Comentario del Mensaje, 25 de octubre de 2005


¡Hijitos, crean, oren y amen, y Dios estará cerca de ustedes. El les dará las gracias que le pidan. Yo soy un don para ustedes porque Dios me permite día a día estar con ustedes y amarlos a cada uno con un amor inconmensurable. Por eso, hijitos, en oración y humildad abran sus corazones y sean testigos de mi presencia. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

La Virgen María ha venido a conducirnos a Jesús, al Salvador. Solamente por Su nombre obtenemos nuestra salvación y nuestra vida. Desde hace 24 años y 4 meses nos muestra el camino, nos alienta y nos llama. Dios está con nosotros. Jesús nos lo prometió: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Dios está en cada momento con nosotros. El problema no es ese. El problema es que nosotros no estamos siempre con El. Dios permanece siempre fiel. No ha engañado ni decepcionado nunca ni a nadie de los que han confiado en El. La Virgen María nos enseña que es necesario creer, orar y amar para estar con Dios. El cristianismo es un camino y búsqueda permanente de Dios. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama - nos promete Jesús. Dios está esperando solamente que le pidamos, espera nuestra oración y nuestra confianza. Es necesario actuar de tal forma que nuestra oración no sea pequeña, egoísta sino grande como Dios lo es. En la oración lo único más importante es buscar a Dios. Cuando lo encontramos entonces tendremos todo. Cuando ponemos a Dios en el primer lugar, todo lo demás tendrá el lugar que corresponde. Dios está cerca de nosotros. “Pues en él vivimos, nos movemos y existimos” (Hech 17 28). Por eso podemos experimentar a Dios, vivirlo. Dios es una persona y por eso únicamente podemos conocerlo a través de nuestra propia persona, de nuestro corazón. Podemos conocer a Dios porque El nos ha descubierto y continúa descubriendo la infinitud de su amor. La Virgen, durante el tiempo de sus apariciones, descubre y nos habla acerca del contenido de su corazón que ama inmensamente. La Virgen nos da su confianza, y ese es un don, es una gracia. En esa confianza nos habla y se manifiesta. Cuando nosotros le creemos a Ella como Madre, nosotros la podemos conocer. Entonces es cuando la belleza y la pureza de su corazón nos acercan cada vez más a Ella. La Virgen María desea intensamente que estemos cerca de Dios. Por eso nos dice: “crean, oren y amen”. Solamente si conversamos con Dios, si ante El nos arrodillamos y oramos, El se nos descubre, El nos da su riqueza. Como narra una mujer, al arrodillarse en una iglesia, experimentó en un instante que Dios es simple y que solamente en la simplicidad se lo puede conocer. Sintió dulzura, ternura, y asombro por la claridad, la belleza y la verdad que en un instante descubrió. Eso la transformó y desde entonces ella es diferente. Dice que desde entonces, los problemas no representan un obstáculo insuperable en su vida. La experiencia es la seguridad de que Dios existe y que nos acompaña. Esa es también la experiencia de muchos aquí en Medjugorje. La Madre María está con nosotros, a Ella se la puede encontrar, experimentar. De esos encuentros con Ella, la vida ya no es la misma, se vuelve diferente, nueva, transformada. Necesitamos experiencias de vida a fin de llegar a ser sabios, sensatos y sobrios. El entusiasmo juvenil, siendo generoso, desaparece a pesar de todo. La Virgen no nos desea conducir a un optimismo superficial, sino a una verdadera sabiduría de vida, que alcanzamos a través del dolor y el padecimiento que en nosotros hacen surgir una vida nueva. Que la Virgen como Madre nos conduzca por los caminos que conducen a Dios, que la Madre María nos lleve a una vida nueva en Dios.
Fr. Ljubo Kurtovic
Medjugorje 26.10.2005


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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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