta situación le concedía, recorriendo un camino hacia una purificación creciente,
hacia una continuada privación que aceptaba siempre más y más, hasta el punto de decir a
todo el que le preguntaba como iban las cosas: todo bien, muy bien. Evidentemente sólo una
visión sabia de la vida podía sugerirle tales afirmaciones, sólo el Espíritu podía hacerle decir
esto. Aceptando con paz su situación, se aligeraba de todo cuanto podía apesadumbrar su
vida, hasta que su vida se volvió poca cosa, casi una nada, pero una nada en el sentido como
lo entiende Chiara Lubich cuando dice que en el Cielo sólo entra la nada.
Su vida fue como un grano de trigo, que tras podrirse en la tierra, trae mucho fruto, a
imitación de Jesús. Y así fue como su muerte trajo frutos abundantes, incluso a la esposa
que, habiendo temido perderle inminentemente, una vez muerto y retornado al Cielo, hizo
experiencia de un amor tan grande por parte de Dios hasta el punto de decir: El Amor es
muy ciego, y Dios me lo demuestra. Esto es lo que Dios puede hacer con nuestra nada. Esto
es lo que Dios hace cuando le dejamos hacer. Y mientras pienso en la vida de Amedeo, me
atrevo a decir que esa enfermedad, que entonces podía parecer una desaventura, en realidad
ha sido un don de Dios, ha sido una gran ocasión que le ha ofrecido la Providencia para ser
ese nada que te permite entrar en el Cielo, ver a Dios y estar con Él en una felicidad que no
tiene ocaso.
L
AS
L
ETANIAS
...
P. Ludovico Maria Centra
P
ENSAMIENTOS
S
ENCILLOS
de Pietro Squassabia
que Ella anuncia. Las estrellas son objeto de
admiración de todos los pueblos.
Muchos detalles hacen de las estrellas
algo simbólico: habitan en lo alto del cielo,
son intocables, están formadas por luz pura,
brillan sin cegar, son inmutables, no se con-
sumen, son inmóviles, no se mueven, son
ojos que desde el cielo están mirando. Entre
todas las estrellas hay la “de la mañana” que
brilla con especial belleza e intensidad. En el
mundo greco-romano se le llamaba Venus,
nombre de la diosa de la belleza. Sabemos
que Venus no es una estrella, sino un plane-
ta, que brilla por su luz reflejada, pero para
nosotros tiene poca importancia. Es más, la
hace más semejante todavía a la Virgen, que
brilla por la luz de Dios.
La característica más grande de esta “estre-
lla” es que es la primera que aparece cuando
llega el ocaso y la última que desaparece en
la aurora. Es la estrella que anuncia el día.
María es la que, con mayor insistencia,
ha anunciado nuestro día sin cansarse. Es la
Estrella de la mañana que con su Amén ha
introducido en el mundo la luz verdadera,
Cristo el Señor. La Toda Bella no ofusca la
belleza del Verbo, sino que la traduce en luz
accesible que no deslumbra y comparándo-
la, como hace San Antonio el Grande, a la
luna llena, María es instrumento para los
transeúntes que caminan en las tinieblas de
la vida, para que puedan alcanzar la meta
ansiada. La luz que emana María, precisa-
mente por ser luz divina, tiene mil reflejos,
al igual que otro fenómeno celestial: el arco
iris. Entendido como puente entre cielo y
tierra, camino que ha permitido a Dios bajar
sobre la tierra y que permite al hombre subir
al cielo.
Miremos a Ella para que su belleza nos
transforme y nos haga bellos, porque éste es
el deseo de nuestra Santísima Madre: que
estemos con Ella, que estemos donde Ella
está - en el corazón de Dios.
El Poder
del Santo Rosario
La Santísima Virgen, que tiene unos 120
títulos o quizás más, en Fátima eligió este:
“Yo soy la Señora del Rosario”
San Francisco de Sales decía que el método
más grande de oración es: rezar el Rosario.
Santo Tomás de Aquino predicó en Roma,
durante 40 días corridos, sólo sobre el Ave
María.
San Juan María Vianney, patrono de los pár-
rocos, siempre tenía el rosario en la mano.
El Papa Adriano VI decía que “el Rosario es
el látigo para el demonio”.
El Beato y estigmatizado Padre Pío decía:
“El Rosario es EL ARMA”.
El Papa León XIII escribió 9 encíclicas
sobre el Rosario.
El Papa Juan XXIII habló, como Sumo
Pontífice, en 38 ocasiones acerca de Nuestra
Señora y el Rosario. Él rezaba diariamente
el Rosario completo, los 15 misterios.
San Louis Marie Grignion de Montfort
escribió : “El Rosario es el arma más pode-
rosa para tocar el Corazón de Jesús, Nuestro
Redentor, quien ama a Su Madre.”
El día tiene 1440 minutos. ¿Le darías el 1%
de eso a Dios? El Rosario completo, los 15
misterios de gozo, de dolor y de gloria medi-
tados representan sólo 1 hora y media de
nuestro tiempo, y rezados con el corazón la
eternidad.
