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www.medjugorje.ws » Eco de Maria Reina de la Paz » Eco de Maria Reina de la Paz 165 (Septiembre-Ottobre 2002)

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Eco di Maria
Regina della Pace

Español 165



Mensaje de María del 25 de julio de 2002:

"Queridos hijos, hoy me regocijo con vuestro santo patrón y os invito a estar abiertos a la voluntad de Dios para que la fe crezca en vosotros y, a través de vosotros, en las personas que encontréis en vuestra vida cotidiana. Hijitos, orad hasta que la oración sea un gozo para vosotros. Pedid a través de vuestros santos protectores que os ayuden a crecer en el amor a Dios. Gracias por haber respondido a mi llamada."

Abiertos a la voluntad de Dios

"Hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo" repetimos en la oración del Padre nuestro. Son las palabras que Jesús nos enseñó, pero el significado que les damos, ¿es el mismo? ¿Es el mismo espíritu que anima nuestra oración? Tu voluntad, Padre, hay que desearla, buscarla, amarla; no sufrirla, no temerla. Hay que acogerla con gozo porque hacer Tu voluntad es realizar nuestra vida, exaltar y no humillar nuestra dignidad. Que se cumpla, Padre, Tu voluntad así en la tierra como en el cielo, es decir, con la misma perfección, en plena comunión con los ángeles y con los santos. Abiertos a la voluntad de Dios, sin reservas, sin condicionamientos, en un confiado y completo abandono unidos a nuestros santos. Experimentar el amor de Dios junto a ellos, por su intercesión; gozar con ellos. Hoy, nos dice María, me regocijo con vuestro santo patrón: Santiago Apóstol, patrón de la parroquia de Medjugorje, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo. Grandes santos los Apóstoles Santiago y Juan, pero también necesitados de crecer a lo largo de su vida en la comprensión de la voluntad y de la sabiduría de Dios: " ‘No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que voy a beber?’ Le dicen: ‘Sí, podemos.’ Les dice: ‘Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre." (Mt 20, 22-23)

Hay que abrirse a la voluntad de Dios, para que crezca en nosotros la fe y no sólo en nosotros sino también en las personas que encontremos en nuestra vida cotidiana, y así venga Su reino, tome forma y se realice el proyecto de Dios en cada uno de nosotros. Venga a nosotros Tu Espíritu, oh Padre, para abrir nuestra mente a la comprensión de lo que Cristo nos ha revelado (Jn 14, 25-26), para abrir nuestro corazón al Amor, para elevar nuestra alma a la comunión con los santos. Buscad en vuestros santos protectores la ayuda para crecer en el amor hacia Dios. Con tal de que fuésemos un poco más humildes quizás podríamos captar algo del amor infinito de Dios hacia nosotros, a menudo tan difícil de comprender para los sabios y entendidos de este mundo. ¿Cómo comprender el valor del sufrimiento, del fracaso, del dolor, de la humillación en un mundo que idolatra otros valores? ¡Pues precisamente a través de Su pasión y Su muerte Cristo salvó al mundo! El sacrificio de Cristo es prueba del amor de Dios hacia los hombres. Este misterio, revelado hace dos mil años, permanece aún velado: espera ser penetrado por la vida de Cristo en nosotros. Al mismo tiempo, el sacrificio de Cristo es prueba del amor de Dios hacia el mismo Jesús, y esto es, quizás más aún, un misterio no desvelado totalmente: espera que la vida de Cristo en nosotros crezca hasta que lleguemos a reconocer en nuestra Cruz el amor del Padre. Concédenos, Padre, creer en la identidad perfecta entre Tu amor y Tu voluntad. Concédenos abandonarnos a ti con infinita confianza. Te lo pedimos en nombre de María; concédele a Ella que nos obtenga esta gracia que Ella implora para nosotros a través de su presencia en Medjugorje. Nosotros no somos dignos de tanto y no estamos tampoco en condición de realizar pasos decisivos de abandono a Tu amor misericordioso; pero precisamente esta incapacidad absoluta es la que nos permite apoyarnos sólo en Ti, ¡en Jesús y María toda nuestra esperanza!

Nuccio Quattrocchi

 

 

Mensaje de María del 25 de agosto de 2002:

"Queridos hijos, también hoy estoy con vosotros en la oración para que Dios os conceda una fe aún más fuerte. Hijitos, vuestra fe es pequeña y tampoco sois conscientes de lo poco dispuestos que estáis, a pesar de esto, a pedir a Dios el don de la fe. Por esto estoy con vosotros hijitos, para ayudaros a comprender mis mensajes y aplicarlos a vuestras vidas. Orad, orad, orad, pues sólo en la fe y a través de la oración vuestra alma encontrará la paz, y el mundo el gozo de estar con Dios. Gracias por haber respondido a mi llamada."

Una fe aún más fuerte

También hoy estoy con vosotros en la oración para que Dios os de una fe aún más fuerte. ¡Cuántas veces nos ha repetido María que está con nosotros! También nosotros acostumbramos a decir a nuestros amigos, a los que queremos, "estoy contigo", pero a menudo esta afirmación expresa una solidaridad genérica y quizás sólo formal. Pero incluso cuando la solidaridad que expresamos es sincera, su efecto es siempre restringido porque está sujeto a los límites de nuestra humanidad. En cambio, cuando María nos dice estoy con vosotros, esta afirmación tiene un poder para nosotros impensable. Sólo nuestra libre voluntad puede condicionar sus efectos; sólo nosotros podemos cerrar nuestra alma a Su acción de gracia. ¡Qué responsabilidad tan grande la nuestra! Tampoco podemos atrincherarnos tras las dificultades de la vida para disminuir esta responsabilidad nuestra personal, porque no hay acontecimiento, por trágico que sea, que pueda impedirnos vivir la fe. Es más, a menudo, la fe germina en medio de las mismas dificultades. Pidamos a Dios el don de la fe. No esa fe que se reduce a pedirle a Él la solución de nuestros problemas de acuerdo con nuestras expectativas, sino esa fe que transforma nuestra vida. "Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo os dé un espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente, iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él" (Ef 1, 17-18).

La esperanza a la que hemos sido llamados es Cristo Jesús y Su vida en nosotros. La fe nos permite adorar al Padre en Jesús (Jn 2, 23-24). María, que recibió del Espíritu Santo el don de generar a Dios hombre, y que por tanto es la Madre por excelencia, está con nosotros en la oración. ¡Qué don tan grande es éste y qué poder tiene la oración junto a Ella! Pero atención: Ella está con nosotros en la oración para que Dios nos dé una fe aún más fuerte. Esto es lo que necesitamos, es una necesidad absoluta y urgente. Nuestra fe es pequeña y ni siquiera nos damos cuenta de ello, hasta el punto que no estamos dispuestos a pedir a Dios el don de la fe.. ¡Cuántas cosas inútiles le pedimos olvidando de pedir la única cosa que necesitamos realmente: la fe verdadera! Pensamos que oramos, que hablamos con Él, cuando en realidad, muchas veces no hacemos más que hablar con nosotros mismos: pensamos que le escuchamos y en realidad nos escuchamos a nosotros mismos. Oh María, Tú que sabes lo que significa tener a Dios en el corazón, en la mente, en el alma, danos la gracia de hacerle en nuestro interior el espacio que se merece. Que Cristo viva en mí, oh Madre, por tu intercesión. Que reconozca a Cristo y lo adore especialmente en mis enfermedades, en mis sufrimientos, en mis humillaciones para que en mí sea bendecido Su sacrificio. Que nuestra alma experimente la paz que viene de Jesús (Jn 14, 27) y el mundo encontrará el gozo de estar con Dios. ¡Gracias, Madre, porque estás con nosotros! N.Q.

¡El Papa estaba con ellos!

