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www.medjugorje.ws » Eco de Maria Reina de la Paz » Eco de Maria Reina de la Paz 176 (Julio-Agosto 2004)

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Mensaje de María del 25 de mayo de 2004:
“¡Queridos hijos! También hoy os
exhorto a consagraros a mi corazón y al
corazón de mi Hijo Jesús.
Solamente así seréis cada día más míos
y os animaréis los unos a los otros cada vez
más a la santidad. Así la alegría reinará en
vuestros corazones, y seréis portadores de
paz y de amor. ¡Gracias por haber respon-
dido a mi llamada!”
En el Corazón de María,
en el Corazón de Jesús
Esta invitación de María no es nueva
(recordemos por ejemplo el mensaje del
pasado 25 de octubre), sin embargo renueva
la vida. No desvela, sino que decide el futu-
ro. No expone doctrina complicada y sin
embargo contiene toda la Sabiduría.
También hoy os exhorto a consagraros a
mi corazón y al corazón de mi hijo Jesús.
Consagrarse significa reservarse.
Consagrarse al Corazón de María y al
Corazón de Jesús significa colocarse en sus
corazones, vivir la vida desde el interior de
sus corazones. Significa amar su Amor, orar
su Oración, hablar su Palabra, pensar en su
Pensamiento.
Corazón aquí significa alma, cuerpo y
mente unidos. Por lo tanto estar en su cora-
zón significa vivir de Ellos. Y esto, ¿cómo es
esto posible? María también se hizo esta pre-
gunta (Lc 1, 34) y la respuesta que le dio el
Ángel vale también para nosotros; el Espíritu
Santo descenderá sobre nosotros y hará posi-
ble lo que es humanamente imposible.
Pidamos este don al Espíritu Santo; pidá-
moslo con fe, con esperanza, con amor; pidá-
moslo con fuerza. En el fondo ésta es su
misión. El Espíritu genera la vida, realiza en
el Amor la Voluntad del Padre. Él que ha tra-
ído a Dios en una criatura humana, en María,
nos llevará a nosotros al Corazón de María y
al Corazón de Jesús, suscitando así la vida
nueva
, es decir, nuestra vida en Dios y al
mismo tiempo la Vida de Dios en nosotros.
La vida ya no será una sucesión de días
y de estaciones sino existencia liberada del
agravio del tiempo; ya no será esclava de la
caducidad sino libre en Dios, ya no estará
condicionada por las leyes físicas sino
embargada por su Amor. Así es como se
abrirá para la humanidad esa civilización del
Amor
a la que nos llama nuestro gran Papa.
Ésta no es algo opcional pues aparece cada
vez con mayor claridad que sin ella el
mundo se precipitará en la autodestrucción.
La consagración a María y a Jesús no es un
gesto aislado, un acto que se realiza una sola
vez; como es vida en Jesús y María, debe
desarrollarse, crecer, día tras día. Sólo así
seréis cada día más míos y os animaréis
los unos a los otros cada vez más a la san-
tidad.
Sí, el fruto de la consagración vivida
día tras día es la santidad, que significa ser
definitivamente de Dios y en Dios, y en esta
subida no habrá lugar para el abuso o la
envidia, más bien nos exhortaremos y nos
animaremos unos a otros; la santidad del
hermano me ocupará tanto como la mía
propia. Así la alegría reinará en vuestros
corazones y seréis portadores de paz y de
amor.
Paz, amor y gozo son expresiones de la
vida en Dios y son inequívocas. El mundo
también parece darnos estos dones, pero en
realidad son una parodia de aquellos que
son consecuencia de la santidad. En Dios,
paz, amor y gozo no son aspectos de la vida,
son la Vida misma, son Jesús. Permaneced
en mí y Yo en vosotros
(Jn 15, 4). Os dejo mi
paz, os doy mi paz
(Jn 14, 27). Os he dicho
esto para que mi alegría esté en vosotros y
vuestro gozo sea pleno. Éste es mi manda-
miento: que os améis unos a otros como Yo
os he amado
(Jn 15, 11-12). La santidad no
es imitar a Jesús en alguna de Sus virtudes,
es acogerlo sin reservas; ni siquiera la con-
ciencia de nuestro pecado debe ser una
reserva y obstáculo para acogerlo.
Despojados de todo, de nuestros peca-
dos y de las virtudes, de las dudas y de los
miedos, de las certezas de fango y de las
precauciones fundamentadas en la sabiduría
mundana, habrá en nosotros lugar para el
Espíritu Santo y seremos, en la alegría,
portadores de paz y de amor.
Nuccio Quattrocchi
Mensaje de María del 25 de junio de 2004:
“¡Queridos hijos! También hoy hay
gozo en mi corazón. Deseo agradeceros por
hacer que mi plan sea realizable. Cada uno
de vosotros es importante, por eso hijitos,
orad y alegraos conmigo por cada corazón
que se ha convertido y que ha llegado a ser
un instrumento de paz en el mundo. Los
grupos de oración son fuertes, y a través de
ellos puedo ver, hijitos, que el Espíritu
Santo obra en el mundo. ¡Gracias por
haber respondido a mi llamada!”
Los grupos de oración
son fuertes
Cuanto más el Espíritu Santo encuentra
a María, su querida e indisoluble Esposa, en
un alma, se hace más operativo y potente
para formar a Jesucristo en este alma y este
alma en Jesucristo
(Tratado de la verdadera
devoción a María de San Luis María de
Montfort, 20). Ésta es, según la tradición de
la Iglesia Católica, la misión confiada a
María. Jesús entonces, viendo a su madre y
junto a ella al discípulo a quien amaba, dice
a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”.
Luego dice al discípulo: “Ahí tienes a tu
madre”.
(Jn 19, 26-27). Y es una llamada
doble; no compromete sólo a María sino
también al discípulo amado, Juan, y en él a
toda la humanidad.
El proyecto de María no es más que la
última voluntad del Hijo recogida a los pies
de la Cruz. Como en Lourdes, como en
Fátima, como desde la primera comunidad
de los Apóstoles, como siempre, desde
entonces, María actúa para traer al mundo a
Dios y obra por medio de sus hijos. Deseo
agradeceros por hacer que mi plan sea
realizable.
En Medjugorje, quizás más que en otros
lugares, se nos invita a una fe especialmente
pura y profunda que consienta el abandono
total a Dios. Ciertamente, no es una invita-
ción novedosa en la historia de la Iglesia, lo
nuevo es el hecho que en Medjugorje esta
invitación se dirige a las masas, no está
reservada a unas pocas almas. En esta llama-
da general - que recuerda la invitación al
banquete de bodas (Mt 22, 1-14) - hay como
una urgencia, casi una petición de actuar
rápidamente, de no demorarse más, y al
mismo tiempo conlleva una espera prolonga-
da para que el máximo número de gente
encuentre refugio en la Nueva Arca. Sin
miedo, con la alegría de María en el corazón
- hoy hay gozo en mi corazón – tomémonos
en serio sus invitaciones. En Ella, la nueva
Arca, aprenderemos a abandonarnos en Dios
para poder conocer el Amor del Padre, amar
y desear su voluntad, experimentar la paz
que Jesús nos ha traído y nos ha dejado.
Ella nos da las gracias porque hacemos
posible su proyecto, porque acogemos a
Jesús en el alma, en el corazón, en la mente,
en nuestra vida. ¿Qué debemos decir noso-
25 de junio
Aniversario de las apariciones
El milagro de Medjugorje
es “una presencia”
Julio - agosto 2004 - Editado por: “Eco de Maria”, C.P.
27 31030 Bessica (TV)
(Italia) Tel/ fax (39) 0423.470331
A. 20 N° 7-8 - Esp. Ab. Post., art. 2, com. 20/c, leg. 662/96 filial de MN - Autor. Trib. MN: 8.11.86
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tros? ¿Cómo darle las gracias a Ella? Orad
y alegraos conmigo por cada corazón que
se ha convertido y ha llegado a ser un ins-
trumento de paz en el mundo.
Ésta es la
manera de decirle gracias. Orar para perma-
necer en comunión con ella y con Dios, ale-
grarnos por haber encontrado la perla perdi-
da
, el Paraíso perdido. Estamos llamados a
vivir el Amor, a experimentar la paz y la ale-
gría, a dar un testimonio concreto en la vida
de cada día. Las pruebas de la vida, del
sufrimiento, del dolor, de la traición, de las
humillaciones, de la enfermedad, de la
muerte no desaparecerán. Pero en todo esto
salimos más que vencedores gracias a Aquél
que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la
muerte ni la vida ni los ángeles ni los prin-
cipados ni lo presente ni lo futuro ni las
potestades ni la altura ni la profundidad ni
otra criatura alguna podrá separarnos del
amor de Dios manifestado en Cristo Jesús
Señor nuestro.
(Rm 8, 37-39). Andamos
como corderos en medio de lobos sin armas,
sin equipaje, llevando como don la paz que
puede ser acogida o rechazada, pero que no
se pierde porque en caso de rechazo volverá
a nosotros (Lc 10, 3-6).
Los grupos de oración son fuertes por
la presencia y la acción del Espíritu Santo. Si
dos de vosotros se ponen de acuerdo en la
tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo
conseguirán de mi Padre que está en los cie-
los. Porque donde están dos o tres reunidos
en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos
(Mt 18, 19-20). ¡Cuánto más vale esto si los
grupos piden cumplir la voluntad de Dios!