4
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El altar, el cordero, la cruz
K N O C K
una aparición poco conocida
Un pueblecito escondido en la Irlanda
occidental. Un evento desconocido para
muchos. Pero no para él, aquel Papa que ha
“perseguido” a María por todas partes, allí
donde la Madre se ha mostrado a sus hijos:
“He sentido un profundo deseo de venir
aquí, el deseo de realizar otra peregrinación
al Santuario de la Madre de Cristo, la Madre
de la Iglesia, la Reina de la Paz. Que no os
sorprenda este deseo mío. Ya en mi juventud
y en mi país, han sido muy frecuentes para
mí las peregrinaciones a los santuarios de la
Virgen...”. Con estas palabras Juan Pablo II
se estrenaba en su homilía en 1979, centena-
rio de una aparición muy especial y de la
que se habla poco. Demos pues un salto al
pasado, a ese pueblecito de finales del 800,
en una noche veraniega y tormentosa.
No había un santuario, naturalmente, tan
solo una pequeña iglesia de pueblo. Como
de costumbre, Mary Beirne, la mujer encar-
gada de la misma se disponía a cerrar la
puerta. Pero algo distinto llamó su atención:
una luz intensa venía de un lado del edificio,
y allí, a primera vista, “le pareció ver las
estatuas de Maria, de José y de San Juan
junto a un nuevo altar sobre el cual había
un cordero y una cruz”.
No hizo mucho
caso de ello, porque precisamente en una
noche tormentosa como esta, el año anterior,
se dañaron dos estatuas, por lo que pensó
que el párroco las había comprado para sus-
tituirlas: pero “¿por qué dejarlas allí bajo esa
densa lluvia?”- se preguntaba la mujer. Más
tarde, junto a su hermana, volvió para com-
prender mejor esta “anomalía”, y con estu-
por aún mayor se dio cuenta de que las esta-
tuas... ¡se movían! “¡Es la Virgen!”, excla-
mó la mayor de las dos hermanas, y corrie-
ron a avisar a familiares y conocidos.
Así fue como esta aparición tan insólita
se mostró en toda su realidad, como nos
refiere David M. Lindsey en su libro The
Woman and the Dragon: Apparitions of
Mary: “
El muro entero estaba iluminado
por una intensa luz visible desde lejos. Las
figuras estaban suspendidas en el aire a
medio metro de altura. El altar con el corde-
ro y la cruz estaba rodeado de ángeles que
giraban sobre el mismo. María, la figura
más grande, vestía un manto y una faja de
color blanco, y un largo velo que desde la
cabeza le bajaba a los pies. Sobre su cabeza
cubierta por el velo, una corona de oro.
Entre la corona y el borde del velo llevaba
una rosa de oro. Sus manos, a la altura de
sus espaldas, y su mirada, absorta en ora-
ción, dirigida al cielo. San José se hallaba a
la derecha de María, con la cabeza inclinada
hacia adelante y las manos unidas en ora-
ción. San Juan Evangelista tenía una mitra
de obispo y se hallaba a la izquierda de
María, su mano derecha levantada y el bra-
zo izquierdo sostenía lo que parecía una
Sagrada Biblia.
Mientras la pequeña multitud se arrodi-
llaba ante la aparición en oración, los visi-
tantes celestiales permanecían en silencio.
No se pronunció ni una sola palabra. Sólo
tras muchas horas, de repente, las figuras
desaparecieron.”
Podemos imaginar lo que este evento
desencadenó. Enseguida el Arzobispo insti-
tuyó una comisión para estudiar mejor los
hechos y al principio surgieron anomalías. El
primer argumento fue que, normalmente, en
las apariciones se manifiesta sólo la Virgen y
nunca falta un mensaje suyo. Pero esta vez...
silencio total. Además el “grupo” se había
mostrado sólo una vez a un número de viden-
tes
inusual: 15 personas de todas las edades.
Grandes dudas surgieron luego en las decla-
raciones de los testigos. Pero poco duraron,
porque una audiencia más profunda conven-
ció a la comisión sobre la sinceridad de los
que presenciaron el evento aquella noche,
por lo que no se impidió el culto en ese lugar
a los fieles, que comenzaron con el tiempo a
transformar ese pueblecito en meta de pere-
grinaciones. Hoy día cada año recibe a un
millón y medio de peregrinos.
La explicación está en el Apocalipsis
¿Qué es lo que el Señor ha querido
decirnos con esa escena? Don James, un
fraile franciscano que estudió la aparición,
escribe: “(San Juan) llevaba en sus manos
un libro. Pero si se quiere descubrir el men-
saje de Knock hay que abrir el Libro del
Apocalipsis. Es el libro que contiene la
interpretación de la historia universal. Está
repleto del gran tema de la redención en sus
tres fases cósmicas. Hay en primer lugar el
misterio del “Cordero inmolado desde la
creación del mundo”. Así San Juan describe,
en el capitulo trece, el plan eterno de reden-
ción, representado en modo sencillo y
tocante por el cordero que fue visto en
Knock. En segundo lugar tenemos el miste-
rio de la mujer “vestida de sol” que se pre-
senta de modo normal en la tierra. Hay en
último lugar la Ciudad de Dios que, se dice,
posee la Gloria de Dios, de la cual el
Cordero es la lámpara.”
