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www.medjugorje.ws » Eco de Maria Reina de la Paz » Eco de Maria Reina de la Paz 206 (Septiembre-Ottobre 2009)

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“Nosotros creemos que la Madre Santísima
de Dios, la nueva Eva, Madre de la Iglesia,
continúa desde el cielo su labor materna
hacia los miembros de Cristo, cooperando
en el nacimiento y desarrollo de la vida divi-
na en las almas de los redentes”
Pablo VI - Credo del Pueblo de Dios
Mensaje del 25 de mayo de 2009
“¡Queridos hijos! En este tiempo, los
invito a todos a orar por la venida del
Espíritu Santo en cada criatura bautizada,
para que el Espíritu Santo los renueve a
todos y los conduzca por el camino del
testimonio de vuestra fe, a ustedes y a todos
aquellos que están lejos de Dios y de Su
amor. Yo estoy con ustedes e intercedo por
ustedes ante el Altísimo. ¡Gracias por
haber respondido a mi llamado!”
Mensaje del 25 de junio de 2009
“¡Queridos hijos! Alégrense conmigo,
conviértanse en alegría y agradezcan a Dios
por el don de mi presencia entre ustedes.
Oren para que en sus corazones Dios esté en
el centro de su vida y con su propia vida,
hijitos, testimonien para que cada criatura
pueda sentir el amor de Dios. Sean mis
manos extendidas para que cada criatura
pueda acercarse al amor de Dios. Yo los ben-
digo con mi bendición maternal. ¡Gracias
por haber respondido a mi llamado!”
El Espiritu Santo
y las manos tendidas de Maria
La Liturgia es la celebración del Misterio
de Cristo y en especial, de su Misterio pascual
(Catecismo de la Iglesia Católica.
Compendio, tesis 218). Participar en la cele-
bración litúrgica no equivale a asistir a la
misma, debemos hacernos parte de la misma.
Debemos entrar en el misterio pascual de
Cristo par ser parte del mismo, obtener de El
esa linfa que nos permita vivir Su Vida (Jn 15,
4-5). Pocos dias antes de Pentecostés , Maria
nos invitaba a todos a orar para que el
Espíritu Santo viniera sobre todos los bau-
tizados.
Pentecostés, al igual que la Pascua, y
como la Navidad, y como cada Santa Misa,
etc, no son sólo simples momentos de fiesta,
sino eventos en los que, si de verdad quere-
mos, entramos en la Vida, vivimos la comu-
nión con Cristo Jesús. Eventos que no pueden
ser limitados a su duración temporal de cele-
bración sino que se extienden durante nuestras
jornadas dando sentido a nuestras obras, ilu-
minando las sombras y orientando a la espe-
ranza. Son eventos que pueden y deben cam-
biar radicalmente la vida, la vida de todos,
haciéndola siempre más semejante a la Vida
de Cristo Jesús.
El Espíritu Santo os renueve a todos y
os guíe por el camino del testimonio de
vuestra fe, a vosotros y a todos aquellos
que están lejos de Dios y de Su amor.
Esto,
nos dice Maria, es el fruto de la venida del
Espíritu Santo. Todos tenemos necesidad de
Su venida, absolutamente todos, tanto los
que se consideran cercanos como los que se
consideran lejanos de Dios y de Su Amor.
Sin la acción del Espíritu Santo no podemos
obtener la fe y mucho menos testimoniarla;
no basta con las obras; no basta con conocer
la vida de Maria y todos Sus mensajes para
poseer esa fe que es capaz de cambiar nue-
stra vida y la de los demás. Podremos como
mucho, transmitir una serie de normas, pero
no el alma de las mismas. Maria visita a
Isabel y ya en su saludo transmite el Espíritu
de Dios (Lc 1, 40-42). Cuando el Espíritu
encuentra en nosotros espacio para poderse
mover libremente, no se requieren palabras
ni formulas para alcanzar a las personas que
nos encontramos.
Tambien hoy Maria nos visita como en
su dia visitó a su prima, pero, ¿Estamos
nosotros dispuestos, como lo estuvo Isabel,a
dejarnos penetrar por el Espíritu que está en
Maria? Alegraos conmigo - nos dice Ella -
convertíos en alegria y agradeced a Dios
por el don de mi presencia entre vosotros.
La verdadera alegria, la que nace del inte-
rior, la que no es sentimiento pasajero sino
estado de beatitud del alma, no puede pre-
scindir de la conversión a Dios, no puede
existir sino en El, y en la comunión con El.
Las alegrias del mundo, incluso las que son
buenas y rectas, son menos que una sombra
frente a la alegría que viene de la inhabita-
ción de Su Espíritu. Alegrarse con Maria,
alegrarse con Su misma alegria, es ya con-
versión al Amor de Dios, es el Fiat de Maria
que resuena en nosotros y genera a Jesus en
nuestro corazón. De esta experiencia de ale-
gría, que es conversión al mismo tiempo,
nace la necesidad de agradecer a Dios por
el dón de la presencia de Maria entre
nosotros,
es Su Magnificat que se hace nue-
stro. El Señor esté en el centro de nuestra
vida
y que nuestra vida sea manifestación de
Su Presencia para que toda creatura pue
a pag. 8
Mensaje del 25 de julio de 2009
“¡Queridos hijos! Que este tiempo sea
para ustedes un tiempo de oración. ¡Gracias
por haber respondido a mi llamado!”
Mensaje del 25 de agosto de 2009
“¡Queridos hijos! Hoy los invito nueva-
mente a la conversión. Hijitos, ustedes no
son suficientemente santos y no irradian
santidad a los demás, por eso oren, oren,
oren y trabajen en la conversión personal
para que sean signos del amor de Dios para
los demás. Yo estoy con ustedes y los guío
hacia la eternidad, que cada corazón debe
anhelar. ¡Gracias por haber respondido a
mi llamado!”
Oración y conversión
para ser signo del Amor de Dios
Tanto por su brevedad como por su con-
tenido, el mensaje del 25 de julio nos recuer-
da el del 25 de octubre de 1999. En el prime-
ro, Ella nos dice que este tiempo sea para
vosotros un tiempo de oración,
en el
segundo, no lo olvideis: este es un tiempo de
gracia, por lo tanto,¡Orad , orad, orad!
La
gracia es la ayuda que Dios nos da para
hacernos partícipes de Su Vida. La oración
es la elevación del alma a Dios, y para el cri-
stiano es relación personal con el Padre, a
través de Su Hijo Jesús y por la fuerza del
Espíritu Santo. Gracia y oración son los pul-
mones de la vida cristiana.; nos permiten
recibir la Vida y vivir de ella.
Este tiempo: es el tiempo de la vida de
cada uno de nosotros, pero también el tiempo
de la historia de la humanidad, de nuestra épo-
ca. Esta época tan llena de riqueza y de mise-
ria, tan abierta y al mismo tiempo tan cerrada
al Amor, tan repleta de santos y de mártires,
pero también de demonios que odian y de
muerte.¡Pero éste es también y sobretodo
tiempo de gracia, tiempo de la presencia de
Maria, tiempo que espera el retorno de Cristo!
Preparémonos según las enseñanzas y las invi-
taciones de Maria, con seriedad y con confian-
za, en la oración y en el ayuno. Oremos con el
corazón y no sólo con los labios. Que la ora-
ción sea como el aire que respiráis, y no una
carga
(mensaje del 25 de julio de 2007). La
oración no como un momento de nuestra jor-
nada, sino como el alma de la misma, de nue-
stras acciones, de nuestros proyectos, pensa-
mientos, deseos, de nuestras relaciones, del
trabajo y del descanso. La oración como respi-
ro del alma. Incesante, silencioso, vital.
“¡Cuidado! Si no oras dañas tu alma” me
dijo Padre Pío en septiembre de 1965.
Hoy - nos dice Maria en el mensaje del
25 de agosto - os invito nuevamente a la
conversión.
La conversión no es un acto una
tantum
sino un camino incesante que marca
toda la vida. Cada confesión bien hecha es un
acto de conversión, y en efecto, conversión
es uno de los nombres con los que podemos
llamar al sacramento de la confesión. La
conversión es camino de santidad, progre-
sión de descentramiento de nosotros mismos,
para centranos en Dios. Para nosotros cristia-
Septiembre - ottobre de 2009 - Editado: por Eco di Maria, Via Cremona, 28 - 46100 Mantova (Italia)
A. 25, N° 9 - 10; Esd.a.p. art.2,com.20/c, leg.662/96 filiale di MN-Autor.tribun.MN: 8.11.86, ccp 14124226
206
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nos, se trata de un camino ya trazado; debe-
mos vivir la vida de Cristo, o mejor, dejar
que el Espíritu de Dios asemeje nuestra vida
a la de Jesús. Nuestro deber es desear ardien-
temente que esto ocurra, abandonarnos a la
voluntad del Padre que desea ver en nosotros
a su Hijo predilecto. No es tarea fácil, y efec-
tivamente Maria nos lo dice: no sois sufi-
cientemente santos y no irradiais santidad
a los demás.