N.Q
La Reina de la Paz,
¿oscurantista
o al paso con los tiempos?
Me ha impactado especialmente el tema
de la reciente Jornada de las Comunica-
ciones Sociales,
querida por el Santo Padre,
en su 23ª edición, con el sugerente título:
“Los medios de comunicación en la fami-
lia, un riesgo y una riqueza
.
Me han venido a la mente los mensajes
de la Reina de la Paz en Medjugorje, en
los que invita a las familias a apagar el tele-
visor para dar lugar al diálogo y a la ora-
ción: “Queridos hijos, esta Cuaresma es
para vosotros un estímulo para cambiar de
vida. Comenzad enseguida: apagad el tele-
visor, renunciad a todas las cosas inútiles”
(mens. 13.2.86).
Estos mensajes, en un primer momento
me maravillaron: ¿es posible que la Virgen
venga del cielo para decirnos que apague-
mos el televisor? ¿Es posible que este
medio que está presente en todas las casas,
conquista de nuestra civilización, sea tan
dañino que haya que apagarlo? ¿No son un
poco “oscurantistas” estos mensajes? ¿Es
necesario llegar a estos extremos?
Pero cuando leo el mensaje del Papa
para la Jornada de las Comunicaciones
Sociales de este año, me doy cuenta de la
razón que tiene la Virgen María. Así, desde
este punto de vista, la suya es una presencia
profética, que nos ayuda a leer los fenóme-
nos de nuestro tiempo y nos ofrece solucio-
nes más adecuadas.
El Papa reconoce que gracias a la televi-
sión y a los nuevos sistemas de comunica-
ción las familias de hoy, hasta las más
modestas, pueden acceder desde sus casas
“a las oportunidades casi ilimitadas de
información, a nuevas formas de educación
y de enriquecimiento cultural e incluso de
crecimiento espiritual”. Yo mismo puedo
testimoniar la utilidad de la televisión, que
me permite desde hace muchos años, en una
cadena privada, comentar el Evangelio del
domingo.
Pero el Santo Padre también dice clara-
mente, sin miedo de parecer oscurantista,
que “estos mismos medios pueden acarrear
graves daños a las familias, porque presen-
tan una visión inadecuada e incluso distor-
sionada de la vida, de la familia, de la reli-
gión y de la moralidad”.
¿Pero qué tienen tan peligroso estos
medios de comunicación? Ciertamente la
Juan Pablo II
¡Jóvenes de Suiza,
poneos en camino!
Con estas palabras Juan Pablo II conclu-
yó su discurso a los 14 000 jóvenes reunidos
el pasado 5 de junio en el Palacio de Hielo
de Berna, en el Encuentro Nacional de los
Jóvenes Católicos de Suiza
con su amado
Papa. “El Señor camina con vosotros” les
asegura, exhortándoles a superar la infinita
serie de contrariedades que hoy los jóvenes
encuentran en su vida: “si os dejáis llevar de
la desesperación, si los espejismos de la
sociedad de consumo os seducen y os alejan
de la verdadera alegría enredándoos en pla-
ceres pasajeros, si la indiferencia y la super-
ficialidad os envuelven, si ante el mal y el
sufrimiento dudáis de la presencia de Dios y
de su amor a toda persona, si buscáis saciar
vuestra sed interior de amor verdadero y
puro en el mar de una afectividad desorde-
nada. Precisamente en esos momentos,
Cristo se acerca a cada uno de vosotros y os
dirige la palabra que sacude y despierta:
“¡Levántate!”
.
Su grito a los jóvenes es siempre potente
y confiado: el Santo Padre sabe que los jóve-
nes lo aman y creen en él, en su coherencia
fiel a la Verdad, demostrada sobre todo en
los momentos de grandes riesgos para la
humanidad, cuando Juan Pablo II no ha
temido enemistarse con los “poderosos”
de la tierra para defender la paz y la equi-
dad;
cuando en un mundo entretejido de
compromisos y de alianzas turbias, ha teni-
do la valentía en su frágil ancianidad de ele-
varse por encima de todo y de todos e indi-
car el único camino que lleva al bien: el de
Cristo. “Es Jesús mismo, el Verbo de Dios
encarnado, quien está delante de vosotros.
Él es la luz verdadera que ilumina a todo
hombre
(Jn 1, 9), la verdad que nos hace
libres (cf. Jn 14, 6), la vida que el Padre nos
da en abundancia (cf. Jn 10, 10) – continúa
el Pontífice - El cristianismo no es un simple
libro de cultura o una ideología; y ni siquie-
ra es sólo un sistema de valores o de princi-
pios, por más elevados que sean. El cristia-
nismo es una persona, una presencia, un
rostro: Jesús
, el que da sentido y plenitud a
la vida del hombre”.
En una Suiza fragmentada en su pro-
pia fe, incluso en el interior de la Iglesia
Católica,
donde a menudo es difícil perma-
necer íntegro frente a los duros ataques con-
tra la doctrina promovida por el ministerio
petrino, los jóvenes han tenido la audacia
de invitar al Papa,
desafiando así todas las
corrientes extremistas – ya sean las excesi-
vamente conservadoras, ya sean las que apo-
yan un liberalismo radical – que intentan de
todos los modos desanimarlo.
“También yo, como vosotros, he tenido
veinte años”, confía amigablemente el Papa,
“me gustaba hacer deporte, esquiar, decla-
mar. Estudiaba y trabajaba. Tenía deseos e
inquietudes. En aquellos años, ya lejanos, en
tiempos en que mi patria se hallaba herida
por la guerra y luego por el régimen totalita-
rio, buscaba dar un sentido a mi vida. Lo
encontré siguiendo al Señor Jesús”.
Estas palabras, escuchadas por miles de
corazones exultantes, intentaban animar a
los jóvenes suizos a eliminar prejuicios,
esquemas o también peligrosos anticonfor-
mismos que condicionan a las generaciones
más ancianas: “Esta es la segunda invita-
ción que te dirijo: “¡Escucha!
”. No te can-
ses de entrenarte en la difícil disciplina de la
escucha.
Escucha la voz del Señor, que te
habla a través de los acontecimientos de la
vida diaria, a través de las alegrías y los
sufrimientos que la acompañan, a través de
las personas que se encuentran a tu lado, a
través de la voz de tu conciencia, sedienta de
verdad, de felicidad, de bondad y de belleza.
Si abres tu corazón y tu mente con dispo-
nibilidad, descubrirás “tu vocación”, es
decir, el proyecto que Dios, en su amor, desde
siempre tiene preparado para ti. Después de
casi sesenta años de sacerdocio, me alegra dar
aquí, ante todos vosotros, mi testimonio: ¡es
muy hermoso poder consumirse hasta el final
por la causa del reino de Dios!
Quiero hacer una tercera invitación:
joven de Suiza, “¡Ponte en camino!. No te
limites a discutir; no esperes para hacer el
bien las ocasiones que tal vez no se presen-
ten nunca…”
El domingo 6 de junio, Solemnidad de
la Santísima Trinidad, el auditorio era
mucho más amplio: 70.000 eran las perso-
nas reunidas en la explanada del Allmend de
Berna para participar en la solemne
Concelebración Eucarística. “¿Quién es la
verdad? Ésta es la pregunta que se plantea
también el hombre del tercer milenio.
Queridos hermanos y hermanas, no pode-
mos callar la respuesta, porque nosotros la
conocemos. La verdad es Jesucristo, que
vino al mundo para revelarnos y donarnos el
amor del Padre. ¡Estamos llamados a testi-
moniar esta verdad con la palabra y sobre
todo con la vida!”
El Santo Padre no ha dado reglas doctri-
nales a los fieles suizos, sino sólo el rostro
vivo de Cristo, que él tiene estampado en sus
ojos y en aquel cuerpo sufriente al que no le
ahorra ni aún ahora las agotadoras citas
internacionales.
El último pensamiento es como siempre
para María: “Me gustaría ir en peregrinación
espiritual a muchos de los Santuarios e igle-
sias, que también en Suiza están dedicados a
María. A la Virgen Santa encomiendo el
pueblo suizo
. A María quisiera encomendar-
le, de modo especial, la juventud de Suiza, a
la que el Papa mira con afecto y gratitud. En
efecto, desde hace cinco siglos, los jóvenes
de este país aseguran al Sucesor de Pedro y
a la Santa Sede el valioso y apreciado servi-
cio de la Guardia suiza pontificia.
Que la santísima Virgen ayude, por
último, a vuestra nación a conservar la
armonía y la unidad
entre los diversos gru-
pos lingüísticos y étnicos que la componen,
valorando la aportación de cada uno”.
Redacción
2
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Nosotros,
vasijas de barro
Henchida de la vida que ya no puede
contener, la tierra estalla ahora con genero-
sidad, animando improvisadamente lo que
quieto, hacía inmóvil el invierno.
¿Dónde estaban ocultos aquellos colo-
res, pálidos o intensos, que ahora manchan
los prados, embriagándolos con su perfume?
¿Dónde yacían plegados, los pétalos de esta
rosa que ahora se distienden libremente,
abrazándose uno a otro con placer y elegan-
cia? ¿Cómo conseguía aquel ramo, adorme-
cido y de apariencia seca, envolver todos
aquellos racimos de acacias que ahora col-
gados, endulzan el aire y revisten la madera
como si fuera una esposa?
Basta con abrir un poco más la mirada en
estos días de primavera, para mirar más allá
de ese misterio que a menudo damos por
supuesto, pero que en cambio nos revela
cada día nuevos secretos. La naturaleza es
el mejor libro sobre el que leer el rostro de
Dios.