También David M. Lindsey, de cuyo libro
hemos sacado informaciones, interpreta la
aparición de Knock como un claro recuerdo
del Apocalipsis: “La aparición de Knock se
quedó en silencio y pareció no dar ningún
mensaje, pero en realidad no fue así. El silen-
cio a veces es más elocuente que las pala-
bras
. Hay que analizar con atención la apari-
ción para poder descubrir el mensaje silen-
cioso que ésta esconde. María se apareció
con su esposo terrenal, San José, y con su
hijo adoptivo, San Juan Evangelista, y lleva-
ba la corona de oro de la Reina del Cielo....En
el centro del altar brillaba el Cordero inmola-
do, como lo vio en el Apocalipsis San Juan
sobre el altar de oro del cielo”.
Mira que estoy a la puerta y llamo (Ap 3,20)
Tal vez no todos saben que el verbo en
inglés “to knock” significa “llamar”. “Si
alguno escucha mi voz y abre la puerta, yo
entraré a él y cenaré con él y él conmigo”,
escribe San Juan en el Apocalipsis (Ap
3,20). Esto nos dice la Escritura, y esto nos
sugiere también la lectura de los tiempos
que estamos viviendo. Jesucristo llama a la
puerta de nuestro corazón, llama al umbral
de nuestra vida, y espera que lo dejemos
entrar para poder cumplir sus promesas.
La llamada de la aparición de Knock es
elocuente: los tiempos están maduros, la
Madre nos invita a unirnos a su obra de
corredención. Dejémosle a San Juan mos-
trarnos el libro que nos indica qué hacer para
participar en la victoria final sobre el
Dragón. Apresurémonos, y no dejemos esca-
par la ocasión de estar entre los que “le han
vencido por la sangre del Cordero y por la
palabra de su testimonio y menospreciaron
su vida hasta morir” (Ap 12,11).
red.
LAS PEREGRINACIONES
DE CARIDAD CONTINÚAN
En el año 2007 hemos realizado 13
“peregrinaciones de caridad” llevando mas
de 105 toneladas de bienes de primera nece-
sidad (sobre todo alimentos, detergentes y
pañales) cargados en más de 180 furgonetas
y camiones con destino a los pobres de la
martirizada Bosnia: campos de refugiados,
cocinas comunitarias, hospitales, ancianos
jubilados, orfanatos, centros sociales, etc...
El compromiso continúa también este
año, sobre todo porque en Bosnia al no haber
trabajo para casi nadie, se requieren más bie-
nes de primera necesidad y la pobreza está
aumentando. Dentro de pocos días saldre-
mos con 20 furgones dirigidos hacia los
lugares más pobres del norte, centro y sur de
Bosnia. Continúan e incluso aumentan las
peticiones de adopción a distancia de niños
(30 euros al mes) para ayudar a muchas
familias en dificultad extrema. ¡Buscamos
más padres adoptivos!
Gracias a algunos de nuestros amigos
que desde hace años vienen con nosotros en
estos viajes, hemos abierto ahora un capítu-
lo muy importante: llevamos a Italia a
muchos niños de Bosnia para visitas médi-
cas, operaciones y curas especiales. Así,
una niña de Mostar, a la que los médicos
locales le habían diagnosticado una ceguera
absoluta e inminente, tras tres viajes a Italia
y dos operaciones, ha resuelto para siempre
su problema. Seguimos ahora con un caso
similar de un niño de Konjic. Y también un
niño con un bracito gravemente quemado
nos ha sido confiado para seguir las opera-
ciones que debe afrontar. Hemos descubier-
to recientemente un caso muy lamentable:
una chica de 18 años, que a los 5 fue terri-
blemente quemada en la mayor parte de su
cuerpo, y no se hizo nada para curarla. Por
si fuera poco, ¡fue incluso violentada! Con
su crecimiento se le fueron abriendo llagas
profundas y sangrantes que le causan un
dolor atroz. Ha sido llevada a un hospital
italiano muy equipado que le comenzará a
curar las llagas mas profundas. Pero todas
estas intervenciones son muy costosas y ya
no sabemos a quien más pedir ayuda.
Esperamos que alguien generoso y de buen
corazón algún día lea esto y nos mande una
ayuda. ¡Gracias!
Alberto Bonifacio - Centro Informazioni
Medjugorje- Via S. Alessandro, 26-
23855 Pescate (LC) -ITALIA- tel. 0341-
368487 - email: b.arpa@libero.it
Los eventuales donativos dirigirlos a :
A.R.P.A. Associazione Regina della Pace
onlus (misma dirección de arriba)- conto
corrente postale nº 46968640
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La primavera trae nuevas flores
Un domingo de sol hacia el final del
invierno y el Podbrdo se llena de personas
que suben y bajan orando en silencio o en
voz baja en pequeños grupos. Se oye hablar
sobre todo en croata, pero hay también
familias de peregrinos provenientes de Italia
y de Eslovenia, hay personas de las diversas
comunidades presentes en este lugar. A
menudo se saludan entre ellos, con una son-
risa nada superficial, ya que en una breve
mirada pasa la bendición divina,
el sentir-
se hermanos en la alegría de saber que cada
cual ha respondido a la misma invitación,
cada cual ha querido corresponder al don
del sol dominical concediendo a Dios un
poco del propio tiempo, en este día que per-
tenece a Dios.