Pero si nos despojamos de todo
orgullo humano, si imploramos con corazón
sincero el perdón y la conversión, si sabe-
mos reconocer nuestros errores y perdonar
los de los demás, si nos esforzamos incesan-
temente en sustituir nuestro yo por Dios, si
oramos , oramos, oramos, lo conseguire-
mos porque sacaremos beneficio de la gracia
sobreabundante del Amor de Dios. El cami-
no que Maria nos indica para la conversión
personal
y para ser signo del Amor de Dios
para los demás
no es fruto de dotes ni de
obras humanas y nada de lo propiamente
nuestro puede acercarnos a la meta, pero lo
que es imposible para los hombres, es posi-
ble para Dios.(Lc 18, 27). Sobre esta Palabra
de Jesús nosotros ponemos nuestra esperan-
za y es esperanza bien puesta, porque El es
nuestra conversión personal, El es el signo
del Amor de Dios por los demás,
y en El
¡Tambien nosotros lo seremos! N.Q.
¡El cosmos
sea hostia viva!
Redacción
“Haz que tu Iglesia se ofrezca a ti como
sacrificio vivo y santo”. “Esta petición, diri-
gida a Dios, vale tambien para nosotros; se
menciona en dos textos de la Carta a los
Romanos: nosotros mismos, con todo nue-
stro ser, debemos ser adoracion, sacrificio,
devolver nuestro mundo a Dios y transfor-
mar asi el mundo!”.
Con estas palabras el Santo Padre, hue-
sped de la Val d’ Aosta en su descanso vera-
niego, ha abordado un tema muy importante
para todos nosotros, pero en especial para
quien vive en primera persona el servicio
sacerdotal: “La función del sacerdocio es
consagrar al mundo para que sea hostia
viva,
para que el mundo sea liturgia: que la
liturgia no sea una cosa apartada de la reali-
dad del mundo, sino que el mismo mundo
sea hostia viva, sea liturgia. Es la gran visión
que después tuvo también Teilhard de
Chardin: al final tendremos una gran
liturgia cósmica,
donde el cosmos se hará
hostia viva”.
Entre todas las invitaciones que el Papa
Benedicto XVI dirige a los cristianos de
nuestro tiempo, algunas tienen un tono espe-
cialmente profético, ante todo, por que en
cierto modo reproducen las intuiciones de
hombres, quizas no tan popularmente cono-
cidos, pero que en su dia, y tambien hoy, nos
adelantan el pensamiento dominante de la
Iglesia proponiéndonos claves de lectura y
miradas sobre el horizonte espiritual que
suenan como auténtica “novedad”.
Y referente a esto, muchos serán los que
se pregunten “¿Quién es Teilhard de
Chardin? Vale la pena curiosear un poco
sobre su pensamiento.
Teilhard, ¿Quien era?
Nació en Francia en 1881. Teilhard de
Chardin ha sido un renombrado científico
paleontólogo y un convencido Jesuita. Un
sacerdote que vivió en tiempos de cambios:
el sistema económico politico y social se iba
trasformando cada vez mas rápido y con
ello, portanto, también la cultura y la menta-
lidad común.
Fue un hijo de la Iglesia que sufrió y que
se ofreció por Ella y no dudó en denunciar
las que el definía “dos grandes enfermeda-
des”
del catolicismo de su tiempo: la ausen-
cia de una conciencia cósmica (en la que se
proponía una imagen de Dios, que parecía
mas pequeño que la infinita extensión del
cosmos que se iba descubriendo) y la inca-
pacidad de comprender positivamente el
progreso y portanto el riesgo de encerrarse
en un espiritualismo rencoroso que deprecia
todo lo que en la vida humana es cuerpo,
sensibilidad, materia y trabajo.
“Cristo es todo y todo tiende a Cristo”
Como paleontólogo, admitió de que la
evolucion era un dato innegable, pero ésto
para él no era ni mucho menos punto de con-
traste con el Cristianismo, ya que la trasfor-
mación del mundo se da en una direccion
bien concreta: desde todo lo que era primiti-
vo, atrasado y caótico, hacia una vida siem-
pre más desarrollada e inteligente...y la meta
de este proceso solo podrá ser la perfecta
comunión con Dios, la unificación, la con-
¿Crisis económica?
E
L
P
APA RESPONDE
Caridad y verdad, don gratuito de si
mismo y fraternidad. Estos son los conceptos
que resaltan mas en la nueva encíclica firma-
da por Benedicto XVI. Estamos todos un
poco cansados de oir hablar de crisis, de
declives financieros. de preocupación por el
futuro del mundo. Seguramente los mas afec-
tados son los que ya viven la precariedad de
los despidos, del desempleo en general que
sólo crea pobreza, cuando no miseria, en la
vida de muchos. Palabras, escritos, conve-
nios; el famoso G8 con todo su bombo mediá-
tico y sus felices sonrisas... ¿Debemos de ver-
dad alinearnos en este conjunto de discursos,
convencidos de poder resolverlo todo única-
mente con nuestras fuerzas humanas y con la
diplomacia? Desde luego que no. Por lo
menos, nosotros, que nos consideramos cri-
stianos y portanto fieles a un Dios que nos
pide servirle con “manos desnudas”, porque
es El quien quiere ocuparse de nosotros.
Entonces, ¿Que hacer? ¿Tal vez hacer caso
omiso, como aquellos bonachones que se lle-
nan la boca de esas frases ya hechas para con-
solarse y repetirse que la vida, a pesar de todo,
es bella? Así nos arriesgariamos a caer en una
ceguera superficial que dejaría a los mas
necesitados solos en su dramatica existencia.
“La caridad en la verdad pone al hombre
ante la sorprendente experiencia del don - nos
dice el Papa - . La gratuidad está presente en
su vida en multiples formas... El ser humano
esta hecho para donarse”. En este tono nos
ofrece el Santo Padre su contribución
mediante un escrito que se titula “La caridad
en la verdad”. Una contribución para afrontar
la crisis que nace de un desorden económico
pero que después se refleja en todos los
demás ámbitos de la vida del hombre. “La
caridad en la verdad es la fuerza principal de
propulsión para el verdadero desarrollo de
cada individuo y de la humanidad entera. (....)
Sólo con la caridad, iluminada por la razón y
la fe, es posible conseguir objetivos de desar-
rollo dotados de valor humano y humanizan-
te...¡Necesitamos hombres rectos!”.
“CARITAS IN VERITATE”
una mirada a la encíclica
Pietro Squassabia, de Mantua, para refle-
xión de los lectores, propone un breve
comentario del prof. Luigino Bruni, econo-
mista, docente universitario de la
Universidad Bicocca de Milán, coordinador
de la Comisión Internacional para la
Economia de Comunión del Movimiento de
los Focolares.
Con el permiso del prof. Bruni, el inge-
niero Squassabia ha añadido una palabra,
según su pensamiento, puesta entre doble
parentesis (( )).
La publicación de la Encíclica Caritas
in veritate es un acontecimiento importan-
te,
especialmente en este momento de “cri-
sis global”. Ésta, de hecho, por un lado sigue
el magisterio social de la Iglesia y de los
Papas, y por otro lado representa una impor-
tante innovación en la manera de tratar el
mercado, la economía, la justicia mundial y
el desarrollo de los pueblos. Ante todo, en
continuidad con la Populorum Progressio de
Pablo VI, la nueva encíclica expresa una
profunda crítica al capitalismo.
Si por un lado el Papa Benedicto XVI
recuerda que sin mercado no hay vida
buena,
por otro lado denuncia que sólo con
el mercado en la vida quedan marginados y
atrofiados otros principios y mecanismos
fundamentales de la vida en común, que no
son contractuales, tales como el don y la
reciprocidad.
En las primeras frases hallamos luego
la clave de lectura de la entera carta encí-
clica:
es el amor en la verdad, la cáritas, la
que puede y debe inspirar el don y el contra-
to, la familia y la empresa, el mercado y la
politica. Se puede alcanzar la vida buena, la
santidad, desde luego en la vida contempla-
tiva y en la oracion, pero también obrando
como emprendedor y trabajando, o compro-
metiéndose en politica para bien de la gente.
La gratuidad es otra palabra clave de
la encíclica, que pero no se asocia a “gratis”
o a “regalo”, sino que se ve como una
dimensión que puede acompañar a todas las
acciones humanas, y que portanto, podemos
y debemos encontrar en la dinamica ordina-
ria de la vida, incluida la economía.
Si la gratuidad es, como afirma el
Papa, la dimensión fundamental del hom-
bre,
se desprende, por coherencia, que el
beneficio no puede ser la finalidad (( única ))
de la empresa, de ninguna empresa, no sólo
de las “o.n.g.”, porque cuando esto sucede
(como en la reciente crisis financiera) todo
en la actividad económica y de empresa se
vuelve instrumental: la persona, la naturale-
za , las relaciones, y nada tiene un valor
intrínseco. De aquí la referencia del Papa a
la economía civil y de comunión, cuyo
significado se recoge sólo en el cuadro glo-
bal de la encíclica.
Un comentario mas amplio del prof. Luigino Bruni
está disponible en www.focolare.org
“Las personas viajan para admirar
montañas, mares, rios y estrel-
las... y se cruzan
entre sí, sin maravillarse”
San Agustin
2
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vergencia de todo en lo que él definía “pun-
to omega”, cuando “Cristo lo es todo en
todos”
(Col 3,11).
En este sentido la encarnación no se ha
dado sólo para “saldar una deuda”, sino
principalmente para mostrarnos el camino
hacia este proceso de unificación y de espi-
ritualidad que le espera a toda la humanidad.
