Mensaje, 30 de mayo de 1985


 
¡Queridos hijos! Los invito nuevamente a la oración con el corazón. Que la oración, queridos hijos, sea el alimento diario para ustedes, sobre todo en estos días en los que el trabajo en los campo los fatiga a tal punto que no pueden orar con el corazón. Oren y así podrán vencer cualquier fatiga. La oración será para ustedes una alegría y un descanso. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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