Toronto, julio de 2002 - Fue pensada para los jóvenes, pero con el tiempo ha sido cada vez más popular, hasta convertirse en una cita a la que no hay que faltar. Es la JMJ, el encuentro que el Papa ha dedicado a los jóvenes de todo el mundo y que cada dos años concentra en un lugar del planeta un enorme número de corazones, que latiendo al unísono expresan su amor juvenil al único Dios. Tampoco esta vez ha habido decepciones. Ante todo, la primera gran esperanza, que para él era prácticamente una certeza, se cumplió: ¡el Papa estaba allí! Estaba a pesar de su cansancio… Estaba porque quería hallarse a toda costa entre aquellos jóvenes que le devuelven la frescura, lo encienden de entusiasmo y le restituyen hasta la salud.
Estaba con ellos en la apertura. "A menudo, aún sin conoceros, os he presentado uno por uno al Señor en la oración: Él os conoce desde siempre y os ama personalmente" dijo el Papa. Estaba con ellos a través de un altavoz mientras la gran cruz de la JMJ atravesaba las calles comerciales de Toronto: "El espíritu del mundo ofrece muchas ilusiones, muchas parodias de la felicidad…la mayor trampa, la mayor fuente de infelicidad es la ilusión de alcanzar la libertad apartándose de Dios" comenta con extremo realismo el santo Padre, pero luego anima: "no tengáis miedo de seguir a Cristo por el camino real de la Cruz. En los momentos difíciles de la historia de la Iglesia el deber de santidad se hace aún más urgente. Y la santidad no es una cuestión de edad. La santidad es vivir en el Espíritu Santo…" Estaba con ellos la tarde del sábado en Downsview Park donde medio millón de jóvenes lo esperaba con ansia para orar con él, para cantar con él, para escuchar lo que tenía que decirles y repetir luego cálidamente: "¡Juan Pablo II, te queremos!"

Estuvo con ellos, finalmente, en la misa de clausura, el domingo por la mañana, cuando entregó al "pueblo de las bienaventuranzas" las palabras que le iban a acompañar en su misión cotidiana. "El nuevo milenio se inauguró con el contraste entre dos escenarios: el de la multitud de peregrinos que vinieron a Roma con motivo del Gran Jubileo para cruzar la Puerta Santa que es Cristo, Salvador y Redentor del hombre: y el del terrible atentado terrorista de Nueva York, icono de un mundo en el que parece que prevalezca la dialéctica de la enemistad y del odio" recuerda con pesar el sucesor de Pedro. "La pregunta que se impone es dramática: ¿sobre qué fundamentos hay que construir la nueva época histórica que emerge de las grandes transformaciones del siglo XX? ¿Será suficiente apostar por la revolución tecnológica en curso, que parece estar regulada únicamente por criterios de productividad y eficacia?"

No, la respuesta está clara en el corazón de los jóvenes; ellos han venido aquí para testimoniar al mundo que Dios ofrece continuamente nuevas oportunidades de sanación y de salvación, incluso cuando las enfermedades que nos afectan parezcan incurables. Han venido aquí porque han oído la llamada a ser los constructores de una nueva civilización con la insignia de la libertad y de la paz. "Permitid, queridos jóvenes, que os confíe mi esperanza: ¡estos constructores tenéis que ser vosotros!" reitera con fuerza el Santo Padre, pero invita también a escoger atentamente el material con el que construir en la ciudad del hombre la ciudad de Dios: "sólo Cristo es la ‘piedra angular’ sobre la que es posible construir sólidamente el edificio de la propia existencia". Es grande el amor que une al Papa al corazón de los jóvenes, es inmensa la esperanza que pone en ellos, es profunda la fe que desea comunicarles para que puedan, sin vacilaciones ni vergüenza, ser testigos del amor de Dios: "¡No esperéis a ser más mayores para aventuraros por el camino de la santidad! La santidad siempre es joven, así como es eterna la juventud de Dios." S.C.

El p. Jean-Marie Cabes, mariólogo y profesor del seminario católico de Tarbes, durante muchos años ha dirigido la "Escuela del Evangelio" en Lourdes, en la que se ofrece a los jóvenes la posibilidad de discernir sobre la propia vocación a la luz de la Palabra de Dios. Ha fundado también la Comunidad mixta "Nuestra Señora de la Aurora", la rama apostólica de la Comunidad monástica de Jerusalén. A la luz de su experiencia, acompañado por la gracia que María continúa dando en Lourdes, el p. Jean-Marie se dirige a los jóvenes para que descubran, en su pobreza, el gozo de ser amados.

Oh María, más joven que el pecado

Un día un hombre, que se presentó como ateo, pidió a la pequeña Bernadette de Lourdes que le hablase de las apariciones. Bernadette, que estaba ya cansada de repetir siempre lo mismo, le dijo sencillamente: "Señor, puesto que es usted un gran pecador le mostraré la sonrisa de la Santa Virgen". Es una sonrisa de nacimiento, una sonrisa de humildad que trasluce a Dios. Éste fue uno de los argumentos más convincentes para el obispo de Tarbes, que tenía que emitir un juicio sobre las apariciones: el testimonio de Bernadette. "¿Habéis visto a esta niña?" decía a sus consejeros tras el interrogatorio. "María no se queda nada para sí misma, sino que comparte la parte más secreta de su vocación con los más pequeños". "La Virgen me eligió porque yo era la más pequeña…" Bernadette, incluso bajo las presiones de las autoridades civiles que querían convencerle para que diese un falso testimonio, se contentaba con repetir lo que tenía que decir; ella evitaba las trampas, casi como si fuera un juego, haciendo ver que no las veía y de este modo traslucía la sencilla luz de la verdad.

Demasiado a menudo intentamos ser convincentes a través de la exterioridad. Dios nos enseña a corresponder a las búsquedas y a las expectativas de nuestros hermanos de forma que ellos puedan escuchar lo que está dentro de su propio corazón. Éste es el método de la gracia: no se impone, no aplasta, sino que revela quién es uno mismo. Sin duda, ésta era la mirada del p. Kolbe encerrado, a punto de morir, en el búnker del hambre del campo de concentración de Auschwitz. Cuando los guardianes venían para llevarse los cadáveres, el padre Kolbe sencillamente los miraba: "¡No nos mires con esos ojos!". Eran ojos en los que brillaba una llama que sus gélidos corazones no podían soportar. El padre los invitaba a renacer. Es el modo en que el padre del hijo pródigo acogió a su hijo cuando volvió de una vida disipada. No lo juzga, lo abraza y le devuelve su dignidad de hijo. Las miradas más bellas son las de aquellos que tienen esperanza en ti, que te miran tal como eres en el corazón de Dios.

María se dejó mirar de esta manera. Ella no iba por delante, ni siquiera cuando el ángel le confió la misión de generar al Mesías. Respondió sencillamente: "¡No conozco varón! ¡Sólo conozco a Dios!". Entonces Dios en persona pudo actuar, y el Hijo de David será Hijo de Dios. Joven de hoy, ¿quieres dejar que esta mirada que tiene en ti su esperanza se ponga sobre ti? ¿Quieres dejarte amar? Sean cuales sean tus sufrimientos, tus fracasos, mañana te espera un nacimiento. En el fondo del punto más negro adonde tu vida puede llegar, se te ofrece una sonrisa. De ese agujero de barro sobre el cual corres el riesgo de resbalar, quiere manar una fuente.

A ti sólo se te pide una cosa: creer. Para que el amor no se imponga tiene que haber una pequeña fisura en tu corazón. No debe disgustarte tu imperfección: Dios se encarga de tu santidad. Pero no puede hacerlo sin ti. Coge entonces la mano que se te tiende. Es la de un mendigo de amor. Dios tendió la mano a María porque quería venir a nuestro mundo y buscaba una puerta abierta. Jesús tendió la mano a la samaritana al borde de un pozo en la hora más calurosa del día: Él tenía sed de saciar el deseo de la mujer y supo despertar su esperanza. Las últimas palabras que Jesús pronunció en la cruz fueron: ¡tengo sed! ¿Oirás tú este grito en el fondo de tu ser? También tú tienes sed de un amor verdadero y de una felicidad auténtica.

Tu corazón se parece al corazón de Dios, tú necesitas amar. Tu corazón se parece al de María, ella se dejó amar. Entra sencillamente en la gracia de este encuentro único. Deja que el fango se aclare, deja que caigan las rigideces que aún te sofocan. Tú eres un pobre como Bernadette, un pobre como María, un pobre como un Dios con el corazón herido. Sea cual sea tu edad, sonríe con sencillez, y serás más joven que tu pecado, vivirás el gozo de un nacimiento auténtico. Ya no irás hacia la muerte, sino que entrarás en la vida.

p. Jean-Marie Cabes

 

En Medjugorje, testimonios de alegría

La sonrisa en los labios, la mirada serena, los gestos calmados y armónicos, el corazón abierto… Es lo que unía a los jóvenes de 25 nacionalidades distintas, reunidos en Medjugorje desde el 31 de julio hasta el 6 de agosto para participar en la XIII edición del Festival dedicado a ellos. El tema del encuentro - "Con María testimonios de la paz y de la alegría"- era una realidad visible y palpable en el rostro de todos. Era el rostro de quien se siente profundamente amado, acogido por Dios y por los demás. El rostro de quien poco a poco se encuentra a sí mismo a la luz de la gracia y aprende a aceptarse por lo que es, y a amarse tal como es. El clima de serenidad y alegría que envolvía a los 15 000 jóvenes testimoniaba que se sentían acogidos en el Corazón de María. Cualquier hijo se siente bien cerca de su madre, ¡cuánto más cerca de una Madre que ama con un amor tan grande, tan profundo, tan limpio! El amor de María les ha atraído aquí en estos cálidos días veraniegos donde estaban preparadas para ellos grandes gracias espirituales. Su amor les acompañó de vuelta a casa donde les esperaba la vida de cada día, esa cotidianeidad que a veces se transforma en rutina, pero que ahora estará vivificada por los colores del amor.