La Eucaristía es un pequeño fragmento de
cosmos cristificado, pequeño anticipo de lo
que será: todo el cosmos será, de hecho,
“cristificado”, seremos todos una eucaristía
viva
y “Cristo lo será todo en todos”.
Incomprendido, y luego... ¡Reconsiderado!
No fué comprendido por las autoridades
eclesiales que por dos veces le obligaron a
abandonar su cátedra de enseñanza en Paris.
Los superiores de su orden le estimaban y le
consideraban un hijo predilecto, pero no se
animaron a defender sus criterios, que los
teologos oficiales rechazaban. La solución
mejor para ellos fue la de destinarlo primero
a China, donde vivió 20 años y luego a
Nueva York donde murió en 1955.
Desde hace tiempo, sus escritos, que el
Vaticano le había prohibido publicar, circula-
ban de manera silenciosa. En los años sesen-
ta su pensamiento alcanzó verdadero interés,
desde Francia hasta casi todo el mundo se
divulgó su obra “El fenomeno hombre”, pero
una vez más las autoridades eclesiales pensa-
ron en pronunciar un monitum que desacon-
sejaba la divulgación. Grande es pues el peso
y el significado de la citación del Papa sobre
este teólogo - “profeta incomprendido”- de
esos tiempos difíciles.
“En cada persona,incluso en las no cre-
yentes, no destruyais nada, sino haced sub-
ir, haced crecer. Todo lo que crece va hacia
Cristo”,
escribía Teilhard. A partir de aqui,
sólo podemos añadir las palabras con las que
Benedicto XVI concluye su homilía en
Aosta: “Y pidamos al Señor que nos ayude a
ser sacerdotes en este sentido, para ayudar
en la transformación del mundo, en adora-
ción de Dios, comenzando por nosotros
mismos”.
Francesco Cavagna
Un hombre como tantos otros, sencillo,
incluso algo ignorante. Pero había descu-
bierto una perla que ha dado luz con su bril-
lantez a toda su existencia. Fué a comienzos
del siglo XIX cuando Jean Marie Vianney,
joven de orígenes modestas, cuando decidió
poner a Cristo en el centro de su vida y per-
manecer centrado en El. Para siempre. Este
centramiento le permitía reflejar sobre el
projimo la Luz recogida durante largas
horas de adoración eucarística.Vivió en la
Francia posrevolucionaria, caracterizada por
un ateismo práctico y por una
fuerte indiferencia religiosa;
era el tiempo del racionalismo
“a toda costa”. Una atmósfera
que no invitaba ciertamente a
la fe y a la vida cristiana.
Se empezó a hablar por
todas partes de este amable y
buen sacerdote, porque la gente
que se le acercaba, sobretodo
en la confesión, se veía trans-
formada: “Emanaba la gracia
del mismo Cristo”, decían.
Pero él no se creía digno de una
reputación tan elevada y a los
que le preguntaban por su éxito
les decía:”¡No es el pecador el
que vuelve a Dios para pedirle
perdón, sino que es el mismo
Dios quien corre tras el pecador y lo hace
regresar a El...!” Su constante abandono, lle-
no de confianza, a las manos de la
Providencia divina llegó a tocar el corazón
de la gente. Atrajo muchas almas a la fe,
incluso las mas reacias, transmitiéndoles su
amistad con Cristo, de quien estaba loca-
mente enamorado.
Patrón de los párrocos
Es el Santo Patrón de todos los párrocos
del mundo. Este año se celebra el 150º ani-
versario de su muerte.
Muy humilde,
esquivo y sin embargo sabedor de ser un don
inmenso para su gente. Hablaba del sacerdo-
cio como si no se viera personalmente capa-
citado a acoger ese don tan grande, esa
misión encomendada a él, creatura humana:
“¡Oh, que grande es el sacerdote! ...Si se
comprendiese a si mismo, se moriría... Dios
le obedece: él pronuncia dos palabras y
Nuestro Señor baja del cielo al oir su voz y
se encierra en una pequeña hostia...”
El año sacerdotal,
como modelo suyo
Éstas son las razones por las que el Papa
le ha elegido en este año dedicado al sacer-
docio: “He querido tomar referencia de este
aniversario para proclamar el Año
Sacerdotal, que, como es sabido, tiene como
tema Fidelidad de Cristo, fidelidad del
sacerdote.
La credibilidad del testimonio
depende de la santidad, y en definitiva, de la
eficacia misma de la misión de cada sacer-
dote”, explica Benedicto XVI.
Las imágenes que representan al santo
cura de Ars muestran un rostro siempre son-
riente, sencillo, acogedor; casi como escon-
diendo esa vida de penitencia que el Santo
vivía para dejar más espacio en su interior a
Cristo, “único sacerdote”. Sin embargo, esa
sonrisa no escondía, mas bien revelaba su
unión perfecta con el Señor: “Todas las bue-
nas obras juntas no equivalen al sacrificio de
la Misa, porque aquellas son obras de los
hombres, mientras que la Santa Misa es obra
de Dios”, decía.
¡No se celebra la Misa
sólo por celebrarla!
Estaba convencido de que la Misa deter-
minaba el fervor del sacerdote: “¡La causa
de la relajación del sacerdote es que no pre-
sta atención a la Misa! Dios
mio, que compasión debemos
sentir cuando un sacerdote
celebra como si fuera algo
ordinario!” Y tenía por costum-
bre ofrecer siempre al celebrar,
el sacrificio de su vida: “¡Qué
bien hace el sacerdote cuan-
do se ofrece como sacrificio al
Señor cada mañana!”
Esta
identificación personal con el
Sacrificio de la Cruz lo llevaba
- con un solo movimiento inte-
rior - del altar al confesionario.
Largas y crecientes colas de
penitentes llegados de todos los
lugares de Francia le retenían
hasta 16 horas al dia en el con-
fesionario. Se decía entonces
que Ars se había convertido en el “gran
hospital de las almas”.
Sacerdotes,
¿Os ofrecéis con Jesús?
Le explicaba a un compañero sacerdote:
“Os diré cual es mi receta: doy a los pecado-
res una penitencia pequeña, y el resto lo
ofrezco yo por ellos”. Este es el núcleo de su
enseñanza que Benedicto XVI ha querido
entregar este año a los sacerdotes: “¡Las
almas cuestan la sangre de Jesús y el sacer-
dote no puede dedicarse a su salvación si
rechaza participar personalmente al “alto
coste” de su redención!” , afirma el Papa
durante un reciente discurso a los presbíte-
ros. “En definitiva, el fin de la misión del
presbítero, podriamos decir es “cultual”:
para que todos los hombres puedan ofre-
cerse a Dios como hostia viva,santa y gra-
ta a Dios
(cfr Rm 12,1), que en la creación
misma, en los hombres se hace culto, ala-
banza del Creador, recibiendo esa caridad
que estan llamados a compartir abundante-
mente entre ellos”.
Ser creatura nueva
Nos urge recuperar un juicio claro e ine-
quívoco sobre la absoluta primacía de la
gracia divina” escribe el Santo Padre en una
carta a los presbíteros. Santo Tomás de
Aquino decía: El mas pequeño don de la
gracia es mayor que el bien natural de todo
el universo.
La misión de cada presbítero
dependerá portanto, también y sobretodo de
la conciencia de la realidad sacramental de
su “nuevo ser”.
De la certeza de la propia identidad, no
construida artificialmente sino gratuita y
divinamente donada y acogida, dependerá
siempre el renovado entusiasmo del sacer-
dote por su misión.
de la Redacción
El sacerdocio en primer plano
D
EVOLVIENDO AL
P
ADRE
TODA LA CREACIÓN
Desde el inicio, Dios quiso que el hom-
bre fuera colaborador de sus obras. Es mas,
le da al hombre la misión mas importante,
porque si bien El crea las cosas de la nada,
será el hombre quien lleve a cabo todo cum-
plimiento y así la creación alcanzará su fina-
lidad por el hombre. Dice un gran Padre de
la Iglesia : “No pudiendo El comunicarse
sólo con una creatura, ha tenido de algun
modo que multiplicar las creaturas para que
la infinidad de su ser se expresara a través
de la indefinida riqueza de la creación.”.
Pero, si la creación debe ser elevada a
Dios en el orden sobrenatural, el proceso
de una divinización del cosmos implica un
proceso de simplificación y de reunificación
de todas las cosas en Dios. Y es precisamen-
te a través del hombre que esto se debe cum-
plir. No por nada el hombre es ya la parado-
ja mas grande de la creación divina. El mun-
do fisico y el espiritual se unen en él. Y pare-
ce de verdad paradójica esta unión que hace
tan misterioso al ser humano.
Don Divo Barsotti
(Libre resumen de: Pascua, La transparencia del
Cristo resucitado en la Eucaristia)
Jean Marie Vianney
3
Eco 206
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Una mina de sabiduria
En estos años en las paginas de Eco se
han publicado los comentarios de los men-
sajes que la Reina de la Paz el 25 de cada
mes nos envia a través de la Vidente Marija
Pavlovic; mensajes bonitos, que cada vez
nos hacen reflexionar y preguntarnos: ¿Los
vivimos o no? Pero no son los únicos men-
sajes que la Virgen en Medjugorje dirige a
sus hijos. Casi todos saben, de hecho, que el
dia 2 de cada mes la Virgen dirige a Mirjana
palabras profundas, de abundante contenido
y enseñanzas importantes.