En cada estación ésta se expresa de
una manera distinta, movida por una
Sabiduría que lleva cada cosa a madurar, en
perfecta armonía con las demás. Todo es
puntual y responde obediente a los impulsos
del tiempo, misteriosamente sincronizado
con lo que cada criatura lleva ya escrito en
sí: las leyes que regulan su crecimiento y
que la llevan a plenitud de vida.
Así, como si lo hubieran premeditado,
miles de amapolas se despliegan ahora jun-
tas, inflamando el lado de la colina fronteri-
za mientras las espigas, aún jóvenes pero ya
largas, pintan de plata la superficie del
campo cercano (un extraño, inusual efecto:
casi parece que la noche haya olvidado por
equivocación su rociada). Y también, los
trenzados de ramas con las arquitecturas
perfectas de hojas, y las alas de los pájaros,
en misteriosos equilibrios de líneas y de
espesores que las hacen ligeras y al mismo
tiempo poderosas…
Sentada en la capillita de mi convento
en una aurora de fin de mayo, desde la ven-
tana que está junto al tabernáculo abierto
veo llegar el alba; y como si fuese un juego
de espejos constato cómo dos soles, ambos
fuentes de vida, de luz y de calor, se reflejan
uno en el otro: uno es la criatura y el Otro,
su Creador.
Es precisamente en este espacio que los
separa donde el alma debe buscar la res-
puesta a tanta belleza y perfección. No es
sólo un hecho de ciencia o de arte, es un
hecho de amor que se expande desde el
corazón de Dios y se manifiesta a nosotros
en la creación. Justamente aquí, ante la
Eucaristía, las preguntas se transforman
en silencio, en admiración, en gratitud y
reciben claridad.
En este Dios que está delante de mí, mis-
teriosamente escondido en un trozo de pan,
está asumida toda existencia, que parte de Él
y a Él vuelve, porque en Dios están conteni-
dos cada nacimiento y cada muerte, cada
forma y cada sustancia… Es aquí que el azul
del cielo, extendido más allá del cristal, se
imprime en mi alma y la serena, la reasegu-
ra, la conforta.
A medida que escribo, el sol me envuel-
ve con su luz, transformando en día lo que
hace poco era sólo tiniebla. A medida que
oro, Jesús eucarístico me va dando de lo
suyo, llenando lo que en mi despertar apare-
culpa no es de los instrumentos, sino del uso
que se hace de ellos. Hoy las comunicacio-
nes sociales, los medios de comunicación, se
han convertido en un recurso fácil para
ganar dinero o para medrar; cosas que sabe-
mos no son de Dios sino del mundo y, en
última instancia, del diablo. Y él, como hizo
desde el principio con nuestros padres, se ha
metido en el ciclo de la comunicación para
propagar sus mentiras y engaños.
Hoy, a través de la televisión y de los
otros medios de comunicación, el mundo y
el demonio hacen su “catequesis” veinti-
cuatro horas al día,
día y noche; y la media
de los que reciben esta catequesis, creyentes
incluidos, es de tres a cuatro horas al día.
¿Qué podrá hacer el sermón dominical o
la catequesis parroquial, cada vez más aban-
donada, frente a este “verbo” mentiroso que
entra poco a poco en los ojos, en la mente y
en el corazón? El daño más grave de los
medios es precisamente éste, si no se usan
con espíritu crítico o, mejor, con espíritu de
fe: sustituyen el pensamiento de Dios con el
pensamiento del hombre o las sugestiones
del demonio y crean una mentalidad difusa
sin Dios o contra Él.
Esto no quita ningún valor a la Palabra
de Dios verdadera y eterna, no disminuye la
necesidad de la predicación, por “necia” y
débil que sea; sino que más bien nos pide a
todos, especialmente a las familias, un
nuevo tipo de vigilancia y abre un nuevo
frente de lucha contra las insidias del
Maligno. Nadie, pues, puede sentirse seguro
y quien está en pie vigile de no caerse.
Porque nosotros no conocemos todos los
mecanismos de la comunicación; no siempre
estamos suficientemente informados para
saber cuál es realmente la verdad. Además la
TV es una especie de caballo de Troya; entra
furtivamente en la casa y se adueña de ella
fácilmente: impide el diálogo, te distrae y te
hace perder tiempo, te hace dependiente de
ella y en los momentos de cansancio, cuan-
do crees que te relajas, al contrario, te haces
más vulnerable. Eso ocurre a todos, sacerdo-
tes incluidos, si es verdadero el amargo tes-
timonio del viejo párroco que, tras una vida
en la que había luchado por la pureza y la
castidad sacerdotales, se sentía amenazado
por aquel medio, que hacía entrar en la
parroquia muchas cosas que, hasta entonces,
él había intentado mantener alejadas.
En una de mis peregrinaciones a
Medjugorje, quedé sorprendido al oír que el
padre de Jelena había hecho desaparecer el
televisor de su casa; pero ahora comprendo
la razón que tenía y lo sabias que han sido
siempre las recomendaciones de la Virgen:
¡apagad el televisor!
Entonces ¿qué hay que hacer? Creo
que no hay una regla para todos los casos. El
Papa nos da algún criterio: “La comunica-
ción, en cualquiera de sus formas, debe
inspirarse en el criterio ético del respeto a
la verdad
y de la persona humana”, o bien
“la estatura moral de las personas crece o se
reduce en función de las palabras y de los
mensajes que eligen escuchar”.
Palabras y mensajes que entran o salen
del corazón: para las cuales resultan sacro-
santas las palabras de Jesús: “El hombre
bueno de su tesoro saca cosas buenas, mien-
tras que el hombre malo de su tesoro malo
saca cosas malas”
(Mt 12, 35); o su reco-
mendación más general, buena para todos,
también en este caso, respecto del mensaje
de su Vicario: ¡quien tenga oídos para enten-
der, que entienda!
Don Nicolino Mori
cía vacío y sin sentido. No tengo que hacer
nada, sólo permanecer así, abandonada; y
mientras en esta parte del mundo los hom-
bres están abriendo sus ojos, dejo que Dios
se ocupe del mundo que llevo en mí: de mi
pasado y de mi presente, de las personas que
me quieren y de las que me piden ayuda, de
los hechos de ayer y de los proyectos de
hoy… Todo aparentemente inmóvil y sin
embargo todo en movimiento, animado
por una vida invisible
que brota incesante-
mente del seno de la Trinidad Santísima, que
lo genera todo, lo une todo, todo lo atrae a sí.
Como en una danza, como en un corro.
Dentro de pocos días es Pentecostés. Ya
se siente en el aire. Espera paciente y, al
mismo tiempo, una gran impaciencia se
alternan en mi interior, con la certeza que el
Espíritu de santidad hará de los hombres una
primavera, extrayendo de cada alma aquel
potencial de vida y de belleza que cada uno
lleva en sí mismo y que yace, somnoliente,
en el fondo de cada uno de nosotros.
Al igual que la tierra se tiñe de frutos y
de colores, de aromas y sabores, también
nosotros podemos teñir lo que nos rodea si
dejamos que el Espíritu Creador se exprese
en nosotros. Nuestros cuerpos, como cofres
valiosos, no siempre son conscientes del
tesoro que contienen; “vasijas de barro”,
sugiere san Pablo “para que quede de mani-
fiesto que esta fuerza extraordinaria viene
de Dios y no de nosotros”
(cfr 2Cor 4, 7-12).
El hálito de Dios que “aleteaba sobre las
aguas” (cfr Gen 1, 2) quiere continuar su
acción creadora, en nosotros y a través de
nosotros. Como si fuésemos instrumentos de
viento, Él desea atravesarnos con su soplo
para que en el mundo suene una melodía
nueva; de cada uno brota un sonido distinto
porque cada forma es original. Pero el soplo
es único: es el del Maestro, que nos anima y
nos armoniza para hacer de nuestra vida y de
nuestra comunión una sinfonía vibrante.
Abiertos interiormente a la vida, que fluye
libremente de nuestro ser y se derrama allá
donde estemos, nos sorprenderemos al ver
tanta abundancia y variedad y nos pregunta-
remos, estupefactos: ¿dónde se escondía en
mí tanta belleza?
Stefania Consoli
3
Eco 176
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Podría titularla así: ¡abandono! Sin
embargo soy feliz, porque he compren-
dido cuál es mi vocación.
Yo, por un plan de amor del Señor, exis-
to para gritar a los que tienen salud: “No
tenéis derecho de guardarla para vosotros, la
tenéis que entregar a quien no la tiene, si no,
la salud se marchitará en el egoísmo y no os
dará la felicidad”.
Yo existo para gritar a los que se abu-
rren: “las horas en las que os aburrís… son
horas que faltan a alguien que necesita afec-
to, cuidados, compañía; si no regaláis esas
horas, éstas se marchitarán y no os darán la
felicidad”.
Yo existo para gritar a los que viven de
noche y van de una discoteca a otra: “Esas
noches, sabedlo, faltan, faltan dramática-
mente a muchos enfermos, a muchos ancia-
nos, a muchas personas solas que esperan
una mano que enjuague una lágrima: esas
lágrimas os faltan también a vosotros, por-
que son la semilla de la alegría verdadera!
Regalad las noches que malgastáis inútil-
mente, pues de otro modo serán la tumba de
vuestra felicidad”.