El don mayor que generalmente se recibe en Medjugorje es la conversión del corazón, una transformación interior que nos ayuda a vivir cada momento de una manera nueva y que nos enseña a mirar el mundo y las criaturas con los ojos de Dios. Es esto lo que hacía que los rostros de los jóvenes del festival estuviesen serenos, es ésta la certeza que hacía brillar su sonrisa. Y, como de una fuente de agua fresca y purísima, de cada corazón manaba la alegría - que se expresaba en los cantos, en el ritmo, en la danza, en las ganas de hacer fiesta, porque aquí se encuentran entre amigos y se sienten como en casa. Y sin embargo todo esto no tenía nada que ver con el entusiasmo vacío y la diversión momentánea que ofrecen los "destellos" del mundo. Se trataba más bien de un gozo que expresa una profunda gratitud que colma todo el ser, de una alegría que sabe convertirse en oración, adoración, silencio interior y quieto abandono en los brazos amorosos de Dios Padre. Ésta es la Iglesia viva que nace con naturalidad, sin demasiados formalismos, sin estructuras rígidas, con la sola fuerza de la Gracia y del Espíritu. Es la Iglesia formada por jóvenes que buscan en Medjugorje reponerse de un mundo que corre, que exige, que provoca, que ilusiona y que decepciona. De un mundo que los quiere distintos de lo que son en esencia e iguales a modelos "globalizados", a modelos de perfección simulada que lo único que provocan es vacío interior, soledad, sensación de inadaptación o, al contrario, agresividad, competitividad y arribismo. En Medjugorje, junto a la Reina de la Paz, no hay lugar para todo esto. El mundo se queda fuera y se entra en el Corazón de Dios. Aquí los jóvenes escuchan, oran y se entregan. Del resto se encargará Ella, la Madre que los ha llamado y que quiere acompañarlos en los caminos de sus vidas.

Stefania Consoli

 

 

Las voces del festival

Como viene ocurriendo, también este año el Festival de los jóvenes en Medjugorje ha acogido a distintas personas, más o menos conocidas, que con su testimonio - traducido simultáneamente en 17 lenguas - han iluminado a quienes han venido para escoger un camino o a quienes sólo buscaban una confirmación. Han dado voz al festival sacerdotes, religiosas, parejas de esposos, padres, laicos y, naturalmente, los videntes.

P. Leo Maasburg, comprometido en la evangelización de las tierras del este europeo después que en 1982 el Papa consagrara el mundo al Corazón Inmaculado de María, explicó cómo celebró la misa junto a un obispo en el Kremlin consagrando de ese modo la URSS a la Virgen desde entonces. También compartió con los jóvenes su experiencia como asistente espiritual junto a la Madre Teresa, mientras ella se desplazaba por los distintos continentes para abrir nuevas Casas. Estuvo con ella en Moscú y en Armenia, donde el p. Leo vivió varios meses, convirtiéndose de este modo en el primer sacerdote "oficial" de la Unión Soviética.

El P. Maurizio de Sanctis, mejor conocido como "padre Nike", sacerdote pasionista, dio testimonio de su conversión en Medjugorje hace diez años, y de cómo sintió la vocación al sacerdocio, por la que abandonó su amada carrera de bailarín profesional: "No hay nada más bello que ser sacerdote; ¡quizás el mayor pecado que cometemos los consagrados es no decir que ser consagrado es verdaderamente maravilloso!" Hay una palabra muy elocuente con la que Dios me dice personalmente "te amo", y esta palabra es la Cruz de Jesús. Cuando a los 14 años me enamoré locamente de una chica, grabé en el primer árbol que encontré un enorme corazón traspasado con nuestros nombres escritos en su interior. También Dios, que se ha enamorado de mí, ha realizado un signo concreto con el que me expresa su amor: la Cruz de Jesús. Con ella me dice: te amo…"

El P. Pavol Hudak, eslovaco, que venía de la Jornada mundial de la Juventud en Toronto, habló a los jóvenes sobre un tema que les afecta de manera especial, y que es importante para su crecimiento y su futura vocación: el amor. "Quiero traeros un mensaje sobre el amor: el amor divino, el amor de María, el amor humano… El hombre ha nacido del amor y para el amor. El joven, de una manera especial, anhela el amor y lo lleva dentro de sí como un gran ideal. Los jóvenes enamorados tienen que ser un don el uno para el otro, y si son capaces de respetarse mutuamente serán bellos y felices… En Eslovenia estamos construyendo un centro para los jóvenes. Vienen por miles y viven allí una profunda conversión. El lugar está cerca de la tumba de una chica, que murió a los 16 años por defender su pureza. Los jóvenes vienen a orar por el don de la vocación y del amor puro".

El P. Peter Dugandzic y sor Ana Katharina, ambos convertidos en Medjugorje, pusieron de manifiesto en su testimonio la manera en que el Señor les ha conducido desde un primer despertar de la fe a la llamada a la vida consagrada. Un recorrido marcado por una fuerte lucha consigo mismos pero que conduce finalmente a una paz profunda, al haber dado el sí a Dios.

El P. KARL WARNER, monje cisterciense austriaco, en su intervención en el festival de Medjugorje trazó de forma algo irónica pero fácilmente comprensible, lo que hoy el Papa confía a los jóvenes como su misión:

Ser los santos del Tercer Milenio

"El tema es muy amplio - dice el joven monje - pero me gustaría intentar deciros qué hacer para ser santos." Ante todo debemos aclarar el significado de la palabra santo, para que no penséis que tenéis que convertiros en una de esas estatuas de yeso que llenan las iglesias, o que tengáis que estar allí, en algún rincón, con las manos juntas y con una mirada devota hacia el cielo… Me gustaría explicar un poco el término santo. Hoy todos desean lo mismo, que es ser guapos. La santidad no es muy popular, pero todos quieren ser guapos. La belleza exterior ha desarrollado toda una industria propia y se ha convertido hoy en un gran ideal, y al mismo tiempo en un gran engaño. Me gustaría que todos fueran guapos, pero no únicamente por fuera sino también por dentro. Y esta belleza, en la Iglesia se llama santidad. Ser santo significa pues irradiar la propia belleza interior. Algunos días antes de mi ordenación sacerdotal me encontré con la mujer más bella del mundo: la Madre Teresa de Calcuta. Me impresionó su rostro profundamente surcado por las arrugas, y sin embargo ella irradiaba una fuerza especial, una fuerza que procedía de su unión con Dios.

UN "SALÓN DE BELLEZA". Dios ha querido darnos un lugar donde ser más bellos y donde se purifican nuestros corazones: la confesión. Que vuestros pecados no os entristezcan, aunque os parezca que son siempre los mismos. Llevadlos de nuevo al confesionario y dejad que Dios obre en vosotros. No ha habido ningún santo en este mundo que un día haya podido decir: "Ahora soy tan santo que ya no necesito confesarme. Al contrario, cuanto más cerca está el hombre de Dios, más cuenta se da de los pecados pequeños. Por eso, si confesamos nuestros pecados, ellos dejan de ser un obstáculo en nuestro camino hacia Dios, y se convierten en un medio para avanzar por ese camino.
TRES CONSEJOS PARA SER SANTO. El primero es ser tozudos. Luego recios y finalmente osados… Naturalmente, me refiero a una "santa tozudez". Esta cualidad es útil también en el amor. Creo de hecho, que no existe el amor a primera vista, existe únicamente el enamoramiento a primera vista, o dicho de otro modo, un fuego en el corazón que arde de entusiasmo. Enamorarse ya es algo bello, pero es indispensable que creciendo, este sentimiento se convierta en amor. Todo esto requiere, sin embargo, tiempo, compromiso y una lucha cotidiana; en pocas palabras: perseverancia. Ocurre lo mismo en nuestra relación con Dios. En la parábola del sembrador, Jesús dice que si la semilla cae en un terreno poco profundo, enseguida languidece. Tenéis que saber pues que Medjugorje comienza después de Medjugorje. Aquí estáis llenos de entusiasmo, pero cuando estéis en casa, tendréis que realizar con empeño, con tozudez, lo que la Virgen os pide.