Nosotros los de Eco hemos pensado
ofrecer un mayor espacio a estos mensa-
jes,
ofreciendo un pequeño comentario espi-
ritual para poder acoger con mayor claridad
la gracia que la Madre en Medjugorje desea
transmitirnos.
Mensaje del 2 de Agosto a Mirjana
“Queridos hijos, estoy viniendo, con mi
amor maternal, para indicar el camino por
el que tenéis que transitar, para que podáis
ser lo más semejantes a mi Hijo, y así, estar
mas cerca de Dios y agradarle más. No
rechacéis mi amor. No renunciéis a la sal-
vación y a la vida eterna por ir tras lo fugaz
y la frivolidad de la vida. Estoy entre voso-
tros para conduciros y, como Madre, para
advertiros. Venid conmigo.”
Un camino vivo
Hay un camino que pasa por el corazón
de Maria. Un camino que ha cruzado su exi-
stencia virgen y la hizo madre. Es Jesús. El
es el Camino, y también la Vida. Pero
¿Cómo es este camino? ¿Como lo reconoce-
mos? Hay una cosa que sí sabemos: no es un
camino fácil. Seguramente en algunos tra-
mos es estrecho, hasta el punto que se hace
difícil continuar. En otros, es muy empinado
y debemos esforzarnos con toda nuestra
fuerza para poder subir. Luego, es también
inhóspito, lleno de obstáculos a sortear. Pero
es también bendito, lleva a la vida eterna,
porque sólo a a través de Cristo se llega al
Padre.
La vida de Jesús es evangelio. Está ya
anunciada. Tan sólo debemos acogerla en su
totalidad, sin cómodas reducciones. Si no es
así, podemos quedarnos a mitad camino,
sobretodo cuando llegamos a una bifurcación
del camino, o a una cruz... Podemos también
elegir si tomar la derecha o la izquierda,
atraidos por realidades fugaces que este vani-
doso mundo nuestro nos propone.
“El espíritu es el que da vida, la carne no
aprovecha para nada. Las palabras que yo os
he hablado son espíritu y son vida; pero hay
algunos de vosotros que no creen” nos
advierte Jesús en su evangelio (Jn 6, 63). Por
eso Maria nos invita a ir derechos. Como
toda madre, Ella nos quiere en casa. Al
resguardo, felices. Y para evitar que nos per-
damos, distraidos por la vanidad de esta
vida, viene a guiarnos. Sólo debemos fiar-
nos y dejarnos llevar por Ella.
No la rechacemos. No rechacemos
sobretodo su amor, que ciertamente no es el
sentimiento afectuoso de una mamita que
desea solo hacernos carantoñas,y que sea-
mos siempre sus pequeños. Es la sabiduría
de una madre santa que no teme amonestar-
nos por el bien de nuestra salvación.
¿Qué es lo que nos impide? Vale la pena
preguntarnoslo y luego decidirnos, conven-
cidos: “Señor, ¿A quien iríamos? Tu tienes
palabras de vida eterna”. (Jn 6,69).
Mensaje a Mirjana del 2 de julio de 2009:
“¡Queridos hijos!: Yo os invito porque os
necesito. Necesito corazones dispuestos al
amor inconmensurable. Corazones que no
esten apesadumbrados con lo vano.
Corazones que esten dispuestos a amar
como ha amado mi Hijo, que esten dispue-
stos a sacrificarse como se ha sacrificado
mi Hijo. ¡Os necesito! Para venir conmigo,
perdonaos a vosotros mismos, perdonad a
los demás y postraros ante mi Hijo. Adorad
por los que no le han conocido, por los que
no le aman. Por eso os necesito, por eso os
llamo. ¡Os doy las gracias!”
Ese amor inmenso
Maria, como siempre, toca el punto
esencial, la verdadera razón de tantas y
hasta demasiadas faltas de respuesta a la
gracia extraordinaria de este tiempo.
¡Cuántos de nosotros, habiendo sido tocados
profundamente en su dia por la gracia de
Medjugorje, advierten casi insensiblemente
un cierto aletargamiento, tomando a menu-
do senderos espirituales infecundos que nos
alejan del Corazón vivo de la Reina de la
Paz! Si somos honestos y valientes como
para mirarnos en lo profundo del corazón
con el “ojo sano” del Evangelio (Mt 6,22),
descubriremos facilmente la razón, la única
y la mas simple: no estamos preparados para
ese amor inmenso que nos pide Maria. Un
amor decidido a un contínuo exodo de noso-
tros mismos, de esa “vanidad”, hecha de mil
finos tallajes, que nos cierra a la alegria del
donarse por la vida el hermano y que nos
separa de Cristo. Un amor que no se detiene
ante el sacrificio, sobretodo ante el sacrificio
mas grande: el de amar con el amor de Dios
a aquellos que te humillan, que te hieren y
que te traicionan.
¿Cuántas son las veces en las que practi-
camente dejamos ahogar la frescura de un
verdadero “fiat” en un oceano de bellas
palabras espirituales, tras el cual se esconde
un corazón “incircunciso” y rebelde? Maria
nos advierte que ya no es tiempo de jugar
con la gracia, que no podemos darle mas
espacio a nuestro “yo” enfermo, a menudo
lleno de vestiduras aparentemente religiosas
y nobles. Este es tiempo de encarnar radical-
mente el Evangelio en la verdadera vida de
cada uno y en las relaciones con el prójimo
que el Señor nos presenta dia a dia.
Debemos tener el coraje de mirar sin reparo
esa fragilidad mortal que paraliza en nuestro
corazón “ese amor inmenso” que Maria
espera de nosotros, de agarrarnos con todas
nuestras fuerzas a esa oracion del corazon
con la que Ella nos llama incansablemente,
para hallar continuamente en el misterio del
“amor sin medida” de Cristo (mens.
25.11.91) la base de nuestro ser y de nuestro
actuar.
Es tiempo de dedicarse decididamente a
este cotidiano esfuerzo del corazón.
Entonces todo se nos hará mas claro, cesa-
rán los miedos y las tristes disputas entre
hijos de la misma Madre Inmaculada, sólo
entonces todo, dentro y fuera de nosotros,
será plenamente renovado en la luz y en el
libre canto de los nuevos cielos y de la tier-
ra nueva que Maria anuncia en Medjugorje.
Giuseppe Ferraro
La sustitución vicaria:
un excedente de amor
Nadie esta cerrado en si mismo. Cada
uno vive en relación con los demás y depen-
de de los demás, no sólo desde el punto de
vista material sino tambien del espiritual,
cultural y moral. Tratemos de simplificar
este concepto, comenzando desde su lado
negativo.
Hay personas que no sólo se detruyen a
si mismas, sino que además llevan a la ruina
también a los demás, dejando tras de sí fuer-
zas de destrucción que atraen hacia lo nega-
tivo a enteras generaciones posteriores.
Pero gracias a Dios, esto no vale solo
para lo negativo. Hay personas que dejan
tras de sí una especie de excedente de amor,
de dolor sufrido y vivido hasta el fondo, de
leticia,sinceridad y verdad que atrae también
a los demás, les acompaña y les sostiene.
Existe de verdad algo como la sustitución
vicaria en lo más profundo de nuestra exi-
stencia.
Todo el misterio de Cristo se apoya sobre
esto. Podríamos entonces decir: Bien, es así.
Entonces nos basta con el excedente de
amor de Cristo, no hace falta nada más. El
solo libera y redime, todo lo demás sería
presunción, como si nosotros tuvieramos
que añadir algo a la infinidad de su amor con
nuestra limitación.
Es verdad, pero no lo es del todo.
De hecho, la grandeza del amor de
Cristo es tal que no nos deja en la condición
de quien recibe pasivamente, sino que nos
implica hasta el fondo en su obra y en su
pasión. Esto lo afirma un celebre paso de la
carta a los Colosenses: ·”Suplo en mi carne
lo que falta a las tribulaciones de Cristo, por
su cuerpo” (Col 1,24).
En el ámbito espiritual todo es de todos.
No hay propiedad privada. El bien de otro es
también mio, y el mio , suyo. Todo proviene
de Cristo, y por pertenecerLe, todo lo que es
nuestro es tambien Suyo, revistiendose de
fuerza salvadora.
También espiritualmente nadie vive para
si mismo. La preocupación por la salvación
de la propia alma se libera del ansia y del
egoismo si se convierte en preocupación por
la salvación de las demás almas. A menudo
debemos preguntarnos: ¿Que desea el Señor
de mi para que los demás puedan salvarse?
(Joseph Ratzinger - de: El Perdón de Asís)
“Sabiendo discernir los espiritus que
provienen de Dios, (los presbíteros) deben
descubrir con el sentido de la fe, los cari-
smas, tanto humildes como excelsos, que
bajo múltiples formas se les concede a los
laicos; deben saber admitirlos con alegría
y divulgarlos con diligencia”.
Estos dones que llevan a muchos a vivir
una vida espiritual más elevada, pueden
ser útiles no sólo a los fieles laicos, sino
también a todos los ministros de la Iglesia.
De la comunión entre ministros ordenados
y carismas , de hecho, puede surgir “un
válido impulso para un renovado compro-
miso de la Iglesia en el anuncio y en el
testimonio del Evangelio de la esperanza y
de la caridad en cada rincon de la tierra”.
Benedicto XVI
- de la carta a los Presbíteros
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Las “bodas de plata”
de ECO
Habiéndose saltado un numero, nuestro
periódico parece haber cogido carrerilla para
llegar mas suelto a una meta importante: el
25º aniversario del nacimiento de ECO de
MARIA.
