Mensaje, 18 de abril de 1985


¡Queridos hijos! Hoy les doy gracias por la apertura de sus corazones. Yo me regocijo por cada corazón que se abre a Dios, particularmente si es de esta parroquia. Regocíjense conmigo! Todas las oraciones que hagan, ofrézcanlas por la apertura de los corazones en pecado. Yo lo deseo así y Dios lo desea a través mío. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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