Mensaje, 25 de septiembre de 1994


¡Queridos hijos! Yo me regocijo con ustedes y los invito a a la oración. Hijitos, oren por mi intención. Sus oraciones me son necesarias, a través de ellas deseo acercarlos aún más a Dios. El es su salvación. Dios me envía a ayudarlos y a guiarlos al Paraíso que es su meta. Por eso, hijitos, oren, oren, oren. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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