TODOS LOS SANTOS ERAN TOZUDOS. En el Antiguo Testamento leemos cómo el patriarca Jacob - padre de Israel - luchó toda la noche con el ángel del Señor. Al alba, el ángel intentó marcharse, pero Jacob lo retuvo diciendo: "¡no te dejaré marchar hasta que me hayas bendecido!"

NO SÓLO VALIENTES SINO RECIOS. Estamos llamados a ser verdaderamente entusiastas de Dios y a tener una fuerza interior tal que se vea externamente. ¿Por qué tenemos los cristianos una especie de complejo de inferioridad? ¿Por qué somos tan pusilánimes a la hora de dar testimonio de nuestra fe? Tenemos que estar agradecidos a nuestro Papa Juan Pablo II, que da a la Iglesia tantos beatos y santos. En ellos podemos ver que eran personas de carne y hueso, con pecados y debilidades, y sin embargo con una gran valentía a la hora de testimoniar la fe. Imitemos la valentía de san Francisco que supo devolver a su padre todo lo que tenía. El coraje del cura de Ars que hacía la penitencia en lugar de los penitentes. La valentía de san Massimiliano Kolbe, que ofreció su vida por la de un padre de familia.

VIVIR LA "SANTA OSADÍA". Cuando vemos a la gente que vive según los modelos que propone el mundo, nos preguntamos si verdaderamente somos normales: vamos a la Iglesia cuando casi nadie va… Rezamos cuando los demás piensan que es una tontería… Nos esforzamos por perdonar y por ser humildes cuando los demás viven egoistamente… Creemos estar equivocados sólo porque el mundo nos presenta como algo completamente normal la vida sin Dios. ¡Y sin embargo ahí está el error! Hay que orar para alcanzar la gracia de no avergonzarnos de mostrar nuestra fe. ¿Tememos que nos consideren locos? ¡Pues no puede ocurrir nada mejor! Jesús decía a sus discípulos: "bienaventurados seréis cuando os insulten, os persigan".

EL TRAJE DEL EMPERADOR. Muchos conocéis la fábula de aquel emperador tan vanidoso que un día para un evento especial encargó que le hicieran un traje que dejase a todos sin aliento. El sastre, con mala fe, le propuso hacerle un traje confeccionado con un tejido especial que parecería invisible a los necios. En realidad el traje ni siquiera existía, y el emperador, con la ilusión de llevar puesta una indumentaria verdaderamente extraordinaria ( y con la certeza de ser probadamente inteligente) el emperador acabó presentándose a sus súbditos en ropa interior. Nadie tenía el coraje de decirle nada, por temor a parecer estúpido, prefiriendo convencerse de que el rey en realidad estaba vestido. La ilusión duró hasta que un niño exclamó la verdad, dando a los demás el coraje de reconocer que los habían engañado.

También nosotros vivimos en un mundo lleno de engaños geniales. La vida sin Dios, sin oración, sin sacramentos nos es propuesta como una vida bella y atrayente, cuando en realidad es un engaño. Entonces tenemos que ser suficientemente impertinentes, como aquel niño de la fábula, y decir al mundo "¡También vosotros andáis desnudos! Venid, creed en Jesús y en María, y encontraréis la felicidad".

(traducido y abreviado por: Redazione)

 

"Yo, monja de clausura"

"¡Gracias por haber respondido a mi llamada!" María siempre agradece; estas palabras de María siempre me llamaban la atención, pero sólo ahora las entiendo. Sea cual sea la circunstancia que nos haya llevado a Medjugorje, hemos sido llamados. Y yo, monja de clausura, que después de ciertos problemas de salud, he sido conducida a ese lugar santo - con los debidos permisos, naturalmente - y hospedada en una casa de oración de la nueva Comunidad de vida contemplativa "Reina de la paz, completamente tuyos…", con gratitud inmensa, me pregunto todavía porqué la Madre de mi Señor me ha llamado para ella. Mi vínculo afectivo con María era muy fuerte, pues ella se había hecho presente en mi vida alguna vez, de manera incluso sensible, y quizás por esto no sentía la necesidad de buscarla. Pero en un momento en que tuve la sensación de encontrarme en un túnel oscuro aun habiendo comprometido toda mi existencia - incluida la vocación religiosa - me confié a Ella de nuevo ofreciéndole especialmente mi salud.

Había oído hablar vagamente de los hechos que acontecían en Medjugorje, no me atraían especialmente, pero tenía curiosidad por conocer un acontecimiento tan significativo de nuestros tiempos, como una de las variadas realidades de la Iglesia de las que sólo llegan ecos a los monasterios. Al llegar a Medjugorje el calor materno de María me envolvió como nunca y, bajo su manto de luz y de paz, me colmó de gozo. Bajo su luz vemos la luz. A la luz de la experiencia que ha devuelto la vida a mi vida, luz a los pasos de mi vagar y ojos para captar la experiencia de los hermanos y hermanas, me he dado cuenta de que verdaderamente Medjugorje es casa de María, un lugar privilegiado y santo para encontrarse con la Madre de Jesús, con Aquella que se convierte en una guía maternal para llevarnos a Él. El único centro de hecho es Jesús Eucaristía, todo gira en torno a Él, Jesús, el Cordero inmolado y Resucitado.

¡Cuánta indiferencia en nuestras sociedades que se jactan de su cristianismo secular! También en nuestras iglesias y casas religiosas se puede vivir en una condición de mediocridad, en la tibieza de la costumbre y en una oración que no implica el corazón. Y sin embargo, la sed de espiritualidad no está totalmente sofocada por las numerosas seducciones que ofrece el mundo.
Medjugorje es un centro de espiritualidad, donde se tiene una experiencia de oración silenciosa y se puede entrar en uno mismo hasta llegar en lo íntimo del propio corazón a aquel lugar sagrado donde Dios es más íntimo que nosotros mismos y redescubrir la imagen que él ha impreso dentro. En el encuentro con Jesús y María, espejo límpido, a la luz de la Palabra, se puede releer la propia existencia y en el desierto íntimo del corazón nuestra fragilidad humana encuentra la potencia del amor de Dios y queda envuelta por él hasta proyectarse en los espacios infinitos de su plan de salvación. A la luz del Espíritu de Dios se toma conciencia de la exigencia de ser luz, y la Confesión sacramental se convierte en lugar de conversión y gracia en el nuevo camino.
No son pocos los que tras esta experiencia se convierten en instrumentos, como le gustaba a san Francisco definirse a sí mismo, corazón grande y palpitante, que atrae a muchos a la libertad de los Hijos liberándolos de las esclavitudes del pecado que nos oprimen, y de las distintas tumbas en las que nuestra fragilidad humana tiende a encerrarse.

En Medjugorje Jesús y María proponen pureza de corazón en la vida y en las relaciones con los demás; esta población se ha convertido en imagen de la Iglesia viva donde todos se reconocen hermanos por ser hijos de un solo Padre y una sola Madre, una inmensa Casa-Familia que sobrepasa las fronteras territoriales y culturales para abrirse a cada hijo e hija que responde a la llamada de una Madre. Una Madre que da a manos llenas lo que ha acogido y custodiado del Cielo, una Madre que pide y busca colaboradores. Y sentí que representaba a tantas mujeres que no tienen la oportunidad de vivir desde dentro la experiencia de Medjugorje, y me dije ¿qué hacer? Y quizás este testimonio es ya una respuesta.

Ella la Mujer Joven quiere atravesar el océano de los siglos y de las instituciones para llegar con toda su frescura a nuestra realidad de Órdenes antiguas, custodiadoras del precioso tesoro de la tradición, y aun siendo "ancianas", capaces de llevar en su seno frutos de amor y de mostrar al mundo que Jesús es el Señor. Con su presencia y a través de sus mensajes, que tienen una fuerza transformadora increíble, María puede ser una nueva guía para nuestro camino personal y comunitario, puede conducirnos también a nosotros como a los millones de peregrinos a través de las tinieblas de este tiempo a la Luz sin ocaso y a la Paz sin turbación y sin fin. "Os invito, queridos hijos, a comprender la importancia de mi venida y la seriedad de la situación. Deseo salvar todas las almas y conducirlas a Dios. Por esto oramos, para que se realice completamente lo que he comenzado. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!" "Hijitos, vivís un tiempo en el que Dios os da grandes gracias, pero vosotros no sabéis utilizarlas. Os preocupáis por todo, pero del alma y de la vida espiritual, lo mínimo. Despertad del sueño cansado de vuestra alma y decid Sí a Dios con toda vuestras fuerzas. Decidíos por la conversión y la santidad. Estoy con vosotros, hijitos, y os invito a la perfección de vuestra alma y de todo lo que hacéis. Gracias por haber respondido a mi llamada."
No podemos dar por descontado que estamos convertidos porque nos hayamos consagrado, su amor exige cada día nuevas respuestas de amor, de fe, de esperanza. Cada día es momento de convertirse al Evangelio.