Nosotros llegamos a la cima casi los
últimos, saludando a los que bajan y dejan-
do de orar en voz alta antes de llegar al lugar
de las apariciones. Silenciosamente nos
arrodillamos en torno a la estatua. Atardece,
y la colina todavía no suele iluminarse en
esta estación. Con discreción cada uno dice
alguna íntima oración elevando y bajando su
mirada. María desde lo alto nos contempla
tiernamente, leyendo el susurro de nuestros
labios. Unido a su corazón maternal empie-
zo a oír a las almas de los hermanos y her-
manas que el Señor ha puesto junto a mí
como un don inestimable, y agradezco a
María por habernos llamado y escogido
entre todas las tribus, lenguas, pueblos y
naciones;
le agradezco por haber querido y
formado esta familia espiritual, por la comu-
nión que reina entre nosotros.
Y todo comenzó de algún modo aquí,
desde este lugar, desde ese día ya muy leja-
no, de esta estrella que marca el nacimiento
a la gracia de un gran número de almas. Esta
es en verdad nuestra “cuna” y por esto es jus-
to que en esta tarde de domingo sumisamen-
te vengamos unidos a darle a nuestra Madre
nuestras simples y pequeñas “gracias”.
“Vuelve la temporada alta”
Vuelve el calor, vuelven los peregrinos,
y con ellos los quehaceres, el trafico, el tra-
bajo. Aquí en Medjugorje se suele decir
vuelve la temporada alta”. Es ya el tercer
año que por gracia de Dios vivo en esta tie-
rra bendita, y ya puedo distinguir bien entre
parroquianos y peregrinos, el modo de pen-
sar de los unos y de los otros. Muchos luga-
reños ven el flujo de peregrinos desde el
punto de vista de sus propios intereses, otros
en cambio viven su trabajo como un servicio
que ofrecen a Dios a través del prójimo.
Con la “temporada alta” no sólo reini-
cian los quehaceres, comienza también una
dinámica espiritual que implica a muchas
almas que buscan ayuda más o menos cons-
cientemente, y a almas que con su oración,
con su serenidad y decisión por Dios están
llamadas a ser canales de gracia. Y si desde
el punto de vista organizador, este verano se
presenta como muchos otros, atrayendo más
dinero respecto al anterior y menos que el
próximo, en la vida del Espíritu Santo la
temporada que se avecina será única e irre-
petible, porque a esta cuna de conversio-
nes seguirán viniendo nuevas personas
cuya vida cam-
biará radicalmen-
te y se darán
encuentros espe-
ciales queridos
por Dios que
dejarán huellas
eternas en el cora-
zón de muchos. Y
quien ora y se
ofrece a los pere-
grinos sabe que
tiene la gran res-
ponsabilidad de
acompañar y
ofrecer a Dios
todo esto, sabe
cuántos sacrifi-
cios se requieren
para que nazca un
pequeño y valioso
en un corazón
herido.
Vivir el encuentro
Salgo tras el desayuno para comprar
algunas cosas, y yendo en coche hacia
Citluk recojo a un chico que hace autostop:
¿Cómo te llamas? - le pregunto en mi croa-
ta ya muy suelto. “Andrija” me responde.
“Ah, es la primera vez que conozco a
alguien de aquí con este nombre... quiere
esto decir que celebras tu santo el 30 de
noviembre. Yo me llamo Francesco y soy
italiano; se nota, ¿verdad?
Andrea tiene 25 años, igual que yo, y a
menudo en estos casos pienso con gratitud
en el don inmenso que recibí de Dios lla-
mándome desde muy joven a mi
Comunidad. Hoy no. Hoy pienso en el hecho
de que ambos, aunque hayamos crecido de
modo muy distinto, nos hallamos “trabajan-
do” en este lugar de gracia, nos encontramos
desarrollando tareas concretas en un día
cualquiera, llevando una vida “normal” que
sin embargo la Virgen acoge y presenta al
Señor como sacrificio de alabanza.
“¿Te gusta vivir en Medjugorje o hay
demasiados peregrinos? Cuando hay dema-
siados, ¿molestan?”. “No, no, Medjugorje
me gusta y me gusta así, precisamente con
toda esa gente que viene....los peregrinos no
molestan”.
“Crees en las apariciones de María?”. ...
Claro que sí, aquí creen todos. “¿Cómo
cambiaron tu vida sus apariciones?
Ésta es
la pregunta que importa: en realidad, ¿en
qué medida prestamos atención a la voz de
nuestra Madre? Yo, en primer lugar, ¿Estoy
llevando o no su último mensaje en la men-
te y en el corazón? ¿Lo estoy poniendo en
práctica hoy, incluso en este encuentro
“casual”?
El viento del alma
Durante todo el invierno y la primavera
el tiempo en Medjugorje se centra en la
alternancia de dos vientos: el viento del sur
y el del norte, conocido como “bora”. El del
sur trae nubes y lluvia disminuyendo la dife-
rencia térmica diurna con temperaturas
constantes y misericordiosas. Cuando en
cambio sopla la bora, el aire se vuelve níti-
do y terso y el cielo sereno, y por las maña-
nas hace un frío gélido, mientras que a
mediodía el sol calienta con fuerza llevando
esperanza a todo lo que encuentra. Pero aho-
ra, de mayo en adelante, el viento del norte
será atenuado mediante un aire suave y fres-
co, con temperaturas agradables y templa-
das, mientras que la corriente del sur traerá
un calor más intenso alternándose con tor-
mentas veraniegas, fundamentalmente para
limpiar el aire y refrescar la naturaleza.