Yo miraba a la enferma, que hablaba
desde su púlpito autorizado, ¡el púlpito
del dolor!
No me atrevía a decir nada, por-
que todo era estupenda y dramáticamente
verdadero. La enferma añadió: “Padre, ¿no
es bella mi vocación?” Respondí bajando la
cabeza: ¡estaba de acuerdo!
Mons. Angelo Comastri
(extraído de Dios es amor)
Las personas más
importantes del mundo
Un día le pedí a Dios poder conocer las
personas más importantes del mundo, para
poder aprender de ellas, para poder ser
como ellas; pensaba que con el dinero, la
fama y mi habilidad podría hacer grandes
obras y quizás agradables al Señor. ¿Por qué
iba a contentarme con poco? En mis necias
oraciones todo era perfecto, todo estaba
decidido, el programa de mi vida estaba
claro, ¿por qué razón el Señor me iba a decir
que no? El Señor no dejó de escucharme y
sin darme cuenta de nada me vi transfor-
mado en un camillero en un tren que iba
a Lourdes.
A pesar de mi entusiasmo me sentía
como un extraño, ¿qué hacía yo allí? Las
miradas de los enfermos me atravesaban el
corazón, no lograba mirarlos a la cara ni
conseguía ayudarlos. Me estaba evadiendo.
Cuando llegué al hospital vi que todos
entraban dentro de una sala para cuidar de
los enfermos, y así es como yo me quedé
solo en el pasillo, recé insistentemente al
Señor para que me diese la fuerza pero esta-
ba como petrificado.
¿A quién me iba a encontrar? ¿Qué tenía
que hacer? ¿Qué iba a poder hacer yo?
Quedaba sólo una habitación en la que nadie
había entrado y me decidí a entrar… apenas
traspasaba la puerta oí: “es la primera vez
que vienes aquí, ¿verdad? ¿Cómo te lla-
mas?” Los ojos de aquella mujer brillaban
de alegría. Luego me preguntó: “para ti,
¿qué es el sufrimiento?”
; no sabía qué
decirle, en mi interior la veía como la nega-
ción de la felicidad y de la vida. Veía que
ella sufría pero al mismo tiempo estaba fas-
cinado por sus ganas de vivir y aunque
hubiera pasado 40 años de su vida en el
dolor no conseguía disimular su felicidad.
No iba a Lourdes buscando el milagro sino
que iba cada año a agradecer la cruz que
había recibido,
aquella cruz que la hacía
vivir cada día y que abrazaba con amor. El
sufrimiento era para ella la gracia más
grande y era celosa de él,
tanto que nunca
hubiera querido cambiar su condición física.
En su calvario no ha confiado nunca en sí
misma sino que pedía continuamente la
fuerza a Dios para ir adelante y cuanto más
su cuerpo quedaba postrado en la cama, más
se daba cuenta que sólo podía entregar su
sufrimiento.
Antes de despedirnos me regaló una ora-
ción que había escrito: “Alabada seas Reina
del cielo, Madre gloriosa de los más afligi-
dos, tú sola sabes dar la fuerza con amor de
madre. Danos el consuelo y sabremos acep-
tar con serenidad, siempre confiados en tu
corazón, hasta los sufrimientos más fuertes,
sabiendo ofrecerlos a tu hijo Jesús glorioso
tal como Él los ofreció al Padre por nuestra
salvación”.
Se ofrecía a sí misma todos los
días y todas las noches como cordero
inmolado por la salvación de las almas.
En comparación con lo que yo la ayudé
materialmente, lo que ella me ha dado es
mucho más grande y noble, me ha desperta-
do del sueño, sacudiendo mi alma y ha
hecho que mire la vida con otros ojos. El
Señor una vez más ha tenido misericordia
de mí poniéndome frente a una persona que
a los ojos del mundo era sólo un enfermo sin
esperanza en espera de la muerte. “Te ben-
digo, oh Padre, Señor del cielo y de la tie-
rra, porque has escondido estas cosas a los
sabios e inteligentes y las has revelado a los
pequeños”.
Solamente ahora comprendo que el
Señor escuchó mis oraciones, me hizo
conocer las personas más importantes del
mundo, aquellas de las que iba a apren-
der
e imitar y quizás hacer más. Yo no he
sido el único; muchísimas otras personas
han empezado a vivir de nuevo bebiendo
gratuitamente del amor que Vera transmitía:
con su sacrificio ha llevado a muchas almas
al Señor y sus frutos se han multiplicado. En
el misterio del ofrecimiento estaba encerra-
do su tesoro y ella lo distribuía a manos lle-
nas a nosotros pobres y enfermos para que
redescubriésemos nuestra vida y pudiése-
mos hacer lo mismo.
Todo lo que he escrito ha sido la expe-
riencia que marcó mi conversión y aún
hoy la recuerdo con alegría; en aquel
encuentro me parece haber vivido lo que le
ocurrió a San Francisco cuando besó al
leproso (en aquel tiempo no sabía nada de
San Francisco). Al volver de Lourdes seguí
visitando a Vera a pesar de la gran distancia
que nos separaba, pero esto no disminuía
nuestra amistad, y cada encuentro era siem-
pre una gran fiesta. Cuando al año siguiente
conocí a mi futura prometida, fuimos juntos
a casa de Vera y también ella descubrió el
amor al conocerla. A fin de año decidimos ir
solos a Medjugorje y al volver, fuimos
enseguida a casa de Vera pero nadie respon-
día al timbre, al cabo de un poco bajó un
niño y con la serenidad de un ángel dijo:
“¡pero si Vera ha muerto!”. Desde entonces
nuestro camino de prometidos siguió cre-
ciendo bajo el sol del ofrecimiento
y el
Señor ha querido que en Medjugorje encon-
trásemos a los hermanos y hermanas de la
comunidad “Kraljice Mira”, que están lla-
mados a ofrecer la propia vida a través de un
ofrecimiento incondicional, libre y total, por
amor de Dios y de los hombres. Con ellos
estamos redescubriendo y profundizando en
este camino del ofrecimiento que Vera nos
había mostrado con su propia vida y ahora
nos toca a nosotros, hoy, ser como ellos cor-
deros inmolados.
Alessandro Macinai
En el mes de junio del año 2001 tuve un
encuentro inolvidable. Eran las diez de la
noche: acabábamos de terminar la oración
de la tarde y la plaza del Santuario de Loreto
se animaba con voces, saludos, sonrisas y
“buenas noches”. Me acerco a una cuna,
pero no veo un niño sino una mujer adulta,
un cuerpo pequeñísimo (¡58 centímetros!)
con un rostro espléndidamente sonriente.
Tiendo la mano para saludar, pero la
enferma me responde gentilmente: “Padre,
no puedo darle la mano, porque podría frac-
turarme los dedos: padezco osteogénesis
imperfecta y mis huesos son fragilísimos. Le
ruego me disculpe”.
No había nada que disculpar. Me quedé
fascinado por la serenidad y la dulzura de la
enferma y quise saber algo más sobre su
vida. Me dijo: “Padre, debajo de la almoha-
da de mi cuna hay un pequeño diario. ¡Es mi
historia! Si tiene tiempo, puede leerla”.
Cogí las hojas y leí el título: ¡Feliz de
vivir! Mis ojos volvieron a mirar aquel mis-
terio de alegría crucificada
y pregunté:
“¿Por qué eres feliz de vivir? ¿Puedes avan-
zarme algo de lo que has escrito?” La res-
puesta que doy a muchos educadores y a
todos los que aman verdadera y lealmente a
los jóvenes: “Padre, usted ve mi condi-
ción… ¡pero lo más triste es mi historia!
“Yo existo para gritar…”
Queridos enfermos,
el rosario da la respuesta cristiana al
problema del sufrimiento: la toma del
misterio pascual de Cristo. Quien lo
reza, recorre con María todo el itinera-
rio de la vida y de la fe, itinerario del
que forma parte integrante el sufri-
miento humano, que en Cristo se trans-
forma en sufrimiento divino-humano,
en pasión salvífica.
En los misterios dolorosos se contem-
pla a Cristo que carga sobre sus hom-
bros, por decirlo así, todas las "enfer-
medades" del hombre y del género
humano. Como Cordero de Dios, no
sólo asume sus consecuencias, sino
también su causa profunda, es decir,
no sólo los males, sino también el mal
radical del pecado. Su lucha no es
superficial, sino radical; su curación
no es paliativa, sino completa.
La fuerza por medio de la cual Cristo
ha vencido el dominio del mal y ha
curado al hombre es el abandono con-
fiado en actitud de sumisión filial a la
voluntad del Padre. Esa misma actitud
la tenemos nosotros, gracias al Espíritu
Santo, cuando, en la experiencia de la
enfermedad, recorremos con María la
senda de los misterios dolorosos.
JUAN PABLO II
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¡El “tiempo nuevo”
depende también
de nosotros!
Una gran mística francesa, Filiola, reci-
bió una gracia muy rara: Jesús metió Su
Corazón en el corazón de ella, permitiéndo-
le experimentar las alegrías y los dolores del
Cristo. En su libro la mujer escribe el pro-
fundo sufrimiento que experimentaba cada
vez que Jesús le mostraba el mal realizado
en la Iglesia, entre los “elegidos”. Ella sufría
hasta la agonía. La misma agonía de Cristo
en Getsemaní. Con palabras sencillas (no
había ido a la escuela) gritaba a Jesús su
dolor, suplicándole que tuviera misericordia
del mundo.