Sor Franca (monja agustina)

EL INDIO QUE CONTEMPLÓ EL ROSTRO DE MARÍA ES SANTO

Ciudad de Méjico, 31 de julio - "¿Cómo era Juan Diego? ¿Por qué Dios fijó su mirada en él?" - se pregunta el Santo Padre el día de la Canonización del vidente que en 1531 tuvo la aparición de la S. Virgen, iniciando la vida del santuario más frecuentado del mundo (Guadalupe). "Dios ha escogido lo que para el mundo era innoble y despreciado - continúa el Papa - lo que no es, para reducir a la nada lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios." (1 Cor 1, 28) Juan Diego, al acoger el mensaje cristiano sin renunciar a su identidad indígena, descubrió la profunda verdad de la nueva humanidad, en la que todos están llamados a ser hijos de Dios. De este modo facilitó el encuentro entre dos mundos y se transformó en protagonista de la nueva identidad mejicana. El rostro mestizo de la Virgen expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mejicanos".

Vivir la liturgia con María

En un mensaje a la Parroquia, la Virgen afirma que "este tiempo" - por medio de Ella - está ligado al cielo de una manera especial" (Mens.25.05.96) y en otro mensaje anterior dice: "Os invito, queridos hijos, a comprender la importancia de mi venida y la seriedad de la situación. Quiero salvar todas las almas y ofrecerlas a Dios" (Mens. 25.08.91).

En efecto, éste es el tiempo en el que todo el Cielo quiere bajar entre nosotros y dentro de nosotros. Con María, primicia de la Iglesia celeste, hoy presente de un modo especial en el mundo con su cuerpo glorificado, todos los ángeles, los Arcángeles, todos los Santos bajan entre nosotros para que la obra de salvación que mana del misterio pascual de Cristo se cumpla plenamente en todo el universo, cumpliéndose el gran horizonte de luz profética anunciado en el Libro del Apocalipsis: "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva… Vi también la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de Dios, ataviada como una esposa para su esposo" (Ap 21, 1-2). Por esto, hoy María nos llama a una nueva comunión, viva y vivida, con la Iglesia celeste, que ya resplandece con la luz del Amor puro de Dios que iluminará la nueva creación: "El trono de Dios y del Cordero estarán en la ciudad y los siervos de Dios le darán culto. Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente" (Ap 22, 3). María nos guía "hacia un tiempo nuevo, en el que Dios os da una gracia para conocerlo mejor" (Mens. 25.01.93). Ella desea implicar a sus hijos cada vez con más plenitud, con un "sí" incondicional a Su llamada al ofrecimiento de la vida por la salvación del mundo, en el triunfo de su Corazón Inmaculado anunciado en Fátima y actualizado en Medjugorje. "Os invito…para que con vuestra ayuda se cumpla todo lo que quiero realizar según los secretos iniciados en Fátima" (Mens. 25.08.91); "Y por esto, queridos hijos, colaborad para que mi Corazón triunfe en un mundo de pecado" (Mens. 25.09.91).

Por esto hoy como nunca antes la Virgen llama a sus hijos a decidirse nuevamente por Dios y a una conversión radical del corazón para acoger el camino de la plenitud de la vida en Dios Uno y Trino, que en este tiempo se nos ofrece a través de Ella de una manera especial: el camino real del amor sacrificado del Cordero, vivido ya plenamente por los ángeles y por los santos en el cielo y que hoy quiere bajar a la tierra para "revestirla de los vestidos de la salvación y envolverla en el manto de la justicia" (Is 61, 10). En este tiempo la Virgen nos llama a ser verdaderamente carne y sangre espirituales de la verdadera esposa del Cordero para que, plenamente resucitada en la gloria del amor trinitario, resplandezca sin arruga y sin mácula ante su Señor: "Oremos, hijitos, por aquellos que no quieren conocer el amor de Dios aún estando en la Iglesia. Oremos para que se conviertan y la Iglesia así resucite en el Amor" (Mens. 25.03.99) - Ella desea que, acogiendo la corriente de Amor puro de Dios que se derrama hoy de forma extraordinaria sobre el mundo a través de Su Corazón Inmaculado, verdadera "Puerta oriental del Templo" (Ez 47), nuestra vida se una cada vez más estrechamente a la liturgia de la Iglesia celeste, que celebra eternamente el ofrecimiento pascual del Cordero inmolado al Padre, la única capaz de reabrir para el mundo el libro de la Vida (Ap 5), sellado por el pecado y por la rebelión del hombre a la paternidad de Dios.

Es por esto que desde los primeros mensajes, la Reina de la Paz nos educa, con una sabia y maternal pedagogía espiritual, para entrar gradualmente en una comunión perfecta con la Iglesia del cielo. Por lo demás, es experiencia común de muchos peregrinos que vienen a Medjugorje, de los que tienen una mayor apertura y sensibilidad, una percepción especialmente viva y concreta del tono espiritual propio de los distintos TIEMPOS LITÚRGICOS, a veces con tanta intensidad que parece implicar hasta los elementos naturales de la creación. Así se puede advertir, únicamente con los sentidos del alma y sin ninguna mediación racional, la ternura inexpresable del Tiempo de Navidad, la fuerza y la dulzura del amor ofrecido y sacrificado en el Tiempo de Cuaresma, la inefable y luminosa alegría espiritual de la Pascua, la fuerza vibrante de la irresistible luz increada de los días de Pentecostés.

Así , en el tiempo de Cuaresma, María exhorta a la parroquia: "Esta tarde os invito especialmente a honrar, durante la Cuaresma, las llagas que mi Hijo recibió por los pecados de esta Parroquia. Uníos a mis oraciones por la Parroquia, para que se alivie Su sufrimiento" (Mens. 22.03.84); "Queridos hijos, esta tarde os invito a honrar de manera especial el Corazón de mi Hijo Jesús. Ofreced oraciones de reparación por la herida abierta del Corazón de mi Hijo. Este corazón es herido por cada pecado grave" (Mens. 05.04.84). Referencias análogas recorren la práctica totalidad de los mensajes dados en el Tiempo de Pascua, de Pentecostés, de Adviento, de Navidad, en las Solemnidades de la Anunciación, de todos los Santos, en la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, y en el aniversario de las apariciones. Incluso últimamente, en la Fiesta de Santiago Apóstol, santo patrón titular de la parroquia de Medjugorje, la Virgen nos exhorta de forma explícita a una comunión más intensa y concreta con el Cielo, mediante una relación viva y consciente con los Santos que Dios ha puesto especialmente cerca de nosotros: "Queridos hijos, hoy me regocijo con vuestro santo patrón… Pedid a través de vuestros santos protectores, para que os ayuden a estar abiertos a la voluntad de Dios" (Mens. 25.07.02).
Éste es el tiempo en que el Padre "rico en misericordia" (Ef 2, 4), a través de la presencia especial de María en el mundo, desea acercar definitivamente a sus hijos "a la Jerusalén celeste y a las miríadas de ángeles, a la reunión festiva y a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo… al Mediador de la Nueva Alianza y a la sangre de la aspersión más elocuente que la sangre de Abel" (Hb 12), llamándolos a vivir desde ahora con María "un cielo nuevo y una tierra nueva" (Ap 21,1), asociándolos cada vez más estrechamente a la realidad de gracia de Su Asunción al Cielo y de su Coronación en la tierra, para conducirlos a una existencia más transfigurada en el amor puro de Dios, a fin de que se convierta como Ella en signo e instrumento de salvación para toda la creación, y poder realmente "morar entre los hombres", para que "sean su pueblo, y Él sea su Dios" (Ap 21,3).
Giuseppe Ferraro

 

En comunión entre nosotros y con los santos

"Queridos hijos, hoy me regocijo con vuestro santo patrón… Pedid a través de vuestros santos protectores, para que os ayuden a crecer en el amor a Dios" (mensaje del 25 de julio). Es una llamada que nos hace la Virgen a dirigir nuestra mirada al Cielo y reconocer en él a aquellos amigos que el Señor mismo nos ha dado para aprender a caminar hacia Él.