También en el camino espiritual de cada
alma se alternan estaciones y diversas
corrientes. Quien regrese de Medjugorje
sabe que en la vida cotidiana encontrará
nuevamente dificultades muy variadas. Los
periodos en los que el Señor concede al
alma muchos signos, gracias y consuelos se
alternarán con periodos en los que nuestra fe
es probada y “comprobado” también nues-
tro camino espiritual....En realidad, cuando
el alma llega de pleno a la madurez, se pue-
de dar uno cuenta en verdad de lo útiles y
fecundos que son estos periodos de prueba,
capaces por sí solos de madurar nuestra
relación con Dios.
Mayo: el mes más bello
¡Mayo, mes consagrado desde siempre
a María, es tal vez el mes más bello aquí en
Medjugorje! Las golondrinas rellenan el
azul intenso del cielo que se recorta entre
los dos campanarios de la iglesia parroquial,
mientras que al final de la misa de la tarde el
ocaso se muestra con sus colores más inten-
sos. Es una paz serena y profunda la que se
respira en las tardes del verano, el silencio
que se hace siempre más profundo parece
entrarte en el alma para transformar, sanar y
preparar el lugar a la acción del Espíritu que
Dios continuamente nos transmite.
Francesco Cavagna
La aparición a Mirjana
en su cumpleaños
18 de marzo:
“Nunca he visto a la Virgen dirigirse a
nosotros de este modo”, dijo la vidente.
Extendió sus brazos hacia nosotros y con los
brazos extendidos dijo:
“Queridos hijos, hoy extiendo mis bra-
zos hacia vosotros. No tengáis miedo de aco-
gerlos. Ellos os quieren dar amor, paz y ayu-
daros en la salvación. Y por eso, hijos míos:
¡Acogedlos! Llenad mi Corazón de felicidad
y yo os guiaré hacia la santidad. El camino
por el cual os guío es difícil, lleno de prue-
bas, y de caídas. Yo estaré con vosotros y mis
brazos os sostendrán. Sed perseverantes
para que al final del camino, en la alegría y
en el amor, todos juntos, nos tomemos de las
manos de mi Hijo. Venid conmigo, no ten-
gáis miedo. Os lo agradezco”
2 de abril
“Queridos hijos, también hoy, mientras
estoy con vosotros en el gran amor de Dios,
deseo preguntaros: ¿Estáis vosotros conmi-
go? ¿Vuestro corazón está abierto a
mí?¿Permitís que yo lo purifique con mi
amor y se lo prepare a mi Hijo? Hijos míos,
habéis sido elegidos porque en vuestro tiem-
po, una gracia especial de Dios ha descen-
dido sobre la tierra. No la rechacéís, aco-
gedla, os lo agradezco”
Sucede en Medjugorje...
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En tu vientre...
“En tu vientre se reencendió el amor
por cuyo calor en la eterna paz
así germinó esta flor....”
Célebres estos versos que Dante
Alighieri, poeta italiano del siglo XI , escri-
bía en su Divina Comedia. Se hallan exacta-
mente en un párrafo de una preciosa oración
a la Virgen Maria, que el autor imagina reci-
tada por San Bernardo.
Las palabras de un canto de don Giosy
Cento, no tan famoso como el poema dan-
tesco pero seguramente conocido por
muchos, pienso que pueden hacerle de con-
trapunto: “En tu casa, María, he respirado
tu sí: una propuesta de amor, Dios te lanza
al corazón. Y el Infinito se encarna, baja en
silencio el Misterio...”
De aquí nace la invi-
tación a preguntarnos: ¿Qué sucede cuando
ponemos nuestra alma a disposición como
María? ¿Qué ha hallado en Ella el Altísimo?
¿Y qué debe hallar en nosotros el Altísimo?
¡Un vientre encendido de amor! Un
corazón acogedor, preparado por la misma
Palabra de Dios: Dios prepara a la criatura
para ser acogido. Un vientre encendido, o
sea iluminado, fogueado, como el corazón
de los discípulos de Emaús, tras haber
hablado Jesús de las Escrituras y haberlo
visto y reconocido partiendo el Pan,
partiéndoSe.
¡Un vientre caliente que lle-
va a la paz! San Agustín osa decir
que María fue más grande por
haber acogido la Palabra en su
corazón, que por haberla acogido
en su vientre. Paz que le nacía de
su corazón impregnado de la
Palabra. Paz, por ser obediente a
la voluntad de Dios (ob-audire
significa escuchar estando de
frente: quien obedece no anula su
libertad, sino que la exalta). Paz,
por ser fiel al único proyecto de
Dios, que no puede sino querer el
amor del alma y por el alma. Paz por ser don
para los demás. La paz, de hecho, además de
llevarla en el corazón, es necesariamente
motivo de compartir: “Puedes olvidarte de
la persona con la que has reído, pero nunca
con la que has llorado”
(Kahlil Gibran).
¡Germinar una flor! ... “Se fijó en la
humildad de su sierva” canta María en el
Magnificat. Es precisamente así, oh Madre.