Lo celebramos en este numero del perió-
dico con alegría y agradecimiento por el
regalo que la Virgen ante todo ha hecho a los
lectores de todo el mundo y también a noso-
tros que lo cuidamos con amor. Pero tam-
bién con cierto temor, sabedores de tener
que administrar con responsabilidad el don
de gracia que nos ha confiado la Reina de la
Paz, la verdadera redactora del periódico. Lo
hemos repetido ya otras veces.
Naturalmente, además de a Ella, las prime-
ras “gracias” son para don Angelo Mutti,
que lo ha generado y guiado hasta el 2000.
No hemos salido con el numero veranie-
go. Fue una pausa necesaria para una sana
revisión de nuestro trabajo. De nuestras fal-
tas y de nuestras prioridades. De los éxitos y
de los fracasos. Para luego recomenzar con
renovado entusiasmo y con deseos de bien,
para el Eco y para el que lo lee.
Nos sentimos honrados por el servicio
que Maria nos ha confiado, el de transmitir
de manera sencilla y familiar las palabras
que Ella constantemente pronuncia en
Medjugorje. Es una tarea importante que
compartimos con muchos otros, en el mun-
do, que a través de los medios de difusión se
ocupan de divulgar los mensajes de la Santa
Virgen. Pero cada uno es original y portanto
único.
Por lo que nos compete, podemos sólo
testimoniar que sin la mano providencial de
Dios es imposible la continuidad, desde
todos los puntos de vista. De hecho, es una
aventura que nos lleva por caminos impen-
sables, a veces árduos e insidiosos.
¿Podremos con ello? ¿Podremos conti-
nuar con la publicación que cuesta tanto
dinero y sólo vive de los donativos?
¿Podremos llegar con el Eco a todas las per-
sonas que lo desean recibir si la distribución
se encomienda sólo a la generosidad de per-
sonas buenas que se hacen cargo de él? ¡Nos
lo hemos preguntado tantas veces! Y la
respuesta la hallamos únicamente cuando
nos abandonamos a Dios, entregándole a El
con confianza todas nuestras preocupacio-
nes y sobretodo el destino del periódico. Tal
vez hace falta un poco de paciencia, debe-
mos sufrir un poco en la espera....pero luego
las puertas se abren de nuevo. Sin duda el
Eco es hijo del donativo.
Maria está con nosotros. Muchas veces
nos lo ha demostrado. Y éste es el primer
motivo de nuestra alegría. Pero no es el úni-
co. Por las paginas de Eco en estos años han
pasado muchos amigos que nos han regala-
do sus pensamientos escritos. Se lo agrade-
cemos a todos
.
Muchos aún desde muchos lugares de la
tierra nos hacen llegar su cercanía con bre-
ves saludos, animándonos a perseverar tam-
bién cuando las dificultades nos acechan. Se
lo agradecemos a todos
. Muchos otros no
nos ecriben pero sabemos que estan ahí con
la oración, que nos llega y nos sostiene, ali-
mentando de manera concreta la vida del
Eco. También a ellos se lo agradecemos.
Retomemos nuestro itinerario con
humildad, sabiendo que sin el Espíritu Santo
nada podemos. Quedamos pues a la escucha
para poder siempre captar lo que El tiene
que decirnos para bien del camino de fe de
los lectores.
A menudo, los esposos tiñen de plata el
25ª aniversario de su matrimonio. Tal vez
para celebrarlo en todo su esplendor. En el
fondo es el color de la luna, cuando, silen-
ciosa, resplandece sobre todo el resto, oscu-
recido por la noche. Y precisamente en esta
luz viva, que replandece en la noche, una luz
que nos hace mirar al pasado con serenidad
y agradecimiento, y al futuro con mucha
esperanza, deseamos abrazar a todos los que
nos quieren bien.
Sobre cada uno de ellos invocamos la
bendición de Maria, una bendición que
esperamos saber siempre transmitir a través
de cada palabra que escribamos. Y a ti, Eco.
¡Enhorabuena!
El equipo de ECO
P
ENSAMIENTOS
S
ENCILLOS
de Pietro Squassabia
Esas manos
“Como si Dios os exhortase
por medio de nosotros”
(2 Cor 5,20)
De estas palabras del apóstol San Pablo
se comprende que Dios se sirve del hombre
para realizar Su obra; es más, parece intuir
que Dios siente “necesidad” del hombre
para realizar Su obra, como si no “pudiera”
actuar sin él. Parece como si Dios haya
prestado al hombre sus manos, sus pies y su
voz para que podamos realizar Su plan de
amor para el mundo. Y de este modo, El
espera de nosotros. Espera que nosotros
consideremos al prójimo como amigos y
hermanos, y no extraños, como personas a
las que ayudar y no rechazar, personas para
amar, aunque no se muestren del todo
amables.. En definitiva, Dios espera que nos
hagamos hermanos entre todos, para sosten-
ernos a todos, que nos donemos a los demás,
como El se donó, que nos ofrezcamos por
completo a El, como El hizo con nosotros
ofreciéndonos a su Hijo.
Maria nos da las gracias siempre en sus
mensajes. Generalmente, se suele dar las gra-
cias por un favor, por una atención, por algo
bueno que se recibe. Evidentemente, Maria
nos agradece por algo nuestro que la acon-
tenta., sabedores que las madres gozan tam-
bién de las pequeñas cosas de sus hijos más
pequeños, nosotros en este caso. Podemos
pensar también que este agradecimiento de la
Madre, lo es también del Padre, porque el
plan de Maria coincide con el de Dios.
Portanto, es Dios mismo quien nos da las gra-
cias, por algo que agradece de nosotros. Y así
se pone Dios en posicion de “tener que
recibir” algo del hombre, a pesar de ser éste
minuscula creatura. Sí, Dios necesita del
hombre porque en su amor así lo ha predis-
puesto: que Sus manos actúen a través de las
del hombre, que Sus pies caminen a través de
los del hombre, que Su voz se difunda a
través de la del hombre. De este modo, el
plan del amor de Dios para el mundo pasa a
través nuestro, se cumple a través del hom-
bre. Sí, Dios en su amor, se complace de
“depender del hombre”, de no obrar sin el.
Nos sorprende enormemente que Dios nos
agradezca a través de Maria,por cosas a
veces muy pequeñas, que nosotros hacemos
por amor a El. Verdaderamente, teníamos
necesidad de un Dios como éste, de un Dios
amante de creaturas tan pobres como
nosotros, teníamos mucha necesidad. Este
pensamiento nos da mucha alegría, pero nos
hace también pensar en lo que Dios espera
de nosotros. No desatendamos pues las
invitaciones de la Madre, que son de
Dios,sabiendo que no estamos solos, sino
que tenemos a todo el Cielo en favor nuestro.
Donde descansar
Un antigua creencia de los rabinos dice
que Dios descansó tras haber creado al hom-
bre, como si no pudiera descansar sin la exis-
tencia del hombre. Esta no es ciertamente una
necesidad de Dios, sino una exigencia de Su
Amor: hallar sus delicias en el hombre. Dios
no va en búsqueda de las cosas que hacemos,
sino de nuestro corazón. Sí, Dios,desea estar
con nosotros, descansar con nosotros, como
podemos ver en la historia de la humanidad.
El no espera cosas de nosotros, sino sólo que
Le acojamos, y con alegria. Esto nos hace
también reflexionar porque a veces, hacemos
muchas cosas, que aún siendo buenas,
pueden llegar a cerrar nuestro corazón en
lugar de abrírselo a El. Maria, la predilecta
del Señor, es para nosotros un ejemplo: Su
único intento,en realidad, y lo es aun hoy, es
el de entregarse por completo y acoger a su
Señor. Solo así Dios ha podido realizar en
Ella las "cosas grandes" que sólo El sabe hac-
er. Si no fuera así, ¿Cómo hubiera podido una
pobre joven de Palestina hacer algo tan bello
y tan grande? ¿Cómo hubiera podido generar
al Creador? Hagámos pues sitio a la obra de
Dios, dejémosle un lugar en nuestro corazón.
No un lugar estrecho e incómodo, sino
amplio y acogedor. A todos nosotros se nos
da esta posibilidad, porque el Hijo nos la dió
a todos. Invoquemos a la Madre, y hallare-
mos una ayuda poderosa. Dejémosla obrar en
nosotros, y nuestra morada se hará resplande-
ciente. Por esto, también los que no tienen
muchas posibilidades, por estar enfermos,
por ser ancianos, por no tener medios o por
ser pequeños, pueden llegar a hacer muchisi-
mo porque siempre se les permite hacer un
hueco al Señor. De este modo, pues, incluso
con escasos medios,todos estan capacitados
para realizar el proyecto de Dios, proyecto
que conduce siempre a la salvación de los
hombres, de todos los hombres sin distinción.
Es más , parece como si Dios fuera buscando
a quien, por apariencia, tuviera pocos recur-
sos para realizar sus maravillas. También
nuestro pequeño periódico quisiera ser
instrumento para hacer mas acogedor el
corazón de muchas personas. Si así no fuera,
el tiempo empleado por los colaboradores de
Eco, y el tiempo dedicado a la lectura de Eco
sería un tiempo perdido. Pero la impresión es
que Eco es instrumento en las manos del
Cielo para embellecer la morada interior de
muchos, para gloria de Dios y de los que le
siguen. Portanto, teniendo a Dios en el
corazón, tal vez se disipen todas esa preocu-
paciones nuestras, y tal vez nos ahorremos
muchos esfuerzos inútiles. Entonces, tal vez,
podamos comprender que nuestro verdadero
descanso está sólo en Dios, que se deleita
descansando en nosotros.