Dirigirnos a los santos no es sólo un acto de devoción, sino un acto de fe, o más aún, un clima de fe: la certeza de que quien camina aquí sobre la tierra, lo hace con todos aquellos que están en el cielo. Es una realidad en la que quizás pensamos poco, porque captar la realidad de lo invisible significa ir más allá del encantamiento, o incluso del engaño de lo visible, de lo que se ve y se toca. Nos hemos acostumbrado a esta vida llena de sensaciones inmediatas y, si alguien dice que vive en comunión con los ángeles, con los santos, con la Virgen María nos creemos que vive en las nubes; cuando en realidad la vida procede de esas personas y los auténticos vivientes son éstos. También Jesús hablando con sus adversarios dice que Dios es un Dios de vivos, porque es el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob que están en el Paraíso; el Dios de los vivos no tanto por tu vida, como por la vida de aquellos vivos que están en el Paraíso.

A Dios le gusta vernos unidos, a las criaturas del Cielo y a las que están aún en la tierra. Dietrich Bonhoeffer, pastor protestante fallecido en la 2ª guerra mundial, fue arrestado como responsable de una comunidad, rector del seminario y autor entre otras cosas de un bonito libro titulado "La vida en común", decía que una de las cosas que los cristianos tenían que agradecer al Señor eran las ocasiones en las que Él los reunía, porque en el mundo es difícil ser cristianos, es difícil respirar el espíritu de la oración, el espíritu de la fe. Poder reunirse es siempre un gran don para los cristianos. Él, que tuvo la experiencia de aquellos años oscuros de la guerra, en los que había que resistir toda la prepotencia del nazismo, comprendía lo difícil que podía ser encontrar de nuevo un clima de paz, de amor, de fe. El Señor nos reúne como lo hizo con los primeros discípulos: en la pedagogía del Evangelio, en la voluntad de Jesús, y si hay alguien que le da a Él su sí, se encuentra inevitablemente en comunidad, en una comunidad. Es verdad que el diálogo con el Señor es personal, la respuesta es personal, pero es siempre una respuesta en la comunidad, en la Iglesia. Así como la Iglesia no es una abstracción, sino una comunidad, la Iglesia es el lugar donde Jesús ha dicho: "Donde hay dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo".

El mismo Jesús reunió a sus primeros discípulos en una comunidad, escogiéndolos de los distintos estratos sociales, con distintas experiencias de vida y los convirtió en su comunidad, y así con ellos comenzó su obra de formación. Nosotros creemos que la formación consiste en estudiarse bien un libro, en meterse en la cabeza algunas ideas: esto es instrucción, adoctrinamiento, no formación. Formación, como dice la palabra, significa tomar una forma: cuando los niños están en el mar, se divierten llenando de arena distintos moldes de peces, estrellas… ¿Cómo puede tomar la arena aquellas formas? La toma de la forma que las contiene. Así, la formación cristiana significa tomar la forma de Cristo estando con Cristo, sin una necesaria obra de adoctrinamiento, de lavado de cerebro o a base de anular la propia mentalidad. Cada uno va con Cristo y está junto a Él tal como es y poco a poco, si se es como la arcilla en manos del artista (cf. Jr) que es el Señor, nos formamos en Él.

Jesús reunió a sus amigos (así los llamó) para formarlos, y para formarlos les hizo vivir junto a Él. No se cansó de sus debilidades, de sus dificultades para entenderle; y precisamente una de las cosas que no conseguían entender era esta actitud de Jesús siervo. Todos esperaban el momento en que podrían repartirse el poder. Lo más difícil es tomar esta forma de Jesús siervo. También Santiago y Juan, cuando Jesús les preguntó: "¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber?" le respondieron: "Ciertamente estamos dispuestos a todo, mientras haya para nosotros un lugar a tu derecha y otro a tu izquierda". Cuando se nos pregunta a cada uno de nosotros si queremos mandar siempre respondemos que no, pero de hecho, eso luego no es verdad… Nadie quiere ser siervo, porque es más fácil ser servido que servir, en lo pequeño y en lo grande: cuando hay que decidir en la vida, cuando otro decide por ti y te obliga a actuar, a pensar, a actuar en consecuencia. También ocurre que a menudo no aceptamos ser siervos porque los demás muchas veces tampoco tienen razón alguna para pretender este servicio.

La formación de Jesús consiste en formar a los suyos en el amor maduro, que consiste no en ser servidos, sino en servir, es el amor que no se busca a sí mismo, sino el amor que da. Esto está escrito incluso en los libros más sencillos de psicología, todos dicen que el amor maduro es el amor oblativo. También en la lengua griega hay dos términos que indican el amor: eros, que no indica sencillamente algo malo, sino el amor al otro pero pensando sobre todo en uno mismo y el agape, término usado frecuentemente por Juan, que apunta al amor dirigido al crecimiento, a la promoción del otro. Sin embargo nosotros nos preguntamos: "Pero obrando de este modo ¿no nos quedamos vacíos, no nos empobrecemos?". No, porque el ágape madura a quien lo da y hace madurar, hace que el otro crezca, porque elimina todos los elementos que hacen del amor algo cerrado, egoista y permite que tenga lugar una apertura plena. No basta la buena voluntad para obtenerlo, no bastan los propósitos, hace falta la Gracia, sin la cual no podemos nada. Entonces tenemos que sumergirnos en este acontecimiento, para que sea un acontecimiento para nosotros y nos implique de tal modo que recibamos la gracia de servir también nosotros un poco, liberándonos de este modo del instinto de ser servidos.
Don Nicolino Mori

Noticias de la tierra bendita

La boda de Jelena

"¡…hermanos, ejercitaos en la caridad!"

(San Agustín)

Con la invocación de los santos a través de los cantos de las letanías, comenzó la celebración del matrimonio de Jelena Vasilj y Massimiliano Valente el 24 de agosto, en el Santuario de la Reina de la Paz en Medjugorje. Más de 500 invitados, la mayoría del extranjero, abarrotaban junto a los fieles la iglesia de Santiago. "Que el Señor os proteja desde su santuario. Realice los deseos de vuestro corazón y confirme plenamente vuestro propósito" decía la antífona introductoria pronunciada por el celebrante, fray Dragan Ruzic. La misa, especialmente cuidada en la liturgia, estuvo acompañada por las voces espléndidas de un coro italiano (Vicenza) y de algunos solistas que contribuyeron a que la atmósfera fuera más sagrada y solemne.
"El vino y la música alegran el corazón, pero todavía más el amor a la sabiduría. La flauta y la cítara hacen el canto suave, pero todavía más la lengua dulce. Amigo y compañero se encuentran a su hora, pero todavía más la mujer y su marido…" (Sir 40, 17-27). Esta conciencia llenaba el corazón de los dos esposos que al escoger este fragmento del libro del Eclesiástico desearon recordar a los participantes el valor de un matrimonio santo y totalmente dirigido a Dios y su gracia; de una unión que, precisamente por estar fundada en Dios, se dirige al otro profunda y responsablemente. "Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor" (1 Jn 4, 7-21) continuaba el apóstol san Juan en la segunda lectura.

El leitmotiv que resonaba repetidamente en la liturgia nupcial era la caridad: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo a vosotros. Permaneced en mi amor" exhortaba Jesús en el Evangelio, y así en la predicación una invitación directa a los esposos "a verificar continuamente la calidad de vuestro amor que, aunque sea fuerte y puro como un vaso de cristal, si se cayese seguramente se rompería. Examinad vuestra relación releyendo el Himno a la Caridad de san Pablo (1 Cor 13, 1) - continuaba fray Dragan - y en lugar de la palabra Caridad poned vuestros nombres: Jelena es paciente, Massimiliano es generoso, Jelena no es envidiosa, Massimiliano no se engríe…" La sonrisa que sellaba sus rostros radiantes testimoniaba que habían acogido con alegría la misión de formar una nueva familia y que estaban dispuestos a llevarla adelante con responsabilidad.
Fueron testigos de la boda la vidente Marija y su marido Paolo, que pronto verán cómo nace en su casa el cuarto hijo. ***

"Y nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es Amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4, 16)
Éste es el fragmento de la Sagrada Escritura que Jelena Vasilj escogió para anunciar su boda, una palabra que expresa lo esencial: Dios es amor.
Esta certeza debe estar en la base de cualquier vocación para que ésta traiga frutos de santidad.
En una entrevista Jelena y Massimiliano cuentan cómo se han sentido llamados a vivir la caridad formando una familia.