Afortunadamente, vio también a los que
construían lo que Jesús llamó “la Iglesia de
Luz”. La belleza de estas visiones y de estas
realidades futuras la llenaban de gozo (el flo-
recimiento de la Iglesia de Luz es sin duda lo
que la Gospa llama “El Tiempo Nuevo”, en
el mensaje del 25 de octubre de 2000:
“Queridos hijos, hoy deseo abriros mi cora-
zón materno y os invito a todos a orar por
mis intenciones. Con vosotros deseo renovar
la oración e invitaros al ayuno que deseo
ofrecer a mi Hijo Jesús por la llegada de un
Tiempo Nuevo, un tiempo de primavera. En
este año jubilar, muchos corazones se han
abierto a mí. La Iglesia se está renovando en
el Espíritu. Me alegro con vosotros y doy
gracias a Dios por este don y os invito hiji-
tos: orad, orad, orad hasta que la oración se
convierta en gozo para vosotros. Gracias
por haber respondido a mi llamada”).
Filiola estaba dispuesta a soportar
cualquier sufrimiento, con el fin de que
esta Iglesia de Luz surgiese en pleno esplen-
dor y abriese sus puertas a todos los hijos
hoy perdidos. Como Martha Robin, cuya
causa de beatificación evoluciona en Roma,
Filiola vio que llegaba un Nuevo
Pentecostés de Amor tras un periodo de pu-
El milagro de Medjugorje
Muchos somos testigos de este “mila-
gro”, y quizás no siempre somos conscientes
de su valor específico. Por ello es bueno dar
el nombre justo a lo que ya desde hace 23
años
ocurre en el pequeño pueblo de Bosnia
Herzegovina y que ha cam-
biado la vida de miles de
personas. Ciertamente no
nos referimos a las curacio-
nes milagrosas que han teni-
do lugar allí (también impor-
tantes), o a los acontecimien-
tos extraordinarios, sino a
una realidad extraordinaria
que se ha hecho “ordinaria”
precisamente por la cotidia-
neidad de las visitas de la
Reina de la Paz.
Como cada 25 de junio –
Aniversario de las apari-
ciones –
estamos invitados a
reflexionar con más atención
sobre el profundo significa-
do de esta prolongada pre-
sencia de María en la tierra.
Una permanencia insólita
para la humanidad: nunca
había sucedido antes, a pesar
de que las apariciones de la
Madre de Dios en el pasado
habían sido numerosísimas.
Y quizás no volverá a ocurrir
nunca más.
Quien “ha creído” sabe
bien que Medjugorje es un
capítulo muy importante en el libro de la
Salvación:
páginas de una historia a menu-
do incomprendida, combatida, juzgada, hos-
tigada y criticada, incluso por quien en la
Iglesia debería protegerla y promoverla.
Pero también esta “historia de Medjugorje”
es muy amada, favorecedora de una paz que
el mundo hoy cuando menos necesita.
Es amada por quien en aquella tierra
pedregosa y sin atractivos se ha encontrado
a sí mismo y el sentido de la propia vida. Es
amada por quien en Medj. ha recuperado la
valentía de ser un testimonio audaz de la fe
en la sociedad incrédula e indiferente. Es
amada por quien había perdido su dignidad
por depender de esclavitudes, y ahora ha
recuperado la libertad de hijo de Dios.
Hombres y mujeres que se han dejado
interpelar por la Gracia, y que han aceptado
cuestionarse a sí mismos, decidiendo aban-
donar las seguridades falsas que el mundo
ofrece, para abrirse a un camino más lumi-
noso. No siempre fácil, no siempre cómodo;
pero siempre salvífico.
El milagro de Medjugorje es pues “una
presencia”: la de una Madre purísima que
continúa generando la respuesta en los
corazones de sus hijos. Es la visita de
Aquella que hizo de su vida un “sí” continuo
a la voluntad de Dios, incluso ante las pro-
puestas más atrevidas.
En un mundo lleno de falsedades y de
ilusiones, donde el hombre está acostumbra-
do a asumir pasivamente las elecciones de
otros ( políticos, poderosos, comerciantes,
medios de comunicación…), el “sí” eterno
de María ha abierto en Medj. la puerta a
muchos otros “sí”. Ha contagiado su dispo-
nibilidad constante a los planes de Dios a
nuestras conciencias, perezosas porque la
cultura tecnológica las ha habituado a obte-
ner el máximo resultado con el mínimo
esfuerzo.
Animados por el esfuerzo de la Gospa,
los hombres se han comprometido a res-
ponder:
se han llenado de trabajo… En
estos 23 años hemos asistido a un floreci-
miento continuo de nuevas conversiones, de
cambios radicales de vida. Los sacerdotes
han escuchado confesiones profundas y sin-
ceras, de un tipo que no suelen oír en sus
parroquias. Los jóvenes
han descubierto su cami-
no propio, y muchísimos
han emprendido la vida
consagrada y sacerdotal.
Los enfermos han dejado
de quejarse y han com-
prendido que ofrecer el
sufrimiento vale más que
obtener la salud.
Los milagros en este
Santuario no se reciben
quedándose pasivos: se
está llamado a participar
con la propia adhesión, y
con la voluntad de salir
de un estado de enferme-
dad y de muerte a través
de la oración, el sacrifi-
cio, la frecuencia de
sacramentos… Así se
obtiene una “sanación
dinámica” en la que
somos protagonistas,
además de beneficiarios
de la Gracia; una sana-
ción que no se queda en
el síntoma del mal, sino
que penetra poco a poco
en los estratos más pro-
fundos de nuestro ser, hasta la redención
completa. La Reina de la Paz no quiere
“beneficiarios de milagros“, sino hijos sana-
dos, colaboradores activos en su propio pro-
ceso de salvación. 23 años de apariciones
no pueden ser pues un episodio para
comentar –
para bien o para mal - y luego
archivar, sino que constituyen un aconteci-
miento que primero se contempla y luego se
vive.
En la mentalidad actual de “usar y tirar”
la duración del “fenómeno Medjugorje” a
veces suscita casi escándalo: “¿por qué tanto
tiempo?”, se preguntan muchos. Si en el
pasado se empleaban siglos para construir
las catedrales, ahora todo es prefabricado y
se construye en poco tiempo. Ya no estamos
acostumbrados a los proyectos a largo plazo,
los que requieren compromiso y abnega-
ción; no logramos pues comprender que la
Reina de la Paz está construyendo, ladrillo a
ladrillo, el corazón de una humanidad derro-
cada, degradada y envilecida, y sabe que
necesita tiempo para enseñarnos a crecer
“en gracia y sabiduría” (cfr. Lc 2, 52).
Como hizo con su hijo, Jesús.
“Orad, orad, orad…”. “Paz, paz,
paz…”. “Ayunad…”. Incansable y paciente,
María continuará repitiendo estas palabras,
hasta que verdaderamente las hagamos
nuestras y comencemos a vivirlas. De
hecho, aunque los frutos son abundantes y
positivos, también existe el peligro de
“acostumbrarse” a la Gracia
y de darlo
todo por supuesto. Suele ocurrir que inicial-
mente, encendidos por el entusiasmo, acoge-
mos las invitaciones y las ponemos en prác-
Noticias de la tierra bendita
tica, pero luego si los primeros ardores se
debilitan, dejamos que los propósitos se
transformen en hábito. El riesgo es que en
un punto determinado nos “aburramos” y,
como si fuera ropa vieja, dejemos a un lado
cualquier buena intención. María, en cam-
bio, siempre es la misma: atenta a la voz de
Dios, dispuesta a servirlo y a darnos su
amor.
También este año, han venido a Medj.
de todas partes del mundo para festejar-
la:
corazones agradecidos y afectuosos. La
santísima Virgen estaba muy contenta. Pero
luego: ¿cuántos de ellos permitirán que
María esté “viva” en sus almas y no sea sólo
una estatuilla apoyada en la cómoda?
¿Cuántos le consentirán ser la reina de sus
familias, o una madre que en un momento
dado sabe también corregir? ¿Cuántos deja-
rán de encerrarla en devociones externas
para poder escucharla en su corazón?
La respuesta está en la conciencia de
cada uno… Es la respuesta de los “Queridos
hijos”
que lo han recibido todo de Ella y que
deberían darlo todo por Ella, haciendo visi-
ble el rostro de María en el mundo. Somos
responsables de Sus gracias, y no podemos
desperdiciarlas.
Demos a Dios un “sí” fiel, y María con-
tinuará gozosa: “Gracias por haber respon-
dido a mi llamada…”
Stefania Consoli
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rificación. Cinco años después de la muerte
de Filiola (1976), la Virgen se apareció en
Medjugorje (1981). Lo que está haciendo,
¿no es precisamente construir esta Iglesia de
Luz, en primer lugar en el corazón de cada
persona, y luego en nuestras familias? ¿No
deberíamos exultar de gozo por este don?
¿Cómo no seguir con entusiasmo a una
Madre así?
Recientemente en una homilía en
Medjugorje, un sacerdote americano com-
partió una conversación que había tenido
con la Madre Teresa. Resumiendo, según la
Madre Teresa la llaga de la miseria espiri-
tual es más profunda que la material,
por
la que ella había luchado tanto. Para sanar
esta llaga debemos reencontrar el sentido del
Sacerdocio Real de los fieles laicos y vivir-
lo en su plenitud. Para hacer esto, indicó el
remedio por excelencia: vivir la Santa Misa;
respetar, amar y adorar a Jesús en la
Eucaristía; irradiar a Jesús a los demás. Vivir
así nuestro Sacerdocio Real. ¡Esto es lo que
construye la Iglesia de la Luz!