Tu vientre es como un jardín florido porque
todas las virtudes hallan en él un lugar: la
sencillez, la humildad, el silencio, la ora-
ción, el abandono, el amor, la fidelidad, la
confianza...Sólo así puede nacer la Flor que
supera al tiempo y a las estaciones, siempre
llena de belleza y de perfume. Tierra acoge-
dora es tu vida, tierra preparada con semillas
del Espíritu, donde el Hijo de Dios estable-
ce su morada y ...¡El Infinito se encarna!
p. Orazio Renzetti o.f.m. cap
De gracia en gracia
de Stefania Consoli
¿Qué nos depara el camino tras el
Señor de la historia, el único que con su
ofrecimiento ha desafiado a la muerte y la
ha aniquilado? ¿Qué nos ha dado ese
Crucifijo que exhalando en el amor el últi-
mo respiro, ha dado vida a su Iglesia, preci-
samente como el Padre, cuando sopló sobre
Adán dando origen a la humanidad? ¿Qué
nos ha traído esa piedra que, rodando desde
el sepulcro, lo vaciaba de corrupción permi-
tiendo el ingreso en la Esperanza de un día
sin ocaso?
Gracia sobre gracia. Esto es lo que reci-
bimos en este tiempo de primavera, en el que
las yemas dan paso a flores siempre más lle-
nas de colores y de perfumes, prometiendo
frutos maduros. Un río de gracia se nos da,
un sucederse de novedades celestiales que
manan de una secuencia de fiestas litúrgicas,
cada vez más llenas de luz y esplendor.
La Pascua ya hizo su cometido: cin-
cuenta largos días cargados de vida nueva,
resucitada; días en los que una fuerza muy
especial ha actuado, para traer claridad a los
rincones todavía oscuros de nuestro cora-
zón, cerrados en sí mismos y esclavos del
amor propio. Una fuerza capaz de arar en
profundidad los terrones endurecidos de
nuestra alma y capaz de hacer salir lo que
yacía dentro, en un estado de muerte aparen-
te, pero en realidad en actividad sórdida y
velada: viejos rencores, frustraciones, heri-
das sin cicatrizar y nunca perdonadas.....
En los días sucesivos a aquella Pascua
en Jerusalén, el Maestro instruía a sus discí-
pulos para prepararles a la misión. La mis-
ma suerte, Jesús nos la reserva a nosotros,
cada año, en un tiempo pascual enriquecido
de Su presencia, para decirnos que el cami-
no hacia el Padre es un continuo éxodo de
uno mismo, de nuestra mentalidad que fácil-
mente busca satisfacciones en este mundo,
de una falsa justicia que se levanta en defen-
sa de un yo egoísta, de una lógica del poder
que nos arma continuamente incluso para ir
contra nuestro prójimo queriéndole superar,
someter y dominar.
La resurrección, que hizo mentirosa a
la muerte quitándole la última palabra,
nos ha indicado cómo también una vida
hecha de pequeños ajustes, de compromisos
perezosos y de formales fachadas de cir-
cunstancias, se opone a la posibilidad de
profunda renovación interior que cada pasa-
je pascual
nos propone. De hecho, a menu-
do, por miedo a equivocarnos y para no
arriesgar “más de lo debido”, nos encerra-
mos en estrechos ámbitos reduciendo al
mínimo indispensable nuestros actos, y nos
contentamos con una “existencia pequeña”,
hecha de cosas “pequeñas”, con la ilusión de
estar tranquilos. En realidad estamos redu-
ciendo al mínimo no sólo nuestro actuar
sino también el oxigeno de nuestra alma ,
que se nutre de creatividad y de iniciativas
en el Espíritu Santo.
Este estancamiento existencial, fruto de
nuestras inseguridades y miedos, de hecho
puede llegar a bloquear el proceso dinámico
propio de la existencia cristiana: un ciclo con-
tinuo de ofrecimiento, muerte y resurrección
que cada vez nos eleva mas allá de los hori-
zontes humanos y nos pone en relación con el
Altísimo. Admitámoslo: ¿Cuántas veces lla-
mamos “quietud” a nuestra pasividad, y “tran-
quilidad” a nuestra inmovilidad? Y en lugar
de volar alto, avanzamos a saltitos.
Si nos convenciéramos, en cambio, de
apartar la mirada de nosotros mismos, de
nuestra necesidades, de nuestras pretensio-
nes y objetivos y dejáramos obrar al Espíritu
Santo que en este tiempo se muestra de
manera inmensa, nos daremos cuenta que la
realidad está mucho mas allá de nuestra
pequeña visión. Muchos de los problemas
se desharían como polvo, revelando su
inconsistencia. Las necesidades se redimen-
sionarían, porque cada cosa se nos iría dan-
do en el momento oportuno y a través de
caminos que nunca hubiéramos imaginado.
Las dudas se disiparían para hacer hueco a
un abandono confiado. Los sentimientos
recibirían paz, no la que el mundo da, sino
la que el Resucitado quiso dejarnos (cfr. Jn
14,27): una paz que es ausencia de preocu-
paciones porque las hemos confiado a Dios,
una paz que da alegría al corazón con la cer-
teza de que el mal no tiene ningún poder
sobre nosotros, si Jesús reina en el centro de
nuestro ser (cfr. Jn 14, 30).
Dios nos atrae más allá de los confines
de nuestro micro-mundo para hacernos
gustar las bellezas del Suyo. Pero debemos
dejarnos guiar y sobre todo: ¡Fiarnos!