 

Una constante llamada a la caridad

Jelena, estás ante un acontecimiento importante de tu vida - el matrimonio - que ha tenido un nacimiento, un desarrrollo y ahora está viendo su cumplimiento. ¿Cómo has vivido todo este recorrido?

Jelena - Hubo un momento en mi vida, antes de conocer a Massimiliano, en el que no sabía exactamente en qué dirección caminar. Al principio, estaba segura de querer casarme, luego tuve un periodo de reflexión en el que consideré la vida religiosa. Pienso que ambas vocaciones son bellísimas, y el hecho de que haya escogido la vocación al matrimonio no significa que no vea la fascinación de la otra. Creo que en cualquier caso tenemos que consagrarnos a Dios, individualmente y en pareja, y en el matrimonio no se lleva una vida que comprometa menos que la de un religioso. Ambas vocaciones implican un ofrecimiento de sí mismo. Descubrir este camino ha sido una sorpresa también para mí.

Después de constatar el nacimiento de la llamada al matrimonio, ¿cómo la has ido madurando?

J. - Ante todo sentía que la presencia de Massimiliano, de esta persona tan especial, me ayudaba a crecer. Es como si a mi vida le faltase la dimensión del crecimiento humano, porque cuando estás solo, en cierto sentido puedes dejar de crecer, mientras que en pareja, o creces o la relación se hace imposible. Se trata de una llamada constante a la caridad, a la entrega de sí. A medida que caminábamos juntos, sentía que esta vocación me realizaría y me haría madurar.

¿Qué ingredientes has utilizado para ayudar a este crecimiento?

J. - Seré muy franca. Ante todo, la oración, sobre todo la personal. Hay algo que Dios sólo puede darnos a través de la oración. Alguna vez mi egoismo me inclinaba a apoyarme en Massimiliano con la esperanza de que me ayudase a resolver los problemas, a liberarme de los miedos. Pero él no ha secundado mis expectativas y así he podido comprender que era yo quien tenía que crecer. Si falta la oración, la relación inevitablemente degenera, nos utilizamos recíprocamente como si fuésemos muletas: yo para él y él para mi y, finalmente, andamos con las piernas torcidas. La oración es además el único, auténtico espacio personal. Hoy día las mujeres a menudo piensan que dedicarse un tiempo a sí mismas equivale a ir a tomar algo con las amigas, mientras miran al marido sólo como una persona de la que dependen y que resuelva sus problemas. De este modo, en lugar de acompañarse, los dos buscan anularse de algún modo, hasta que finalmente se ahogan mutuamente. Así es como las relaciones se rompen. La oración es un camino personal pero también comunitario. Es importante invocar continuamente la vida de Dios entre los cónyuges porque ésta será la vida que ellos luego transmitirán. Finalmente creo que la pureza es una clave importante, porque cuando vivimos según lo que dictan nuestros sentidos, nuestros placeres, estamos más expuestos a la discordia, al litigio. La protección de la pureza no es un punto de llegada, es decir, la voluntad de mantenerla hasta el matrimonio, sino un punto de partida. Satanás no puede infiltrarse en lo que se mantiene puro, por esto, quien la vive, está en paz. El demonio utiliza la concupiscencia como una de las maneras para atacar a la pareja. Esto no significa necesariamente caer en el pecado de impureza, pero pienso que otros pecados pueden ser consecuencia de esta debilidad.

En la Escritura se habla del alma como de una esposa que adornada de joyas va al encuentro del Esposo. Tu alma siempre ha tendido a la unión con Dios, con el Esposo que hoy toma el rostro del joven con el que te vas a casar. ¿Cómo vives esta dimensión esponsal?

J. - En realidad, sólo hay un Esposo, Cristo, y luego está el marido. Mi alma está unida a Cristo como lo está la de Massimiliano. Precisamente por esto está el sacramento, porque es Cristo que nos une, es Cristo que nos casa. Quizás sabré responder mejor a esta pregunta después del matrimonio, pero siento ya que este sacramento tiene una gracia específica que me introducirá aún más profundamente en el misterio de Dios. Todo forma parte del proyecto de salvación de Dios, y el matrimonio no sólo no es un apéndice sino que forma parte del corazón del misterio de la Salvación, de tal manera que cada pareja imita a la Santísima Trinidad que es plenitud de comunión. Es peligroso pensar en el matrimonio como algo que nos pertenece únicamente a nosotros dos, porque así olvidamos que en realidad es Cristo que nos atrae el uno al otro.

Dios te ha entregado un don destinado a la humanidad que tú has puesto siempre a disposición de las almas que él te enviaba. ¿Cómo piensas que esta riqueza pueda seguir siendo de todos después de tu matrimonio? Muchos temen que los videntes, una vez casados, se encierren en casa…

J. - Mi primer peregrino es Massimiliano. La Caridad siempre es la misma, por lo que es imposible ejercitarla hacia los peregrinos y privar de ella a quien tengo al lado. El único compromiso es el de amar. Si esto implica estar ante mucha gente, bienvenido sea, pero no creo que nada cambie desde el momento en que mi marido recibe el mismo amor que doy a quien escucha mi testimonio. Creo que es una especie de esquizofrenia pensar que sólo existe una misión pública sin una misión escondida y fecunda.

Massimiliano, ¿quieres decirnos cómo has vivido tu encuentro con Jelena, vuestro recorrido juntos y la nueva etapa que os espera?

Massimiliano - Cuando nos conocimos ocurrió algo muy especial. También yo, partiendo de mi conversión que tuvo lugar hace diez años, estuve intentando discernir sobre mi futura vocación. Pero descubrimos que podíamos acompañarnos recíprocamente en la vida espiritual sin excluir la llamada de Dios. Nuestro punto de partida es muy distinto, caracterizado por una espiritualidad diversa que sin embargo luego ha favorecido una especie de complementariedad entre nosotros dos. Jelena ha sido fundamental en mi crecimiento espiritual personal; si pienso en cómo era hace algunos años respecto de hoy, casi no me reconozco, y esto es positivo.

¿Compartes esos elementos que antes indicaba Jelena como "ingredientes" del noviazgo?

M. - Sí, aunque sea quizás injusto generalizar. Sin embargo, me gustaría añadir uno que me parece fundamental en el camino de la pareja, que es el de no confiarse sólo a sí mismos, sino también a un buen director espiritual. Reconozco que si nosotros no lo hubiéramos tenido, quizás a esta hora no estaríamos aquí. No es extraño que personas de fe y que oran no lleguen a reconocer que sus problemas derivan de sus mutuos egoísmos.

¿Estar junto a una "persona pública" no te impide vivirla como un "hecho" también privado?

M. Para mí Jelena es sobre todo un "hecho privado" porque la dimensión pública implica marginalmente mi vida y mi participación es relativa. Se trata seguramente de una función de apoyo en los momentos que le resultan difíciles, pero creo que estos dones por sí solos no bastan. Es imposible pensar que estos dones, una vez recibidos, puedan ser suficientes sin una vida de oración y de fe, y esto vale también para la pareja. La importancia de la misión que Dios ha confiado a Jelena seguramente no la exime del deber de crecer en las virtudes. Ante el don que tiene he intentado siempre estar en una postura de ayuda pero también de realismo, para que no huyamos de ningún modo de la que debe ser la Caridad mutua.

Jelena, tú siempre has transmitido a los demás el valor de la contemplación, ¿la ves compatible con los compromisos familiares?

J. - La tentación de los compromisos existe cuando pensamos que somos cuerpo únicamente, pero cuando nos damos cuenta de que somos cuerpo y espíritu, entonces nos comportamos diversamente. Tengo que admitir que incluso en mi vida ha habido algún periodo en el que he orado poco, pero gracias a Dios, los he superado. Hoy me ocurre que cuando no oro me siento mal, por eso espero que ambos podamos sentir siempre la exigencia de la oración. Sólo la oración nos dará la fuerza de amar auténticamente. Sin la ayuda de Dios nos ponemos siempre a nosotros mismos en el primer lugar, y eso es un desastre. Si dejamos de orar estamos perdidos.

Además de los que acojáis en vuestro matrimonio, el Cielo estará también invitado. ¿Qué santos sentís cercanos en esta circunstancia?

J. - Ante todo, la Virgen, nuestra verdadera Madre. Es ella quien nos guía y en estos días siento muy fuerte su presencia. Pero incluso en el plano práctico, los santos se han hecho presentes, haciéndonos incluso regalos: San Agustín nos ha regalado el coro, el Padre Pío el fotógrafo… siento que ellos no sólo están presentes en nuestras devociones sino sobre todo en estos momentos extraordinarios de nuestra vida.