En la colina de las apariciones, por la
tarde, cuando los peregrinos se unen al
grupo de oración de Iván, la Virgen aparece
siempre feliz y gozosa. Nos saluda
“Alabado sea Jesús, mis queridos hijos” y
con las manos extendidas ora sobre nosotros
y nos bendice con su bendición materna.
Qué gracia tan inmensa para las personas
presentes… ¡Aunque sólo sea por esta ben-
dición de la Madre de Dios, vale la pena
venir desde Australia y de Japón! Iván
recuerda a menudo que lo más importante de
estos encuentros en la montaña, es estar
todos juntos con la Santa Virgen para orar.
María viene principalmente para ben-
decirnos y para orar con nosotros. Su
mayor preocupación es la falta de paz en
nuestras familias. El mundo no conocerá la
paz hasta que no hayamos logrado la paz en
nuestros corazones y en nuestras familias…
Éste es el medio que Ella nos da incesante-
mente: devolver la oración a nuestras casas.
¡La escuela de María es así de simple! Pero
hace falta valentía para seguirla y decir
NO a nuestros falsos dioses:
exceso de
televisión, de alimento, de ordenador, de
coches, de placeres… Estos ídolos nos apre-
mian por todas partes y echan a perder nues-
tra vida familiar. “Satanás quiere la guerra”
nos dice la Virgen. Quien está en un campo
de batalla y no lucha, es vencido. Poner a
Cristo en el primer lugar y combatir a Su
lado no es una opción facultativa, es una
cuestión de supervivencia.
Sor Emmanuel
(Enfants de Medjugorje)
ENTREVISTA A VICKA
El paraíso está
ya aquí en la tierra
Nos vimos el día de su cumple-
años. Estaba serena, sonriente,
disponible. Tampoco aquel día,
tan especial, quiso faltar a la
cita con los peregrinos, reuni-
dos en la “escalera azul” para
escuchar el relato de sus
encuentros con la Virgen.
p. Pregunta Vicka, la
Virgen visita esta tierra
desde hace 23 años y nos ha
dado mucho. Algunos pere-
grinos, sin embargo, se limi-
tan sólo a “preguntar” y no
siempre escuchan la pregun-
ta de María. “Tú, ¿qué me das?”. ¿Cuál
es tu experiencia en este sentido?
VICKA. El hombre está continuamente
en busca de algo. Si le pedimos el amor ver-
dadero y sincero a María que es nuestra
madre, Ella está siempre dispuesta a dárnos-
lo, pero también espera algo de nosotros.
Siento que hoy, de modo especial, vivimos
un tiempo de grandes gracias, en el que el
hombre es invitado no sólo a pedir sino tam-
bién a agradecer y a dar. Todavía no somos
conscientes del gran gozo que se experi-
menta en el ofrecimiento. Si yo me sacrifico
por la Gospa (porque Ella me lo pide) sin
buscar nada para mí misma, y luego pido
algo para los demás, siento en el corazón un
gozo especial y veo que la Virgen está con-
tenta. María se alegra tanto cuando das
como cuando recibes. El hombre debe rezar
y, a través de la oración, darse: el resto le
será dado en el momento apropiado.
p. Pero generalmente, en el sufrimien-
to, el hombre busca una vía de salida o un
remedio.
VICKA. La Virgen ha explicado
muchas veces que cuando Dios nos da una
cruz - la enfermedad, el sufrimiento, etc… -
debe ser acogida como un gran don. Él sabe
por qué nos la confía y cuándo la volverá a
tomar consigo: el Señor sólo busca nuestra
paciencia.
A este respecto la Gospa nos dice:
“Cuando el don de la cruz llega, vosotros no
estáis dispuestos a acogerlo, siempre decís:
¿por qué a mí y no a otro? Si en cambio
empezáis a agradecer y a orar diciendo:
Señor, gracias por este don. Si tienes alguna
otra cosa para enviarme, estoy dispuesto a
aceptarlo; pero te ruego, dame la fuerza
para llevar mi cruz con paciencia y amor…
en vosotros entrará la paz. ¡No os podéis
imaginar el valor que tiene vuestro sufri-
miento a los ojos de Dios!”
Es muy importante orar por todas las
personas que no saben aceptar la cruz: nece-
sitan nuestras oraciones, y con nuestra vida
y ejemplo nosotros podemos hacer mucho.
p. A veces surgen sufrimientos mora-
les o espirituales que no se sabe muy bien
cómo aceptar. ¿Qué has aprendido tú de
la Gospa en estos años?
VICKA. Tengo que decir que personal-
mente estoy felicísima, porque siento un
gran gozo en mi interior y mucha paz. En
parte es mérito mío, porque deseo estar con-
tenta, pero sobre todo es el amor de la
Virgen que me hace así. María nos pide la
sencillez, la humildad, la modestia… En la
medida de mis posibilidades yo me esfuerzo
con todo el corazón por ofrecer a los demás
lo que la Virgen me da.
p. En tu testimonio expli-
cas a menudo que cuando
la Virgen te ha llevado a
ver el paraíso, habéis atra-
vesado una especie de
“pasaje”. Creo que si noso-
tros nos ofrecemos y desea-
mos ir más allá del sufri-
miento, el pasaje se hace ya
presente en nuestras almas,
¿no es así?
VICKA. ¡Ciertamente!
La Gospa ha dicho que el
paraíso se vive ya aquí en la
tierra, y luego sencillamente
se continúa. Pero ese “pasa-
je” es importantísimo: si yo vivo el paraíso
aquí y lo siento dentro de mi corazón, estaré
dispuesta a morir en cualquier momento en
el que Dios me llame, sin ponerle ninguna
condición. Él desea encontrarnos dispuestos
cada día, aunque nadie pueda saber cuándo
acontecerá. Entonces el “gran pasaje” no es
más que nuestra pronta disponibilidad.
Pero hay quien opone resistencia y lucha
contra la idea de la muerte. Por esto Dios
con el sufrimiento les ofrece una oportuni-
dad: les da el tiempo y la gracia para vencer
su batalla interior.
p. Quizás, pero el miedo prevalece.
VICKA. Sí, ¡pero el miedo no viene de
Dios! Una vez la Gospa dijo: “Si sentís en el
corazón la alegría, el amor, la satisfacción,
significa que estos sentimientos vienen de
Dios. Pero si advertís inquietud, insatisfac-
ción, odio, tensión, tenéis que saber que
éstos vienen de otro lado”.
Por esto debemos discernir siempre, y
apenas la inquietud comienza a aparecer en
nuestra mente, en el corazón y en el alma,
debemos sacarla afuera enseguida. El mejor
arma para expulsarla es la corona del
Rosario en las manos, la oración hecha con
amor”.
p. Tú hablas del Rosario, pero hay
varias maneras de orar…
VICKA. Seguramente. Pero lo que la
Gospa recomienda es el Santo Rosario, y si
Ella lo sugiere, ¡es porque le gusta! De
cualquier modo, cualquier oración es buena
si se reza con el corazón.
p. ¿Nos puedes hablar del silencio?
VICKA. ¡No me es muy fácil porque
casi nunca estoy en silencio! No porque no
lo ame, al contrario, lo veo muy bueno: en el
silencio el hombre puede interrogar a su con-
ciencia, puede recogerse y escuchar a Dios.
Pero mi misión es la de encontrarme con la
gente y cada uno espera de mí una palabra.
El silencio mayor se crea cuando, en un
punto determinado del testimonio, invito a
la gente a callarse, mientras yo rezo por
todos su problemas y dificultades. Este
momento dura unos 15 ó 20 minutos, a
veces hasta media hora. El hombre no tiene
tiempo para pararse a rezar en silencio todos
los días, por eso propongo esa experiencia,
de modo que cada uno pueda reencontrarse
un poco a sí mismo y mirarse por dentro.
Luego, poco a poco, la conciencia dará su
fruto. Las personas se quedan muy conten-
tas, porque en esos momentos se sienten
bien, como si estuvieran en el paraíso.
15º Festival internacional
de jóvenes
¡Del 1 al 6 de agosto de 2004… son
invitados todos los jóvenes de buena
voluntad…!
Hay que traer auriculares y transistores con
frecuencia FM, Biblia, paraguas. Los grupos
que participan en el Festival no deben pro-
gramar otras actividades durante los días del
encuentro. El programa vespertino comien-
za para todos a las 18 h con el Rosario. La
Santa Misa a las 19 h. A la llegada a
Medjugorje, los jefes de grupo deben inscri-
bir a su grupo en el lugar designado. Durante
todo el tiempo del Festival está asegurada la
traducción simultánea.
(del Press Bulletin)
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La aparición anual
a Ivanka
La vidente Ivanka IvankovicElez tuvo
su acostumbrada aparición anual el 25 de
junio
de 2004. El día que tuvo la última apa-
rición cotidiana, el 7 de mayo de 1985, la
Virgen, después de revelarle el décimo y últi-
mo secreto, le dijo a Ivanka que durante el
resto de su vida tendría una aparición anual el
día del Aniversario de las apariciones.
Así ha ocurrido este año. La Virgen le
confió el siguiente mensaje: “Queridos
hijos, orad por aquellas familias que no han
conocido el amor de mi Hijo. Recibid mi
bendición materna”.