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Ella existe
Llueve, llueve mucho. Y portanto, hay
mucho fango resbaladizo sobre esa tierra
roja que tiñe las cumbres del Podbrdo, la
colina junto a Medjugorje sobre la que la
Virgen Maria hace 28 años se aparecía por
vez primera ante los incredulos ojos de
algunos jóvenes. Ahora ya son crecidos
adultos, madres y padres de familia.
También este año, el 25 de junio,
muchos miles de personas han acudido a
este lugar de piedras agudas y escarpadas
para alcanzar el lugar donde Maria continúa
incansablemente llamándonos “Queridos
hijos....”.
Desde todo el mundo han
“respondido a su llamada”.
¿Qué es lo que les empuja? O mas bien,
¿Quién les atrae? Si, porque sólo una fuerza
extraordinaria puede atraer a una tal muche-
dumbre hasta aqui, un lugar que carece de
atractivo humano. Es mas, en algunos
aspectos es hasta desagradable.
La institución eclesiástica no se decide
todavía a oficializar su aprobación. Espera a
los frutos para luego juzgar. Y sin embargo,
los fieles llegan en masa. Cabe preguntarse:
¿No son tal vez ellos los frutos? ¿No es tal
vez la certeza de que en este lugar de la tierra
hay una gracia muy especial, capaz de trans-
formar nuestra vida y mejorarla? ¿No es tal
vez el deseo de complacer a una Madre tan
extraordinariamente bella, atenta,apresurada
y sabia lo que nos motiva a obedecer a veces
hasta con heroicidad a sus mensajes? Ella,
con toda certeza, nos lo agradece. Como si
fuese un favor el que le hacemos. Y en reali-
dad, escucharla y obedecerla es sólo para nue-
stro beneficio. Es mas, nos salva.
No sólo los jovenes, no sólo los sanos
suben y se quedan acurrucados sobre las
piedras, bajo una lluvia intensa esta tarde de
final de junio. Están alli.Oran. Alguno can-
ta. Otros simplemente permanecen en silen-
cio, en una oración mas profunda que deja
hablar solo a Dios.
¿Cómo podemos no hacer caso de esto?
O peor, ¿Porque intentar combatir lo eviden-
te, buscando demostrar que es todo una
invención, que todo es una ilusión?
Maria está en Medjugorje. Está viva.
Es protagonista de una historia que por casi
tres decenios marca el destino no sólo de un
pueblecito entonces pequeño y desconoci-
do, sino también el de todo aquel que se ha
dejado literalmente desconcertar por el
encuentro con esa realidad de gracia.
Maria está aqui. Está en la vida renovada de
quien en Medjugorje ha reencontrado junto
a la fe en el Dios verdadero, también a si
mismo, su propia identidad. Y la sanación.
Medjugorje para muchos ha sido y es una
escuela en la que la Madre, atenta maestra
en el Espíritu, enseña a vivir según el estilo
de Dios, que es belleza, es paz y es santidad.
Maria está aqui. Y estará también cuando
las apariciones cesen, porque su Corazón
inmaculado latirá tiunfador en el de sus hijos
que se han mostrado disponibles a dejarse
cambiar, respondiendo “a su llamada”.
La muchedumbre
que busca conversión
“Después de esto miré y vi una muche-
dumbre grande, que nadie podía contar, de
toda nación, tribu , pueblo y lengua” ¿Quien
son?
Alguien pregunta al autor del Libro del
Apocalipsis. “Estos son los que vienen de la
gran tribulación, y lavaron sus tunicas y las
blanquearon en la sangre del Cordero.Por
eso están delante del trono de Dios y le sir-
ven dia y noche en su templo (Ap 7, 9.13).
Una muchedumbre de personas, inmen-
sa, como la que fluye continamente en
Medjugorje para recogerse a los pies de
la “Mujer vestida de Sol”,
Aquella que de
una vez por todas ha aplastado la cabeza de
la Serpiente antigua y que ahora está cum-
pliendo su misión a través de su posteridad,
precisamente como la Sagrada Escritura nos
recuerda (cfr Ap 12,1).
El pueblo que Maria esta formando en
Medjugorje puede en cierto modo asemejar-
se al descrito por San Juan al concluir la
Escritura. Incontables son los que se han
decidido a seguir el serio camino de conver-
sión a través de la renuncia del Mal y de sus
acciones, y escogiendo a Dios y sus deseos
de bien.
La Virgen en sus mensajes lo ha dicho
muchas veces: la oración, el ayuno y el ofre-
cimiento de la propia vida tienen el poder de
anular el poder de satanás, que siempre con
mayor frecuencia se insinúa en nuestra
sociedad empujandola a adorar a dioses fal-
sos y a ídolos. La humanidad está viviendo,
si estamos dispuestos a verlo y a admitirlo,
nuevas formas de verdadero paganismo.
Bajo todos los aspectos.
Combatir el Mal en la propia vida optan-
do continuamente por el Espíritu de Dios,
nos hace colaboradores activos de esa
misma Mujer luminosa y poderosa, que hoy,
como entonces, sigue poniendo el talón
sobre el enemigo de la vida. Es un compro-
miso que nos honra pero que requiere toda
nuestra fe y responsabilidad.
Cambiar de rumbo
Hay una llamada constante en los men-
sajes de la Gospa, que nunca se cansará de
repetir: “Convertíos!”
Y es aqui donde “el burro tropieza”. Si
nos consideramos por lo menos un poco cre-
yentes
pensamos que ya lo hemos hecho.
Pero si es así, entonces debemos revisar la
interpretación del concepto de conversión.
Si consideramos que convertirse significa
solo reconocer que Dios existe, y como
máximo, reconocerlo publicamente, vamos
entonces por camino equivocado. Sí,esto es
necesario.Es más, es la base indispensable.
¡Pero es solo el inicio! La conversión según
Maria es decidirse a cambiar decididamente
el rumbo de nuestra vida. Es aceptar el cam-
bio de mentalidad. Es la elección de mirar la
realidad con los ojos de Jesús. Comenzar
pues a pensar , a actuar, a comportarse como
El lo hizo.
¡Y aqui “el burro tropieza de nuevo”!
Una cosa es descubrir que Dios no es sólo
una idea y otra es renunciar al egoismo, al
que a menudo dejamos las riendas de nue-
stra vida..La conversión no puede ser sólo el
acto de un momento. Esa podriamos llamar-
la una “caida del caballo” por decirla según
San Pablo. En realidad deberiamos todos
bajarnos de un caballo: el de la presunción
de saberlo todo de la vida y de su misterio.;
del caballo de nuestro orgullo y de nuestras
vanidades; del caballo de nuestra prepoten-
cia que nace del instinto de dominio y de
vejación...
El instante en el que la gracia nos toca, a
veces inesperadamente y de repente, provoca
el despertar de nuestra conciencia que se da
cuenta de que el hombre no es el centro del
universo, y sobretodo que no se basta a si
mismo. La conversión, en cambio, es un pro-
ceso gradual, lento, progresivo y por ello per-
manente, hasta el momento en el que “lo vie-
jo pasó, se ha hecho nuevo” (cfr. 2 Cor 5,17).
Es un cambio de rumbo definitivo que
orienta todas nuestras facultades hacia Dios,
nuestros gustos y por consiguiente nuestras
elecciones. Es un camino sin retorno, pero
que desemboca en el reino del Dios, y desde
allí no se tiene ya ganas de volver. Cueste lo
que cueste.
Maria en Medjugorje nos visita precisa-
mente por esto; para hacer nuevas todas las
cosas,
según el estilo del Espíritu Santo que
visitándola, fecundó su vientre silencioso y
virgen. Mujer eucarística por excelencia, se
donó a si misma para dar forma al Verbo.
Como el pan sobre el altar antes de conver-
tirse en cuerpo del Señor. Cojámonos de la
mano de Maria como si fueramos a hacer la
comunión: asumiendo su estilo, su manera
de afrontar la realidad, Ella nos transforma-
rá en hostias vivas.
Sesentamil
en el Festival
nº 20
Una cifra enorme. No se puede omitir.
Sobretodo si la mayor parte de ellos son
jóvenes. “Recuerdo haber visto a uno con
una cresta multicolor en la cabeza, tal vez
inglés o americano” nos cuenta Angela,
“¿Pero qué hace un tipo así en
Medjugorje?” me pregunté.
Cada año se hacen recuentos. Y cada año
aumenta la muchedumbre que en agosto se
da cita en el Festival de la juventud, desde
hace ya veinte veranos. Vienen en masa.
También los que por vez primera abren los
ojos “a una realidad que me supera y que me
da a entender cuánto tiempo he desperdicia-
do hasta ahora”, nos comenta Carlo. Quien
en cambio es asiduo, viene para sentirse
confirmado, animado y sostenido en su elec-
ción de conversión. Pero sobretodo para
encontrarse con Maria, feliz de acogerle
en su abrazo siempre dispuesto.
