Comentario del Mensaje, 25 de junio de 2008

¡sean alegres portadores de paz y amor!


¡Queridos hijos! También hoy con gran alegría en mi corazón los invito a seguirme y escuchar mis mensajes. Sean portadores alegres de paz y amor en este mundo sin paz. Yo estoy con ustedes y los bendigo a todos con Mi Hijo Jesús, el Rey de la Paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Hace veintisiete años la Virgen se presentó aquí en Medjugorje como la Reina de la Paz. A través de esos años, Ella, como una verdadera madre y llena de amor, nos ha enseñado pacientemente y nos ha llamado a practicar los Sacramentos. Ella nos ha estado llamando a la conversión, al ayuno, a la penitencia y a adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. En su mensaje del aniversario núm. veintisiete de sus apariciones, Ella dice que con gran alegría en Su corazón nos llama a seguirla y a escuchar sus mensajes. Mientras meditamos acerca de su último mensaje, así como de los otros que hemos escuchado hasta ahora, no debemos olvidar nunca la regla de San Luis María Grignon de Monfort que decía: ¡A Jesús por María! María siempre reúne a la gente alrededor de su Hijo. Ella nos llama a una entrega total a Jesús, pues El es el único que puede hacer de cada uno de nosotros personas íntegras, merecedoras del Cielo. La Virgen nos da un ejemplo de cómo ser fieles a Dios, de cómo vivir la experiencia de nuestra fe y de cómo vivir según nuestra fe. Ella participó desde el principio en la obra del Espíritu Santo. Por lo tanto, la Iglesia, que también es obra del Espíritu Santo, ora junto con aquella en quien Dios ha hecho grandes obras. La Virgen está ante nosotros como un gran don, como la imagen más hermosa de la Iglesia. Ella habla con palabras sencillas que atraen a tantas personas de todas partes del mundo. Sus mensajes son comprendidos por todos, desde los más pequeños hasta los más ancianos. Son comprensibles porque están llenos de amor y porque cualquiera puede comprender el lenguaje del amor.

La Virgen nos llama a ser portadores de paz y amor en este mundo sin paz. Hoy en día, nosotros somos testigos de los grandes peligros que la humanidad enfrenta, tales como el armamento nuclear, enfermedades diversas, el calentamiento global, la pobreza. La gente vive con mucho temor. La Virgen sabe eso. Es por eso que Ella, desde que comenzaron las apariciones, nos ha estado llamando a que nosotros, los cristianos, los creyentes, seamos portadores de paz y amor en este mundo sin paz. En el tercer día de sus apariciones, la Virgen nos dio el primero de sus grandes mensajes, diciéndonos: “¡Paz, Paz, Paz – y sólo Paz!” Después de eso Ella repitió tres veces: “¡La paz deberá reinar entre el hombre y Dios y entre todos los pueblos!” La verdadera paz sólo puede venir de Dios, que por Jesús y María se ha convertido en “nuestra Paz”. (Ef. 2,14). Es una paz que “este mundo no puede dar” (Juan 14, 27). Es por eso que Cristo ordenó a sus Apóstoles que llevaran la paz por todo el mundo (cf. Mt 10,11), para que todos se conviertan en “hombres de paz” (Lc 10, 6). Algunas veces nosotros tendemos a buscar la fuente de la inquietud en otros, porque es más fácil comportarse de esa manera. No obstante, nosotros primero debemos encontrar esa fuente en nosotros mismos y luego resolver el problema. La fuente de la inquietud siempre es un pecado al cual uno debe renunciar, y así crear las condiciones para que Dios actúe en nosotros.

Al final de su mensaje, la Virgen nos bendice, y también nos bendice su Hijo Jesús, el Rey de la Paz. Queridos veneradores de la Reina de la Paz, digamos Sí a la paz en nuestros corazones, decidámonos por Dios, y de esta manera permitamos que Jesús se convierta en el Camino, la Verdad y la Vida en nosotros.

Fr. Danko Perutina
Medjugorje, 26.06.2008


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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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