La Virgen estaba gozo-
sa y le habló difusamente de su vida.
p. Me parece sin embargo que a veces,
cuando estos momentos de “eternidad”
acaban, la gente vuelve a hablar fuerte y
a distraerse, disipando la gracia que
había recibido en la oración…
VICKA. ¡Desgraciadamente! Respecto
de esto la Gospa dice: “¡Muchas veces el
hombre escucha mi mensaje, pero le entra
por un oído y le sale por el otro, y en el cora-
zón no le queda nada!”
Lo importante no son los oídos, sino el
corazón: si el hombre desea transformarse,
aquí tiene muchas posibilidades; si en cam-
bio lo que busca siempre es lo mejor para sí,
quedándose en su egoísmo, convierte en
vanas las palabras de la Virgen.
p. Háblame del silencio de María:
¿cómo son hoy tus encuentros con Ella?
¿Oráis? ¿Conversáis?
VICKA. La mayor parte de las veces
nuestros encuentros están constituidos sólo
por la oración. A la Virgen le gusta rezar el
Credo, el Padre Nuestro, el Gloria al
Padre
… También cantamos juntas: ¡no esta-
mos mucho en silencio! Antes María habla-
ba más, pero ahora prefiere la oración.
p. Mencionabas antes la alegría. El
hombre tiene una gran necesidad de ella,
pero a menudo se encuentra triste e insa-
tisfecho. ¿Qué sugieres?
VICKA. Si oramos con corazón sincero
para que el Señor nos dé la alegría, ésta no
nos faltará. En el ’94 tuve un pequeño acci-
dente: para salvar del fuego a mi abuela y a
un sobrino, me quemé. Era verdaderamente
una situación desagradable: las llamas me
habían alcanzado los brazos, el pecho, la
cara, la cabeza… En el hospital de Mostar
enseguida me dijeron que requería cirugía
plástica. Mientras la ambulancia corría, les
dije a mi madre y a mi hermana: ¡cantad un
poco! Ellas reaccionaron sorprendidas: ¿pero
cómo puedes cantar en este momento, no ves
que estás desfigurada? Entonces les respon-
dí: ¡pero alegraos, demos gracias a Dios!
Cuando llegué al hospital, me comunica-
ron que no iban a tocar nada… Una amiga al
verme me dijo: estás verdaderamente fea,
¿cómo puedes quedarte así? Pero yo le res-
pondí serenamente: si Dios desea que yo me
quede así, lo aceptaré en paz. Si en cambio
desea que todo se sane completamente, sig-
nifica que este episodio ha sido un don para
que yo salvase a la abuela y al niño. Quiere
decir también que estoy en el principio de
mi misión, en la que debo sólo servir a Dios.
Créeme: después de un mes no quedaba
ni rastro, ¡ni siquiera una pequeña cicatriz!
Estaba verdaderamente felicísima. Todos me
decían: ¿pero te has mirado al espejo? Y yo
les respondía: no y no lo haré… Yo me miro
por dentro: ¡sé que es dónde se encuentra mi
espejo!
Si el hombre reza con el corazón y con
amor, la alegría no le faltará nunca. Pero hoy
estamos cada vez más ocupados con las
cosas que no son importantes, y se huye de
lo que da gozo y felicidad.
Si las familias ponen en el primer lugar
las cosas materiales, no podrán nunca espe-
rar la alegría, porque la materia nos la quita;
pero si desean que Dios sea la luz, el centro
y el rey de la familia, no deben temer: la ale-
gría estará. Pero la Virgen está triste, porque
hoy Jesús está en el último lugar en las fami-
lias, ¡o incluso no está en absoluto!
p. Quizás nosotros nos aprovechamos
de Jesús, o quizás queremos que Él sea
como nosotros esperamos.
VICKA. No es tanto un aprovechamien-
to como una prueba de fuerza. Frente a las
distintas situaciones, decimos: “¡Si esto lo
puedo hacer yo solo! ¿Para qué voy a buscar
a Dios si alguna vez puedo estar yo mismo
en el primer lugar?”
Es una ilusión, ya que no nos es dado
preceder a Dios; pero Él es tan bueno y sen-
cillo que nos lo permite – como se hace con
un niño - porque sabe que tarde o temprano
volvemos a Él. Dios da al hombre una liber-
tad completa, pero permanece abierto y
espera siempre su retorno.
Tú ves la cantidad de peregrinos que vie-
nen aquí cada día. Personalmente nunca les
diré: “Debes hacer esto o aquello, debes
creer, debes conocer a la Virgen… Si me lo
preguntas, te lo diré, si no, permanece en tu
libre albedrío. Pero ten en cuenta que no
estás aquí por casualidad, porque has sido
llamado por la Gospa. Ésta es una llamada.
Y por lo tanto, ¡si la Virgen te ha traído aquí,
significa que espera algo de ti! Tienes que
descubrir tú solo, en tu corazón, lo que Ella
espera”.
p. Háblanos de los jóvenes. A menudo
los mencionas en tus testimonios.
VICKA. Sí, porque los jóvenes se
encuentran en una situación muy, muy difí-
cil. La Virgen dice que podemos ayudarlos
únicamente con nuestro amor y con la ora-
ción; mientras, a ellos les dice: “Queridos
jóvenes, todo lo que el mundo os ofrece hoy,
pasa. Estad atentos: satanás desea usar cual-
quier momento libre para sí mismo”. En este
tiempo el demonio está especialmente activo
entre los jóvenes y en las familias, que él
desea destruir cada vez más.
p. ¿Cómo actúa el demonio en las
familias?
VICKA. Las familias están en peligro
porque ya no hay diálogo, ya no hay ora-
ción, ¡no hay nada! Por esto la Virgen desea
que se renueve la oración en familia: pide
que los padres recen con los hijos, y los hijos
con los padres, para desarmar a satanás.
Ésta es la base de la familia: la oración.
Si los padres tuviesen tiempo para los hijos,
no habría problema; pero hoy los padres
dejan a los hijos solos para tener más tiem-
po para ellos o para mil tonterías, y no com-
prenden que los hijos se pierden.
d. Gracias. ¿Deseas añadir algo?
VICKA. Que rezaré por todos vosotros,
sobre todo por los lectores del Eco de María:
os presentaré a la Virgen. Que la Reina de la
Paz os bendiga con su paz y su amor. Un
gran, sincero saludo de corazón de Vicka.
(S.C. para la redacción)
EL PADRE SLAVKO
NOS ENSEÑA LA ORACIÓN
Extraemos algunos apuntes de un libro
escrito por el p. Slavko en 1999 (Orad jun-
tos con un corazón gozoso – Ediciones MIR
Medjugorje), para hacer junto a vosotros un
recorrido por el mundo de la oración.
Está claro que la Reina de la Paz insiste
en la importancia de la oración porque sabe
que es el camino real que nos conduce a una
relación viva con el Dios vivo. Por ello vale
la pena profundizar en algunos aspectos,
para que cada uno pueda verse reflejado en
lo que le resulta más familiar.
Orar juntos
“Muchas personas a menudo me pregun-
tan: ¿qué es un grupo de oración y cómo
puedo guiarlo?” He dado respuestas diversas
con las que he ayudado a los peregrinos a
poner en práctica su buena voluntad y deci-
sión. “Si dos de vosotros se ponen de acuer-
do en la tierra para pedir algo, sea lo que
fuere, lo conseguirán de mi Padre que está
en los cielos. Porque donde están dos o tres
reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos”.
(Mt 18, 19-20).
Así pues, ya desde un punto de vista
bíblico, la oración común tiene una fuerza
especial. Si se es consciente de que la ora-
ción es un diálogo con Dios,
también hay
que saber que ésta tiene su léxico propio,
una gramática propia y un contenido propio
sobre los cuales, como para cualquier otra
lengua, hay que ejercitarse. Si se quiere
hablar una lengua extranjera, hay que dialo-
gar con los demás, pero para hacerlo hay que
conocer las palabras y las reglas. Lo mismo
vale para la oración. Para que el hombre
aprenda bien a rezar, debe orar junto a los
otros pero, para poder hacerlo, debe orar
también solo.
La familia es el primer grupo de ora-
ción. Los padres deben orar con los hijos y
viceversa. Así como es imposible concebir
una familia en la que no se dialogue, del
mismo modo es imposible concebir una
familia cristiana sin la oración común. La
Madre Teresa dijo: “¡La familia que ora per-
manece unida y la familia que permanece
unida crece en el amor!”
Desde un punto de vista educativo es
importante que los hijos vean a los padres
rezar y que aprendan a rezar con ellos.
Todos saben que en el crecimiento de un
niño hay una fase en la que ve al propio
padre como el individuo más inteligente y
más fuerte del mundo, y esto es importante
para el desarrollo personal del niño. Pero
cuando él ve que su papá une las manos y
ora, comprende, aunque no sea consciente
de ello, que existe alguien que es más alto,
que es más fuerte, más inteligente y más
rico que su papá.
De ese modo, el corazón
y el alma del niño se abren a una experien-
cia sobrenatural y se preparan al encuentro
con Dios Padre que es omnipotente y tras-
ciende a toda criatura humana.
Si los padres no oran juntos y con los
propios hijos, será difícil esperar que los
hijos lo hagan. Cuando hoy se oye decir que
los jóvenes no oran, significa que no han
recibido un modelo de sus padres. Durante
el crecimiento de los jóvenes se manifiesta
una crisis de la oración y esto es completa-
7
background image
Don Alberto Bertozzi
durante muchos años ha
vivido en la casa parro-
quial de Villanova Ma-
iardina, cuyo párroco
era don Angelo y donde
nació el Eco de María.
