Mensaje, 25 de abril de 1987


¡Queridos hijos! También hoy los invito a todos a la oración. Ustedes saben, queridos hijos, que Dios les concede gracias especiales en la oración. Por tanto, busquen y oren para que puedan comprender todo lo que Yo les ofrezco aquí. Yo los invito, queridos hijos, a la oración con el corazón; ustedes saben que sin la oración, no podrán comprender todo lo que Dios planea para cada uno de ustedes. Por eso, oren. Yo deseo que a través de cada uno de ustedes se realice el plan de Dios, que crezca todo lo que Dios ha sembrado en sus corazones. Por tanto, oren para que la bendición de Dios los proteja a cada uno de ustedes del mal que los amenaza. Yo los bendigo, queridos hijos. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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