Pasaremos de gracia en gracia a través del
misterio de la Ascensión, luego el de
Pentecostés. Viviremos la plenitud en la
fiesta de la Santísima Trinidad, para luego
encontrarnos de nuevo con Jesús solo, ofre-
ciéndose enteramente por nosotros en la
fiesta del Corpus Christi y del Sagrado
Corazón.
Y como un tejido que une varios hilos, el
manto de María, que en Mayo se extenderá
de manera especial sobre sus hijos para pro-
teger las gracias que Dios distribuye en este
tiempo.
Que un silencio profundo recubra nues-
tras almas y nos predisponga a acoger estas
perlas que se nos ofrecen. Es la única mane-
ra de no perderlas y de dar un gran gracias
al Padre nuestro, bueno y providencial.
“Los laicos, en su dedicación a
Cristo y consagrados por el
Espíritu Santo, son de modo
admirable llamados e instruidos
para que el Espíritu produzca en
ellos frutos siempre más abun-
dantes...los laicos, obrando san-
tamente y en todo lugar como
adoradores, consagran el mismo
mundo a Dios”.
Catecismo de la Iglesia Catolica
nº 901
El Papa exhorta
la “maternidad espiritual”
de los sacerdotes
Benedicto XVI, en una carta, ha mani-
festado su satisfacción por una campaña de
adoración eucarística y de “maternidad” por
la santidad de los sacerdotes en el mundo.
Como ya habíamos señalado, la campaña
propone a las “almas femeninas consagra-
das”, siguiendo el ejemplo de María, adoptar
“espiritualmente sacerdotes para ayudarles
en su ofrecimiento, en su oración y en su
penitencia.” La iniciativa busca que “en cada
rincón de la tierra, se eleve siempre a Dios,
incesantemente, una oración de adoración,
de agradecimiento, de alabanza, de petición
y reparación, con la finalidad de suscitar un
número suficiente de santas vocaciones al
estado sacerdotal.”
(para mayor detalle consultar: www.clerus.org/pregate).
7
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Señor
enséñame…
¡...a sufrir!
Tú has hecho del sufrimiento la pena de
la culpa y el precio de la redención: partíci-
pe del sufrimiento castigo, enséñame a ser
partícipe del sufrimiento redención. ¡Señor,
que yo comprenda, ame y alabe tu proyecto!
Tú has dejado ir al hombre por su cuen-
ta, hacer su voluntad en contra de la tuya;
pero no le has abandonado a su suerte: has
enviado el castigo, porque eres justicia;
pero has prometido la liberación, porque
eres misericordia. Has querido que el mal
de la pena se volviera mérito de la libera-
ción para que la justicia fuera instrumento
de misericordia.
¡Admirable tu proyecto, Señor! Tú lo
actuaste en tu Hijo, que por tu voluntad, y
aceptándolo Él, tomó la forma de hombre
sufriente y mortal para que con el sufrimien-
to y la muerte destruyera en mí ambas
cosas, y donde había abundado la culpa,
hiciera abundar la gracia.
Enséñame a unirme con amor y, ardien-
temente te pido, si es posible - nada es impo-
sible a tu omnipotencia - pueda yo unirme
con gozo a los sufrimientos de tu Hijo y de
su Madre María; enséñame a comprender
que debo completar, para mi salvación, lo
que falta a los sufrimientos de Cristo; falta,
no para que mis sufrimientos añadan algo a
los méritos de Cristo, sino porque constitu-
ye la condición indispensable para ser par-
tícipe; enséñame a soportar el sufrimiento-
sí, a soportar porque tú no nos impones que
lo amemos aunque nos mandes que amemos
el sufrimiento - a soportar el sufrimiento
como deber de expiación, como prueba de
amor, como instrumento de salvación, como
medio de apostolado, como la esperanza, la
gran esperanza del premio.
¡Cuántas razones, Señor, para acoger el
sufrimiento! No sólo con resignación, que es
demasiado poco para un verdadero discípu-
lo de tu Cristo, sino con amor y con gozo;
con un gozo similar al de tu Hijo que se sen-
tía angustiado hasta que recibió el bautismo
que tenía que recibir (Lc 12,50), o a aquel
gozo que invadía a su Apóstol en cada tribu-
lación (2 Cor 7,4).
¡Haz, Señor,que comprenda este gran
misterio del sufrimiento!
p. Agostino Trapè o.s.a.
(3.continua)
Para nuevas suscripciones o para modifi-
caciones
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Secretaría del Eco
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LA CONFESIÓN
es una medicina
Considerando las confidencias de muchas
personas durante el desarrollo de mi vida
como médico, me he dado cuenta de cuanta
razón tiene la Iglesia definiendo al hombre
como criatura trinitaria donde las tres partes,
cuerpo, alma (psique) y espíritu están perfec-
tamente entrelazadas. La enfermedad de una
de las partes repercute siempre sobre las otras
y se llega a la sanación verdadera de la perso-
na sólo actuando en los tres niveles.