Eran los años del descu-
brimiento de su vocación
sacerdotal y de los suce-
sivos estudios de teolo-
gía. Don Alberto fue testigo del nacimiento
del Eco, y a la muerte de don Angelo, asu-
mió el papel de presidente de la Asociación.
Actualmente, sella con su bendición cada
número de la publicación preparado por la
redacción.
Nosotros, los chicos
de don Angelo
¿Por
qué fue don Angelo a
Medjugorje? Esencialmente por los mensa-
jes relacionados con la oración. Entonces las
noticias eran raras. Fue un sacerdote amigo
suyo que le habló de este “fenómeno”. No
fueron los hechos extraordinarios los que
atrajeron su atención, sino la oración que
María pedía.
La oración de hecho era para él el
compromiso principal del cristiano. Lo
saben bien aquellos que entonces eran lla-
mados en la diócesis por los sacerdotes de
la ciudad “los chicos de don Angelo”.
Fuimos con una vieja furgoneta un poco a la
aventura. Recuerdo que vimos a los viden-
tes de lejos. Lo que convenció a don Angelo
y a todos nosotros fue la Misa de las 18.00,
una auténtica asamblea de creyentes. Todo
partió de allí.
Don Angelo comenzó a frecuentar aque-
lla tierra bendita con varias peregrinaciones.
El “Eco” nació como una hoja necesaria de
unión entre los peregrinos. ¡La primera
impresión fue de 50 copias! El instrumento
de trabajo: una máquina de escribir y un
ciclostil. Se tuvo que reeditar varias veces.
Noticias varias y novedades proporciona-
ron nuevo material para el segundo número,
pero la singularidad fue ésta: la pequeña
parroquia de Villanova caminaba junto a don
Angelo en la intensificación de la oración, en
compartir la experiencia del “pan y agua”, en
el acercamiento periódico al sacramento de
la Reconciliación. Casi enseguida se imitó el
ritmo de la Confesión una vez al mes que se
practicaba en Medjugorje. Fue un éxito pas-
toral. Muchas veces oí las felicitaciones de
los sacerdotes que nos ayudaban a confesar:
“¡Qué bien se confiesa aquí!”.
Para don Angelo no siempre fue fácil
escribir el Eco. Él al principio sentía este
compromiso casi como alternativa a su tarea
parroquial. Varias veces los adultos de la
comunidad le dijeron: “La parroquia es
pequeña… no se preocupe… ¡estamos orgu-
llosos de ser la parroquia del Eco!
Creo que
la parroquia ha contribuido como “lugar teo-
lógico” para la composición del Eco. Sobre
todo en su nacimiento.
Que el Señor nos bendiga
Resp. Ing. Lanzani - Tip. DIPRO (Roncade TV)
Los lectores escriben…
Marcelo Bogado de Argentina -
Gracias por el periódico que tan gentilmente
me enviáis; lo leo con mucha atención, me
ayuda espiritualmente para continuar
viviendo esta vida. Os agradezco por todo lo
que escribís y por el amor que transmitís.
Continuad así.
Okiror Robert de Uganda - Estoy muy
feliz porque el Eco me ha cambiado la vida,
espiritualmente, pero también mi estilo de
vida ha cambiado. ¡Que Dios os bendiga!
Alison Carranza de Gran Bretaña -
Recibo el Eco regularmente y lo leo con
mucho gusto. Gracias por vuestro trabajo
que contribuye a la salvación del mundo.
Marilyn Brandel de los EEUU - Leo y
releo el Eco, y luego hago copias para darlo
a otros. Gracias. Oraré por vosotros.
L. Akindayomi & T. Shobo de Nigeria
Apreciamos vuestro trabajo maravilloso.
Feligreses y amigos leen el Eco encantados.
Todos nosotros oramos para que Dios conti-
núe guiándoos y bendiciéndoos.
Padre S. J. Joseph de la India - La voz
de Medjugorje resuena en la India, trayendo
consuelo a mis feligreses. El Eco para mí
está verdaderamente inspirado. Gracias.
Rezo para que el Eco llegue a todos los rin-
cones del mundo y para que nuestra dulce
Madre pueda ser amada y seguida. ¡Que
Dios os bendiga!
Lucy Favetta de Australia - Deseo
agradeceros por la publicación que está tan
inspirada. La espero con ansia. ¡Que Dios os
colme de bendiciones!
Padre Alberto Rienzner de Uganda -
Queridísimos y fidelísimos en el Señor
Resucitado, gracias, gracias, gracias por el
Eco de nuestra Mamá. Aquí en Aboke, Lira
estamos vivos de milagro mientras a nuestro
alrededor en el Norte de Uganda amenazan
rebeldes diabólicos. Que Jesús los perdone,
porque no saben lo que hacen.
Stefano G. de Bolonia (I) -
Queridísimos, os leo con mucho interés
desde hace un año. Estoy muy lejos en el
camino hacia la perfección, pero desde que
os leo algo ha cambiado en mí, un estado
mental en fase embrionaria que se está desa-
rrollando muy lentamente.
He leído en un uno de los números de
vuestra bellísima publicación que un viaje a
Medjugorje es siempre un acontecimiento
especial por la atmósfera que se respira allí,
y me gustaría probar. Hace mucho que pien-
so en ello. Aplaudo vuestra publicación a la
que apoyo periódicamente con un donativo
y os exhorto a continuar y a seguir mandán-
domela. Un cordial y afectuoso saludo.
De la traductora
del ECO en griego
Sor Despina de Atenas: Queridos ami-
gos, además de la labor de traductora, y de
difundir el Eco con discreción en las parro-
quias y muchos otros lugares, nuestra prime-
ra preocupación en la comunidad es nuestra
vida espiritual, y luego un poco de tiempo
que se dedica a las actividades. Yo dirijo una
escuela de lenguas. Os recordaré en la ora-
ción en nuestro retiro anual en el mes de
julio. Que Dios os bendiga.
EL VIGÉSIMO ANIVERSARIO
DEL ECO
mente normal porque las crisis son situacio-
nes vinculadas al crecimiento y en este
ámbito los chicos deben escoger la oración
personal y el encuentro personal con Dios.
Éstas pueden ser incluso largas, pero allí
donde los padres rezan con los hijos, los
hijos superarán cualquier crisis y se conver-
tirán en cristianos más maduros.
Quien ora en familia consigue también
integrarse con mayor facilidad en un
grupo de oración.
Los grupos de oración
son esenciales para el crecimiento en la fe de
los jóvenes. Sería muy peligroso que los
padres no permitiesen a los hijos reunirse
con sus amigos fuera de casa. Si lo hicieran
obstaculizarían un desarrollo sano de los
hijos y no los prepararían para integrarse en
la vida.
A la pregunta genérica de cómo se reza y
se guía un grupo de oración, hay que respon-
der sobre todo poniendo de manifiesto que
un grupo de oración es un grupo de ami-
gos.
A nadie se le ocurriría preguntar qué hay
que hacer cuando uno se reúne con amigos,
porque todos lo sabemos bien: se habla, se
canta, se calla, se llora, se ríe y se goza,
según las circunstancias en las que uno se
encuentre. Hay que concebir el grupo de ora-
ción del mismo modo. Se trata de amigos
que se encuentran porque son creyentes y de
creyentes que se encuentran porque son ami-
gos. El encuentro de oración tomará
forma según el estado de ánimo de los par-
ticipantes.
Por un lado es expresión del esta-
do interior de cada uno pero, por otro, debe
conducir e inspirar a la Palabra de Dios.
Por este motivo es fundamental que cada
grupo de oración y de fieles sea consciente
de su condición real y encuentre una res-
puesta y una ayuda a la propia situación
existencial.
P. Slavko Barbaric’
fin de la primera entrega
Villanova M., 1° de Julio 2004
* El Eco de María es gratuito y vive sólo de
donaciones que se pueden hacerse mediante
giro postal (o giro postal internacional) a favor
de "Eco di Maria", Casella Postale 27, I-31030
Bessica (TV , Italia.
El envio deberà ser en euros o en dòlares
USA. Tambien es posible hacerlo mediante
transferenciabancaria a la siguiente direcciòn:
BANCA AGRICOLA MANTOVANA
(BAM), AGENZIA BELFIORE, Mantova,
Italia, C/C nº 4754018, ABI 05024, CAB 11506,
a favor de ASSOC. ECO DI MARIA
.
Para nuevas suscripciones o para modifica-
ciones
en la dirección escribir a la Secretaría
del Eco:
CP 27 31030 BESSICA (TV)
e-mail: info@ecodimaria.net
Eco su Internet: http://www.ecodimaria.net
E-mail redazione: ecoredazione@infinito.it
V. SEMINARIO INTERNACIONA
L PARA MATRIMONIOS
El quinto encuentro internacional para
matrimonios se realizará en Medjugorje del
3 al 6 de noviembre de 2004. El tema del
seminario será:
“¿Cómo sanar el matrimonio y a la
familia?”
El seminario se realizará en la sala detrás
de la iglesia. La contribución para los gastos
del seminario es 30 Euros por matrimonio.
Las inscripciones pueden realizarse por e-
mail: seminar.marija@medjugorje.hr, perso-
nalmente en la Oficina de Informaciones del
Santuario o en el número de teléfono/fax:
+387-36-651-988; fax: + 387-36-651-999.
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