Primer día - Oramos por los Videntes

 

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Jesús dijo a Sus discípulos: Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo cuando aún estaba con ustedes; que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios y el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto. (Lucas 24,44-49)

Mensaje, 25 de junio de 1999

¡Queridos hijos! Hoy les agradezco porque viven y testimonian con su vida mis mensajes. Hijitos, sean fuertes y oren para que la oración les de fuerza y gozo. Sólo así cada uno de ustedes será mío y yo lo guiaré por el camino de la salvación. Hijitos, oren y testimonien con su vida mi presencia aquí. Que cada día sea para ustedes un testimonio gozoso del amor de Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!
«La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes» (san Juan Damasceno, f.o. 3,24). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde «lo más profundo» (Sal 130,14) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf. Lc 18,9-14). La humildad es la base de la oración. «Nosotros no sabemos pedir como conviene» (Rm 8,26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración; el hombre es un mendigo de Dios (cf. san Agustín, serm. 56, 6,9). (CCC: 2559)

Oración conclusiva: Oración conclusiva: Señor, Tú llamas a todos los cristianos a ser testigos reales de Tu vida y Tu amor. Hoy, Te damos gracias de manera especial por los videntes y por su misión de dar testimonio de los mensajes de la Reina de la Paz. Te presentamos todas sus necesidades. Rogamos por cada uno de ellos en lo personal para que Tú estés cerca de ellos, a fin de que puedan crecer incesantemente en la experiencia de Tu fortaleza. Te pedimos que los conduzcas a una oración cada vez más profunda y humilde, mientras siguen dando testimonio de la presencia de la Virgen en Medjugorje. Amén.

Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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