M.- Seguramente santa Francisca Romana, un gran ejemplo no sólo para nosotros que venimos de Roma, sino para todos. Ella fue llamada a santificarse a través del matrimonio y a crear al mismo tiempo la orden de las oblatas. Luego un siervo de Dios, Umberto Mori, un padre de familia que se distinguió especialmente como cristiano en el mundo del trabajo. Y luego no puedo dejar de citar al beato Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, que fue muy importante en mi conversión y formación cristiana. Sus escritos ayudan a comprender la santificación que se realiza en los caminos ordinarios de nuestra vida.

(entrevistados por: Stefania Consoli)

Quinientos sacerdotes con la Reina de la Paz

Como ya habíamos anunciado, al comienzo de julio tuvo lugar en Medjugorje el Encuentro anual dedicado a los sacerdotes de todo el mundo. Este año estaban presentes 483 presbíteros procedentes de 36 países.

"Lo que más me ha impresionado ha sido el clima de comunión profunda que se ha creado entre nosotros - explica don Enzo Berlingeri - sobre todo cuando nos hemos confesado uno tras otro tras haber hecho el Via Crucis que el p. Jozo ha dirigido en el Monte Krizevac. Indudablemente, la unión de tantos sacerdotes atrae una gracia muy intensa". En el pasado, la Virgen los ha llamado "sus hijos predilectos" y les ha exhortado a todos a permanecer cerca de ella: "Los sacerdotes no necesitan vuestras críticas, necesitan vuestras oraciones y vuestro amor". Naturalmente, María, como Madre que es, sabe que también ellos necesitan ser conducidos en su ministerio: (Sacerdotes) Os invito a rezar el rosario. ¡Invitad a todos a rezar el rosario! Con el rosario, venceréis todas las dificultades que Satanás quiere infligir a la Iglesia Católica". Y también: "Cuando prediquéis, no utilicéis conceptos filosóficos o teológicos que el pueblo puede no comprender. Que vuestras palabras sean sencillas y broten del corazón". Finalmente la Virgen subraya la importancia del gran poder del tesoro confiado a las manos de los sacerdotes en beneficio de todos nosotros: la bendición: "La bendición de un sacerdote es mayor que la mía. Si los sacerdotes supieran lo que dan cuando bendicen, bendecirían día y noche".

Red.

* Agosto en Medjugorje - Un sacerdote de Inglaterra exhortaba a los fieles en la Misa en lengua inglesa: tened confianza y orad… orad… orad… porque se recibe verdaderamente. "Yo estoy convertido gracias a las oraciones de mis fieles, que se habían cansado de mí porque no rezaba el rosario y porque no era nada devoto de la Virgen. Así que se pusieron a orar por mí. Mientras unos 70 fieles de la parroquia me trajeron casi a la fuerza - decía en un tono humorístico - en avión a Medjugorje, otros 200 continuaron orando por mí en sus casas. Y obtuvieron los frutos que esperaban, porque en aquel primer viaje me convertí. Por eso os invito a orar, pero con el corazón abierto como nos pide la Virgen, desapegados y abiertos a la voluntad de Dios. Pero orad, con insistencia y con mucha confianza."

El Papa al P. Jozo:

"Ti benedico…"

Quedó más que sorprendido cuando un grupo de peregrinos polacos le entregaron la bendición apostólica de parte de Juan Pablo II que, entre otras cosas, invoca sobre el fraile franciscano "una nueva efusión de gracias y favores celestiales y la protección continua de la Bienaventurada Virgen María". Escrita de su puño y letra, la bendición del Papa llega en un momento en el que el p. Jozo parece estar particularmente probado en su misión de difusión de los mensajes de la Reina de la Paz. Un gesto de ternura de parte de Dios que nunca deja de animar a sus discípulos.

¡Todo el Personal del Eco ora por vosotros!

Os invitamos a uniros a las oraciones que ofrecemos a Dios el primer sábado del mes por las intenciones de todos los lectores - de los que lo piden expresamente y también de quienes lo expresan sencillamente en el silencio de su corazón. Una vez al mes, don Alberto celebrará una Santa Misa por las mismas intenciones.

Los lectores escriben…

P. Diego Cancia de Rapallo (I) - Cuando recibí el último Eco lo leí de una vez y me gustó mucho, y me llenó de alegría, y es que hablaba mucho de alegría… Comencé a difundirlo entre los fieles a los que también les gusta mucho. Los donativos que envío me los han dado para buenas obras. La vuestra es una obra buenísima y, en la medida que puedo, la sostengo y la animo. ¡Gracias de nuevo, y que la Virgen os bendiga!

Mirella Fino de Bari (I) - Agradezco la bendición y la riqueza espiritual que llega a mi casa a través de vuestra preciosa publicación, instrumento de paz y de fe.

Las hermanas Misioneras de la Caridad de Roma - Somos las misioneras de la Madre Teresa, estamos muy unidas a vosotros sobre todo en la oración y en el pensamiento. Gracias de todo corazón por lo que hacéis por el mundo entero dando a conocer el mensaje de la Virgen. Nuestra oración será siempre signo de nuestra gratitud.

Hna Verónica Wolf del Tirol (A) - Cada vez que recibo el Eco me lleno de gozo y lo paso a las otras hermanas para que también ellas se llenen de alegría. Que el Espíritu Santo haga fructificar vuestro trabajo también en el futuro.

p. Luca Bonavigo de Japón - Desde hace muchos años recibo vuestra querida publicación en Japón, donde soy misionero desde hace 37 años. Os estoy muy agradecido.

p. Carlo Matiussi de Uruguay - Agradezco vuestra publicación tan bien redactada y aplaudo vuestro apostolado.

Un testimonio del Congo:

El grupo "Amigos de Medjugorje"

Nuestro grupo ha visto la luz entre los seminaristas del gran Seminario san Cipriano en Kikwit, en la República Democrática del Congo, por la iniciativa de uno de ellos, hoy sacerdote, que en 1998 entró en contacto con el Eco de Medjugorje. Algunos miembros del Seminario conocían ya el Eco, y lo leían por propia iniciativa personal. Hace cuatro años, el nacimiento del grupo reunió a todos los que se interesaban por los mensajes de la Virgen para favorecer que compartiesen sus experiencias personales. El número de los miembros no deja de crecer. Algunos de nosotros ya han sido ordenados sacerdotes y continúan irradiando esta experiencia nuestra en su ambiente de apostolado. Otros, todavía seminaristas, se reúnen para orar juntos el rosario y para compartir. Otros, en número cada vez mayor - incluso no pertenecientes al Seminario - aún sin desear formar parte del grupo, se interesan por los mensajes de la Virgen que leen en el Eco de Medjugorje. También aumenta del exterior la petición de los mensajes, y esto nos motiva siempre a continuar, conscientes de la gran obra del Espíritu Santo. Viendo la experiencia de quien nos ha precedido, nos sentimos animados a continuar con la esperanza de que sea la Virgen María, Madre de los sacerdotes, quien nos sostenga, para que por su intercesión los mensajes puedan llegar a todas las generaciones.

Sem. Christophe Kikonze

Responsable del grupo

 

 

 

Los traductores del Eco reunidos en Medjugorje

Los traductores del Eco de María, junto a los miembros de la Redacción se reunieron a finales de agosto en Medj. para orar juntos, reflexionar sobre la misión editorial que la Virgen les ha confiado y programar un nuevo año a la luz del Espíritu Santo, para que nuestra publicación traiga siempre nuevos frutos de crecimiento y de conversión. Sin embargo, no todos pudieron estar presentes por impedimentos personales (recordamos que el Eco se traduce en 15 lenguas). En particular se ofreció la oración comunitaria a la Virgen María por los cientos de miles de lectores que reciben el Eco en todo el mundo, presentando en la subida al Krizevac sus necesidades e intenciones.

Para nuevas suscripciones o para modificaciones en la dirección escribir a la Secretaría del Eco: CP 27 31030 BESSICA (TV)

e-mail: segreteria@ecodimaria.org

El Eco de María es gratuito y vive sólo de donaciones que se pueden hacer al nº de c.c.p.: 14124226 a nombre de Eco di Maria, C. P. 149, 46100 MN

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El Señor está presente con su bendición.

Bendición que nos purifica

porque viene de la cruz.

Llevémosla y permanezcamos en ella.

Villanova M. 8 de septiembre de 2002