También esta vez una muchedumbre en fie-
sta, entorno a la Madre. ¡Imposible ignorar-
la! Pero tal vez alguien prefiera pensar que
es algo normal: simples peregrinos que visi-
tan uno de tantos santuarios. “Por primera
vez en veinte años a los videntes se les ha
Reflejos de luz
desde la
tierra
de
Maria
de Stefania Consoli
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ARA
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OSOTROS
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LA
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RIMERA
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EZ
El monte del silencio
He subido el Krizevac a paso ligero.
Veinticinco minutos es poco, ¿verdad?
Adelantaba a los grupos de peregrinos que
orando se entretenían ante las estaciones del
Via Crucis, y seguía subiendo. Sentía que mi
cita era allí arriba, en la cima. Algo grandio-
so me estaba esperando. Lo intuía, aún sin
saber que podía ser. Soy atlético, estoy
entrenado, y no tengo problema para esca-
lar. La subida al Krizevac es dura, pero nisi-
quiera la respiración, que a ratos se me ace-
leraba, consiguió frenarme. Tenía que alcan-
zar esa cruz que me estaba invitando a ele-
varme más alto. Y allí, desde la cima del
monte, una ojeada sobre toda Medjugorje
me hizo comprender, de repente, donde
había ido a parar realmente.
Yo llegué a la cita. Pero ese Algo, ¿Había
llegado también? Me di cuenta de que si,
enseguida despues, porque entró dentro de
mi. Como un soplo de viento que te libera
los pulmones y te hace respirar, con cierto
alivio. Nada podía verse, ni escucharse. Sólo
una percepción que te hace sentir
distinto, te hace estar bien sin
motivo aparente, sólo porque te
genera paz en el alma, mien-
tras entra en tu corazon. Me
sentía mejor que en un dia
ordinario, ese que esta
hecho de materia y de
leyes humanas. A veces
demasiado estrictas.
Allí había un aire nue-
vo. ¡No sabes lo que es
, pero sabes que está!
Eramos pocos
entorno a la cruz esa
mañana de mediados de
agosto. Parecía que todo
estuviese como suspendi-
do, casi irreal en su silen-
cio que me cubría a mi, a
los demás y a todo el entor-
no. Para no romper el encanto
contuve incluso la respiración.
Pero duro poco. Los grupos que
habia adelantado estaban ya próximos, se
veian llegar, pero sobretodo se notaban con
sus voces que sumadas todas, generaban
alboroto. Sentí un desgarro en mi corazón.
Poco antes reinaba la armonia, todo estaba
en silencio absoluto, hasta las cigarras, que
en verano se las oye cantar. Tal vez ellas
también, sumidas en nuestra oración. Pero
ahora la superficialidad del hombre, una
emotividad bulliciosa e irresponsable las
había alterado. Era la misma naturaleza la
que protestaba: un coro de miles de cigarras
comenzaron a gritar su canto, algo casi
ensordecedor en su conjunto. “No hagais
ruido, hombres, esta es tierra bendita.
Estamos en el monte del silencio. Aqui se
escucha solo una voz, o mejor, un susurro.
El de Maria”.
FABIO MACCHIONI,
28 años - Caldarola (MC) - Italia
“Mi” Medjugorje
Un fuerte deseo de ir allí seguía inva-
diéndome ultimamente. Tenía que hacer yo
ese viaje del que tanta gente me había habla-
do. Había oido hablar también en la televi-
sion a gente famosa que no te esperarías
nunca oir decir publicamente “ciertas
cosas”. El deseo se transformó en decisión:
¡Me voy! Y conmigo, mi familia también.
Incluidos los pequeños.
Todo coincidía: las vacaciones, el barco,
la organización. Pero, ¿Porqué lloré dias
antes de partir? Estaba feliz , pero ¿Que era
ese “Algo” que me tocaba insistentemente el
corazón, trastornándome tanto? ¿Qué era lo
que escavaba en mi corazón, removiendo mi
pasado de faltas, de pecados repetidos, y de
esa incapacidad de amar como hubiera que-
rido? Y además, ese sentimiento de peque-
ñez interior ante la estatura de la Madre que
iba a visitar....
“Llora, y no te detengas” me dijo una ami-
ga, “Es la señal de que Maria se pone en
marcha.No sólo te espera sino que está aquí
contigo y te prepara las maletas para el via-
je: las maletas que debes dejar allí con los
pecados y las vacias que sirven para traer las
gracias que Ella te ha reservado. Es un lloro
bendito, lagrimas que liberan el corazón y lo
disponen para el cambio”.
La emoción me ha acompañado hasta alli.
Pero en la cabeza tenía un montón de expec-
tativas, esperanzas sobre cosas que oí decir
a otros. “Será asi también para mi” me
dije. No era así, porque donde me
esperaba sentir algo, encontré un
gran vacio, insipido y decepcio-
nante.
Pero la gracia no es progra-
mable. Te sorprende siem-
pre. Fué cuando no espera-
ba nada especial que me
sobrevino una paz interior
inmensa, profunda. Me
sentí reconciliada conmi-
go misma, con los demás,
con el Creador. Algo gran-
de se ha asentado en mi, y
ya no me ha dejado.
No fueron las calles rui-
dosas con tantas tiendas la
Medjugorje que me esperaba.
Y tampoco el Monte de las
Apariciones, quizás con dema-
siada gente cuando subía con mi
familia.
Fue en la Adoración de la tarde, guiada
con sabiduría por un joven consagrado,
cuando la gracia me llegó. Fue en el silencio
de la Comunidad cuando ésta me acogió.
Fue en los rostros serenos de estos amigos
que me hospedaron. En los ambientes previ-
stos para el recogimiento y la oración. En
todo esto encontré “mi” Medjugorje, esa
que la Virgen había preparado ya hace tiem-
po y que me esperaba sólo a mi. Y a mi “si”.
Pero no la deje allí. Me doy cuenta de que
algo ha cambiado desde que volvi a casa. La
gracia nos ha seguido hasta aqui y nos ha
cambiado el modo de afrontar las cosas: del
frenesí a la calma, de la agitación a la sere-
nidad. Es un milagro.
No he explicado todo lo que he vivido.
No he querido que el entusiasmo desperdi-
gara las perlas del tesoro recibido. Me las he
quedado yo, para gozar de ellas todavía y
para ir “cediendolas “ luego poco a poco,
como un testimonio no “gritado”, que se
puede llegar a perder en el viento, pero una
experiencia interior que deja huella. Es la
mejor manera de comunicarlo a los demás,
porque se ve.
CINZIA VINCHI
33 años - Caldarola (MC) - Italia
pedido no estar presentes sobre el palco del
Festival para no dar testimonio” nos cuenta
Claudia. ¿Es una casualidad? Tal vez no. Tal
vez alguien desea alejar la idea de que se
acude alli porque la Virgen está viva, y se
muestra a través de canales fuera del alcan-
ce de nuestra lógica, a menudo hija de cálcu-
los e intereses... Reina de la Paz, ¡Ruega por
nosotros!
Mi nombre es paz
de Don Nicolino Mori
Se presenta como la Reina de la Paz.
Desde el principio de las apariciones, en el
lejano 1981, la Virgen ha llamado a tantos
valores y aspectos de la fe que estaban por
desaparecer; sobretodo la conversión per-
sonal y la oración.
Pero no afines a si
mismas, como simples obras buenas, sino
como un plan más grande: la paz del mundo.
Ahora bien, esta paz no es sólo ausencia
de conflictos o mejor funcionalidad de los
organismos internacionales, sino que es la
paz con Dios, recuperar su presencia en el
mundo, su voluntad de salvación, lo que
Jesús llamaba Reino de Dios.
Dios, con su amor, quiere reinar en el
corazón de toda persona, en las familias y en
las naciones; entre los creyentes y los que
todavía no conocen su amor, para que todo
sea reconducido a El; que por medio de su
Hijo se forme un solo redil con un solo
pastor.
Esta voluntad, manifestada y solicitada
por la Beata Virgen en Medjugorje, ha dado
lugar a diversas iniciativas y frutos espiritua-
les. Así, algunas personas se han congrega-
do para llevar a cabo este programa de Dios,
poniéndose plenamente a disposición de la
Reina de la Paz; queriendo ofrecer no sólo
un poco de su tiempo o un poco de aten-
ción, sino toda la vida
en unión al gran
Ofrecimiento de Cristo por la salvación del
mundo entero, de la humanidad, de las
almas de los difuntos, de todas las creaturas
del cosmos.
Uno de los dramas de nuestra época es la
incapacidad de vivir una vida interior.
Somos siempre extrovertidos, siempre en la
calle, siempre en el ruido y esto nos impide
pensar. Tal vez haya quien tiene miedo del
silencio, para no descubrir el vacio y la iden-
tidad de la propia vida y se ensordece con el
ruido, con el acohol, con la droga, con la
evasión a cualquier coste. Vivir así no sólo
no es sabio, sino que degrada nuestra huma-
nidad. Decía un filósofo griego: cada vez
que me hallo entre hombres, vuelvo siempre
menos hombre. Por el contrario, Carlo
Carretto, que por muchos años militó en
politica y en actividades de la Iglesia, se reti-
ró al desierto y decía que también quien vive
en la ciudad debe hallar su desierto: una
hora al dia, un dia al mes, un mes al año,
como mínimo indispensable para aprender a
orar y a estar con el Señor. En paz.