Hasta hace algún decenio, sólo nos preo-
cupábamos de cuidar del cuerpo; después la
Medicina Psicosomática revalorizó la parte
psíquica de la persona. Pero el hombre no
está bien todavía, y la salud, entendida como
equilibrio perfecto de la persona (equilibrio
que se revela a través de una fuerte sensa-
ción de paz interior), parece aún una meta
muy lejana. La solución es una: tener el
coraje de considerar que también nuestra
componente espiritual tiene necesidades que
no deben de ser abandonadas.
Cuando le pregunto a un paciente mío
qué es lo que mas desea, la gran mayoría
exterioriza un fuerte deseo de vivir en paz y
en serenidad, tanto exterior (en la familia y
en la sociedad) como interior (en sí mismo).
A pesar de que esta exigencia sea muy fuer-
te, muy pocos son los que llegan a experi-
mentarla porque en lugar de buscar y corre-
gir los propios errores (que los hay siempre),
tendemos a culpar al prójimo de los eventos
negativos.
La experiencia me ha enseñado que
encuentra la paz sólo quien encuentra a
Dios, su amor y su perdón.
Hoy en día muchos son los que hablan
de Dios, pero a menudo es un Dios para
nuestro uso y consumo; es un Dios inanima-
do, personificado o muy lejano de nuestro
mundo. Este no es el Dios de la paz, sino un
placebo ilusorio que muchos se crean para
tratar de tranquilizar la propia conciencia. El
Dios de la paz es Jesucristo. Aquel Jesús que
ha sido obediente a la voluntad del Padre
hasta el punto de morir en la cruz por noso-
tros. Ese Jesús que amó a todos, incluso a
sus perseguidores. Ese Jesús que ha institui-
do los sacramentos y que ha hecho de todo
para que viéramos , creyéramos y Lo imitá-
ramos para alcanzar, como Él, el “estado de
hombre perfecto”
(Ef 4,13).
Habiendo perdido de vista a ese Jesús,
el hombre ha perdido la salud, su equilibrio
interior y la paz.
Hay solo un modo de volver a Jesús y
encontrarnos a nosotros mismos: pedirle per-
dón con todo el corazón y prometerle, con la
ayuda de la Gracia que Él nos da continua-
mente, no ofenderle más. Es el eco de la voz
de San Juan Bautista que se repite durante
siglos para alertarnos: “¡Arrepentíos, porque
el Reino de los Cielos está cerca!
(Mt 3,2).
Como médico, en varios casos le pedí al
paciente que se reconciliara con Cristo para
resolver sus problemas físicos, y los que lo
hicieron y tomaron por costumbre confesar-
se frecuentemente, experimentaron la ale-
gría de vivir y poco a poco fueron sanando
maravillosamente.
La confesión es medicina para el hombre
y para la entera sociedad: una sociedad que
hoy en día tiene especial necesidad de ser
sanada. ¡No dejemos escapar esta nueva
invitación del Padre!
Dr. Roberto Gava
(de : El sacramento de la confesión)
La Virgen se aparece en estos tiempos tan
difíciles cuando ciertos individuos sin escrú-
pulos manipulan las masas usando los medios
de comunicación, en especial la televisión.
Éstos crean una opinión pública imponiendo
su propia medida de inmoralidad y promocio-
nando una falsa libertad, mutando el egoísmo
y el placer en esclavitud.
¿Cómo podemos hoy cambiar esta situa-
ción negativa en todo el mundo? ¿Cómo
podemos dar testimonio de que Dios se ha
hecho hombre y nos ha redimido? ¿Cómo
podemos ofrecer sus enseñanzas y sus cami-
nos para hallar la paz? En sus recientes men-
sajes, la Reina de la Paz subraya nuestra res-
ponsabilidad en este mundo sin paz, sin
Dios, sin fe. En este mundo estamos con
Ella. Somos enviados para ser luz en estas
tinieblas. Estamos llamados a ser paz en esta
inquietud y apóstoles en este valle de Babel.
La Virgen no ha dicho nunca: escribid artí-
culos o hablad influenciando en los medios
de comunicación, etc. Ella nos invita a res-
ponder a la llamada y a ser un signo y una
gracia para los demás.
¿Cómo podemos realizar todo esto? La
Virgen dice que es posible dando tiempo a
Dios, para que Él nos pueda transformar.
Debemos experimentar nuestra transforma-
ción . Yo creo firmemente en esta transfor-
mación. A mi entender, Medjugorje, en pri-
mer lugar, es esta gran transformación del
corazón humano, de la vida, de la familia, y
del mundo. Yo sé que la conversión es posi-
ble. Debemos crecer hasta que sintamos la
necesidad de la conversión; hasta que anhe-
lemos la oración y el sacrificio para obtener
el don de la conversión.
En mi corazón reconozco que la Reina
de la Paz durante el tiempo de las aparicio-
nes ha tocado todos nuestros problemas y ha
dado todas las respuestas a todas las pregun-
tas. La Virgen nos pide ejemplos prácticos
de vida para que podamos ejercer nuestro
apostolado viviendo sus mensajes. De este
modo, se confirmará la experiencia de la
Iglesia: nuestro cambio comienza estando
arrodillados en oración ante nuestro Señor.
(de una carta a las Parejas en oración)
Padre Jozo:
¡Yo creo en la
transformación!
Villanova M., 13 de mayo de 2008
Resp. Ing. Lanzani - Tip. DIPRO (Roncade TV)
Que nos bendiga Dios Omnipotente,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Amén.
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