Mensaje, 24 de octubre de 1985


¡Queridos hijos! Día tras día quiero revestirlos de santidad, de bondad, de docilidad y de amor a Dios, a fin de que día a día ustedes sean más bellos y estén más dispuestos hacia su Seor. Queridos hijos, escuchen y vivan mis mensajes. Yo deseo guiarlos. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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