Mensaje, 17 de octubre de 1985


¡Queridos hijos! Cada cosa tiene su tiempo. Hoy los invito a comenzar a trabajar en sus corazones. Todos los trabajos han terminado. Ustedes encuentran tiempo para limpiar hasta los rincones menos importantes, pero hacen a un lado su corazón. Trabajen más y, con amor, limpien cada rinconcito de su corazón. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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