“Os invito a saber acoger la nueva prima-
vera que el Espíritu Santo esta suscitando
continuamente hoy dia en la Iglesia, a tra-
vés de los Movimientos eclesiales y las
nuevas Comunidades. El Espíritu Santo en
sus dones es multiforme...El sopla donde
quiere. Lo hace de manera inesperada, en
lugares inesperados y bajo formas hasta
ahora no imaginadas...”
Papa Benedicto XVI
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Estoy contigo
y no te abandono,
ante todo porque soy el Amor:
¡Si supieras cuanto puedes ser amado!
y también porque me sirves mucho más de
lo que te imaginas.
Por ser débil, eres fuerte con mi Fuerza,
poderoso con mi Poder.
No cuentes contigo, cuenta conmigo.
No cuentes con tu oración. Cuenta con mi
oración, la única que vale.
Únete a ella.
No cuentes con tu acción, ni con tu influen-
cia. Cuenta con mi acción y mi influencia.
No tengas miedo. Dame tu confianza.
Preocúpate de mis preocupaciones. Cuando
eres débil, pobre, en la noche, en agonía,en
la cruz...ofrece mi ofrecimiento esencial,
incesante,universal.
Une tu oración a la mi oración. Une tu traba-
jo a mis trabajos, tus alegrias a mi alegria,
tus penas, tus lagrimas, tus sufrimientos a
los mios.
Une tu muerte a mi muerte.
Ahora, para ti, muchas cosas son “misterio”,
pero serán luz y motivo de donación de gra-
cias en la gloria. Es más, es en este claroscu-
ro de la fe donde se eligen las opciones a mi
favor y se ganan los méritos a los yo mismo
me donaré como recompensa.
Gaston Courtois
(de: Cuando el Maestro habla al corazón)
Medjugorje,
un trozo de cielo
y un trozo de mundo
Davide, durante el verano, ha trans-
currido sus dias sentado en un punto de
observación muy especial: una bodega
junto al camino que conduce al Podbrdo.
Los peregrinos pasan por delante, entran,
se ponen a hablar, revelando el mundo
que han traído alli, a Medjugorje, y el que
han venido a buscar...
¿Como definir Medjugorje?
Un trozo de cielo, sí, pero no sólo eso. Diría
un trozo de cielo y un trozo de mundo. Es
como el cielo que se arrodilla, se hace
pequeño, visible y comprensible al hombre
y baja a su encuentro. El mundo , que, en su
ritmo acelerado, alguna vez se acuerda de
levantar la mirada, y tender hacia arriba los
brazos.
El cielo está sin duda presente, la gra-
cia de este lugar la experimentan y testimo-
nian miles de peregrinos cada año. Y el
mundo, también es bien visible
y está a
nuestro alcance.
Observando en el espejo a las personas
pasar por el pueblo, experimentamos como
el frenesí que nos acompaña en nuestra vida
cotidiana tampoco nos abandona aquí en
Medjugorje, en esa semana de descanso que
tanto habíamos deseado desde nuestra estre-
sante vida urbana. Se hace difícil salir de la
vida asfixiante a la que estamos acostumbra-
dos: agendas llenas de eventos y horarios
que nos invitan a continuar en este rincón
del cielo, la alocada carrera de nuestro
mundo.
Un frenesí que tal vez nos haga incluso
bien, una dulce prisión a la que ya nos
hemos habituado, pero que sin duda, aleja el
cielo de nosotros, haciéndolo menos percep-
tible y mas difícil de alcanzar. ¿Es sólo la
costumbre? ¿O tal vez una pequeña trampa
que nos ponemos para no pensar en lo que
hemos venido a depositar a los pies de Maria
y de Jesús?
Otra trampa más, es la carrera hacia
los eventos, una persecución hacia los testi-
monios,
encuentros, citas, pero con el riesgo
de concentrarnos demasiado en ellos, creán-
donos dependencia, como si nuestro encuen-
tro con Dios tuviera que pasar esencialmen-
te por un hecho grande, por algo extraordi-
nario. Creo, sin embargo, que el evento per-
sonal que nos tocará para cambiarnos inte-
riormente, dependerá de Dios mas que de
factores externos. El trabaja en los corazo-
nes, en el silencio y en la calma, y sabe
transformarnos en el momento mas sim-
ple,mas común, anónimo y personal, y esto
hace que nuestro encuentro con El no sea un
evento de grupo, sino un toque único e irre-
petible de su gracia.
Que fácil es echar el humo de nuestro
mundo sobre este aire celestial y limpio que
el Señor nos dona a través de Maria! Es la
misma lucha que cada uno vive en su inte-
rior: dos espíritus que se encuentran, el de
Dios y el del mundo, y que se dan batalla. O
mejor dicho:el cielo de Dios, que por natura-
leza vive en el corazón del hombre, es inva-
dido por el espíritu del mundo y del pecado,
que busca corromperlo. Lo noto personal-
mente, lo veo en las personas que encuentro
aquí en Medjugorje, con las que hay posibi-
lidad de intercambiar opiniones y experien-
cias. Llevan consigo fe, esperanza, y a
menudo dolor y sufrimiento. Hay una madre
que justo acaba de acompañar a su hijo a la
Comunidad Cenáculo y que busca en Dios la
fuerza de aceptar esta separación de su
hijo.Hay también quien habla de los mila-
gros recibidos aquí ,quien da testimonio de
su cambio de vida...Todos hombres y muje-
res que, tal vez sin saberlo, con su fe, con
sus acciones, con su heroismo, estan cla-
reando el cielo de su alma y alejando el
humo de satanás. De este modo, en la comu-
nión que reúne y acomuna a todos los hom-
bres, es como si un trozo del mundo con su
espíritu engañoso se purificara y pasara a ser
un trozo de cielo.
El mundo pasa por Medjugorje, ese
mundo que somos todos nosotros. Pasa el
trastornado, que sigue corriendo; pasa tam-
bien el que llega y se detiene , aceptando el
dón de la paz que la Madre nos concede.
Habiendo venido a respirar una bocanada de
cielo, redescubre que el cielo esta dentro de
él, presente y vivo en su alma. En contacto
con las gracias de este lugar y de un sincero
deseo de conversión, el alma luego se clarea,
dejando salir el sol. Llega más tarde el
momento de ir a a casa. Pero se lleva uno el
cielo tocado en Medjugorje, para que per-
manezca con el.
Este es el verdadero signo. Numerosos
son los prodigios externos que el Padre nos
dona para confirmar su verdadera presencia
en esta tierra. Pero uno sólo es el signo que
de verdad cuenta: “La gloria de Dios es el
hombre vivo”. ¡El signo eres tú!
Davide Cavanna
Los Lectores escriben
Sergio León, desde la Habana (Cuba):
“Muy queridos hermanos, muchìsimas gra-
cias por enviarnos siempre el Eco de Maria
que tan nos trae buenas informaciones y
reflexiones. El Eco lo distribuimos para el
interior de Cuba, donde las informaciones
son menor y nos ayuda mucho en nuestro
trabajo misionero en las comunidades cam-
pisinas. Con dinero no les podemo pagar,
pero si las oraciones vale algo, diariamente
pedimos por ustedes.
Aquí en Cuba hay varios sacerdotes ita-
lianos trabajando duramente junto con la
Iglesia catolica cubana, y son muy buenos y
amables”.
Ester Zampetti, desde Bergamo
(Italia): “Continuad siempre en vuestro
apostolado, porque hacéis mucho bien; el
mundo tiene demasiada necesidad de pensar
en el alma. Y estad seguros, la Virgen no se
dejará ganar en generosidad y sabrá com-
pensaros como sólo Ella sabe hacerlo.
Saludos cariñosos”.
Villanova M., 1° de Septiembre de 2009
Resp. Ing. Lanzani - Tip. DIPRO (Roncade TV)
"Oh Dios,
que nos has enviado la luz verdadera,
que guía a todos los hombres a la salvación,
dános la fuerza de tu Espíritu
para que podamos preparar
delante de tu Hijo
el CAMINO de la justicia y de la paz.
(de la Liturgia de las Horas)
El Eco de María
vive sólo de donativos
que pueden hacerse
por VÍA BANCARIA:
Associazione Eco di Maria
Banco de Valencia
(Grupo BANCAJA)
IBAN: ES59 0093 0999 1100 0010 2657
CUENTA CORRIENTE Nº:
0093 0999 11 0000102657
Para nuevas suscripciones o para
modificaciones en la dirección escribir a la
Secretaría del Eco
ECO DI MARIA
Via Cremona, 28 - 46100 Mantova -
Italia
E-MAIL: eco-segreteria@ecodimaria.net
Eco en Internet: http://www.ecodimaria.net
E-mail redacción: ecoredazione@infinito.it
"El cuerpo de Maria no fue nunca esclavo
del demonio o del pecado; es portanto evi-
dente que su cuerpo inmaculado no sea
esclavo de la corrupción."
San Padre Pio de Pietrelcina
DA PAG. 1
da sentir el amor de Dios y así seremos las
manos tendidas de Maria para toda crea-
tura.
Manos tendidas para atraer hacia
nosotros y no para rechazar, para indicar un
camino de esperanza. Manos tendidas y
puras como las de Maria que lo dan todo sin
retener nada para si, manos piadosas como
las del samaritano. Manos tendidas, no para
robar sino para donar, no para rechazar sino
para cobijar en nosotros, no para crucificar
sino para desclavar al hombre de toda cruz.
Nuccio Quattrocchi
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